Los 'trenes' a los que (no) nos subimos

Begoña Curiel (El libro durmiente)

El libro durmiente comenzó su andadura como club de lectura en junio de 2003. Su nombre hace referencia a la necesidad de rescatar los valores y principios que duermen en el seno de los libros. El libro durmiente se define como una entidad creada sin fin de lucro. Nuestra acción adquiere la condición de voluntariado cultural. Desde el año 2012, correspondiendo con el período lectivo, impartimos los talleres de escritura creativa en dos niveles: básico y avanzado. Finalmente, la invitación a los autores para presentar sus obras o impartir clases magistrales sobre las técnicas de escritura ha dado lugar a la creación de un foro literario donde confluyen los lectores, libros y escritores, compartiendo ideas e inquietudes en pro de la cultura.

El corazón imprudente

Carmen Amoraga

Espasa (2023)

Si el corazón no cometiera imprudencias no sería corazón; es el maravilloso riesgo que corremos por estar vivos. Esta novela defiende a ultranza las segundas oportunidades pese a la incertidumbre que conllevan. Los personajes de Carmen Amoraga gozan y sufren probando posibles nuevos trenes. Identificarse en algunas de sus páginas es lo que da fuerza a este relato. ¿Quién no se ha planteado alguna vez subirse o dejar pasar esos trenes?

Lo que más me gusta, y me parece acertado, es la edad que ha elegido para sus personajes. Pasan como mínimo de los cincuenta y supuestamente "ya tienen la vida montada". Parece que las revoluciones del corazón son patrimonio de la juventud y no es así, para lo bueno y para lo malo.

Tina como José Manuel tienen sus respectivos matrimonios. El de ella con Ángel transita los días sin aspavientos ni problemas aparentemente graves. Son los comunes, esos tan extendidos que pasan desapercibidos a no ser que escarbes un poco.

José Manuel sabe que el amor por su mujer, Victoria, no mueve montañas. De hecho, ni la piedra más pequeñita. El sentimiento es recíproco. Pero "ahí están", como tantas parejas vegetando en el hogar mientras en el subsuelo sangran las heridas más o menos profundas.

No le hacen falta a Amoraga personajes épicos ni deslumbrantes. No los necesita para contar algo épico y deslumbrante, porque Tina y José Manuel, han movido ficha en su existencia, y no es poca cosa si el movimiento va en serio. No lo buscaron, pero los trenes que nadie llama nos sorprenden a veces ofreciendo asientos vacíos que esperan ser ocupados.

El mecanismo que activa El corazón imprudente es precisamente el hecho de contemplar dicho asiento como una alternativa válida de futuro. Cuando se desata la batalla interior de Tina y José Manuel comienza a palpitar con rapidez el ritmo de la novela. ¿Qué van a hacer con lo que sienten, con las ganas de no resistirse a lo que el azar les tenía preparado? ¿Serán insalvables los daños colaterales? ¿Merece la pena arriesgarse y entrar en la cacharrería que sin duda será ruidosa? ¿Por qué aterroriza reformular lo establecido, reinventarse, probar lo desconocido?

Este grueso galimatías vivencial aporta una interesante tensión dramática, a ratos enloquece, porque el siguiente paso es imprevisible o puede que simplemente no lo haya. ¿Quién será valiente? ¿No hacerlo implica ser un cobarde? ¿Tenemos derecho a censurar la falta de arrojo?

Al final, lo importante es intentarlo, pensar que la inmovilidad, la apatía, la resignación, no son los mejores compañeros para la eternidad. Y, si todo se pone patas arriba para nada, ¿habrá merecido la pena? Creo que la respuesta de Carmen Amoraga es sí, y yo apuesto por ello.

Es cierto que en algunos tramos la novela se espesa, porque está plagada de trompicones y tropezones de los protagonistas. Es lógico que la mente, la emociones colapsen cuando se anuncia un posible precipicio. De ahí que la lectura confunda en determinados momentos con giros múltiples, que a veces se solapan precisamente por la bruma interior que quiebra los sentimientos de los personajes.

Amoraga trata con mimo la narración y no todo son palabras dulces. Me encanta cuando llama al "pan, pan, y al vino, vino". Y si no suena bien, allá películas, porque a veces el corazón y la vida se ponen muy desagradables.

Amor y desamor son fundamentales en esta novela, bases en las que se apoyan tantos otros sentimientos como la decepción, el miedo, el desencanto. También, dentro de algunas subtramas como es el caso de una relacionada con la memoria democrática y otra sobre una extraña muerte que sobrevuela y amarga la existencia de una de las parejas.

Vivir puede ser un reto. Más osado aún –pero totalmente lícito– si pretendes atender deseos y objetivos, recorriendo veredas que no siempre son las sencillas o las que el entorno considera adecuadas. Cuántas veces grita y exige el corazón que nos soltemos la melena y cuántas veces no le hacemos casito; de ahí que acumule heridas que, aunque parezcan invisibles, acaban reapareciendo.

El 'delito' de Carme Chaparro

Cumplir a rajatabla con lo que dictan el cerebro y la lógica no siempre es lo correcto. Desatender al corazón de forma permanente acaba pagándose caro; da igual las sonrisas y el disimulo que pongamos de cara a la galería. El paso de los días es una continua hoja en blanco donde hay que escribir y tachar sin descanso. Y no, no hay edad para seguir rellenando hojas nuevas. Somos mayores, no robots programados para lo que llaman normativo.

Todos somos protagonistas de nuestra propia novela. Seguro que estas páginas resonarán en el corazón de más de un lector. Porque podría estar hablando de usted, de su vecino y/o compañero de trabajo. Hay Tinas, José Manueles, Ángeles y Victorias a porrillo a nuestra vera.

Gracias, Carmen Amoraga, por volver a la escritura. 

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