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Los libros

'Y portuguesa el alma': Aspirar a ser buenos

Portada de Y portuguesa el alma, de Manuel Salinas.

Carmen Canet

Y portuguesa el almaManuel SalinasEntorno Gráfico EdicionesGranada2016Y portuguesa el alma

 

Con la cita “Tengo los ojos niños y portuguesa el alma”, de Lope de Vega, comienza este libro, cuya parte final,  da título a este poemario: Y portuguesa el alma. Es la última entrega de Manuel Salinas, poeta y catedrático de Lengua y Literaturas españolas, nacido en Granada. Ha publicado Edelvira (1975), Los espejos fingidos (1985), Esplendor de la tristeza (1984), Zulo de noviembre (1988), El mar en los hangares (2004) y Viviré del aire (2013). Música hilada recoge lo esencial de los libros enumerados, tras un largo proceso de reflexiva depuración. La revista Abril de Luxemburgo recogió parte de su libro Viviré del aire, que fue publicado posteriormente en Estados Unidos íntegramente (2013), donde fue galardonado como mejor libro en lengua no inglesa. Ha sido colaborador de Radio Nacional de España, director de la colección de poesía Solarium (Papeles de poesía) y de la revista Tanit (Materiales para la Cultura). Actualmente dirige la colección de poesía Puerta del Mar, de la Diputación de Málaga, ciudad donde reside desde 1978.

Este volumen está dispuesto en cuatro partes, una introducción, magistal y rigurosa, que está  perfectamente integrada en el contenido del libro, escrita por Sara Pujol Russel. Y tres más donde se incluyen los poemas. La introducción se titula: "Diálogo con la mirada de Manuel Salinas, poeta de la luz". Es una conversación extensa e intensa, una carta que ella dirige al poeta, centrándose en su poesía. Son reflexiones, sensaciones donde comenta minuciosamente los poemas, así dice la profesora Pujol: "No pretendo en este diálogo una investigación erudita (…), ni erigirme en guía. Sólo pretendo ofrecerte algunas impresiones". Y esto es lo que hace, transmitirnos su conocimiento y estudio de esta obra. Imprescindible prólogo ya que es parte esencial del libro.

Los siguientes apartados, con la poesía en sí, comienza con seis poemas bajo el título de "Y portuguesa el alma", que se abre con el poema "Abril es una herida". Este nos revela “Tienen nombre todas las hojas./ Piadosa la verde hierba/ que acoge el deseo de vivir/ en tierra, para mirar el cielo”, y  ya nos da cuenta de la unidad, del tiempo, del ritmo, de la música, y nos recuerda a lo que aspira la palabra en sus versos, “en cada poema la lengua aspira a ser más que a decir”. El otro apartado, denominado "Jardines", contiene tres poemas dedicados a tres amigas pintoras: Rosaura Álvarez, Marite Martín-Vivaldi y Carmen Tischler. En estos, la pintura, junto con la naturaleza, producen cromatismos aliados con las mejores palabras. Y la última, "Canciones", son veinte poemas donde entrelaza la existencia y la poesía con toda su tradición. Destacan los poemas "La mudanza" y "Nubes de Cyrene". El libro se abre y cierra con dos poemas en prosa, el primero a modo de recordatorio y aviso, con un título significativo, "Del lado de la vida", y el último, "Envío", como una conclusión, finaliza: “Esa luz: aspirar a ser buenos, y no más”.

Su poesía sugestiva y luminosa tiene un eje identitario, el goce de la vida, el amor, la amistad, con el carpe diem de fondo y  de forma. Reviste su escritura de una novedad que, pese a la herida, a la muerte, a momentos bajos, a instantes tristes, él sabe darle un tono vitalista que matiza la sombra. También es una poesía militante y moral. Nos dice: "Nunca he sido descreído con nada”. Por esto cree en la vida, en lo humano, y envuelve con su palabra todo lo lo cercano, meciendo la ética con la estética, hilvanando, mediante su mano y su alma, con los mejores hilos para que el otro esté a gusto, no cree en lo individual. Traduce en imágenes un lenguaje depurado y hondo, repleto de porvenir, consiguiendo con su verso libre, la función del clásico. Así, tiene versos que parecen terapeúticos donde lo que se hace con amor, bondad e inteligencia, ayuda, se acerca al  aforismo: “Sólo el amor es libre, sólo el amor/ es sabio”, “Sólo el amor hiere, sólo el amor cura”, “La sabiduría es ser bueno”,  entre otros. Así, su poesía destila vida, que elogia con su palabra fresca la de la verdad.

Su humanismo nos recuerda a lemas tan emblemáticos como “Gracias a la vida”, de Violeta Parra, o a “Ganarás la luz”, de León Felipe. Manuel Salinas ha sabido con la sabiduría que dan los años sintetizar la vida. Es su poesía una canción donde las pequeñas cosas se convierten en odas elementales, en salutación del optimista, en canto de vida y esperanza, en donde todo pasa y todo queda, porque todos los fuegos son el fuego, así su recorrido vital y literario queda plasmado en esta poética que es su libro, en donde susurran los cánticos de San Juan de la Cruz y de Jorge Guillén, al igual que pasean Antonio Machado, Rubén Darío, Julio Cortázar y Pablo Neruda, entre otros, habitan por la historia de estos poemas que fluyen por aguas transparentes que él entona con su melodía.

Una cubierta preciosa, ilustración de María Teresa Martín-Vivaldi, al igual que la edición de Entorno Gráfico de Granada.

Manuel Salinas, en vez de un folio en blanco ha escogido la vida, y en ella se ha puesto a escribir con palabras de luz, acentos de alegría, a ritmo de amistad que une con un canto a la existencia, donde solo cabe el amor al otro. Música, color y naturaleza armonizan. Todo bien medido. Parece un sujeto renacentista de hoy, que busca el verbo acertado con los mejores complementos: la claridad en el día y los sueños de la noche.

*Carmen Canet es escritora y crítica literaria. Su último libro, Carmen CanetMalabarismos (Valparaíso Ediciones, 2016),

 

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