Literatura
Manuel Vilas: “Lo que está en crisis es la idea de representación democrática”
Cómodo en el relato, el poema, la novela, la columna periodística y lo que le echen, Manuel Vilas sigue empeñado en pensar —y hacernos pensar— en lo que somos. Como seres humanos y, más aun, como seres humanos contemporáneos. Que no es lo mismo una cosa que la otra. Con el estilo osado y alejado de las convenciones que le caracteriza, el escritor oscense (Barbastro, 1962) ha compuesto en Setecientos millones de rinocerontes (Alfaguara) un puzle de cuentos cortos en los que el cornudo mamífero hace las veces de metáfora del absurdo devenir del hombre como especie. Hay lecciones de (anti)piscología, hay alcoholismo, hay relaciones sentimentales, hay política, hay vida y hay muerte. Hay también mucho de Vilas, y un poco de todos los demás.
Ionesco utilizó el rinoceronte como imagen para denunciar los peligros del totalitarismo. ¿Vas en esa línea?rinoceronte
Ionesco es el gran escritor que se fijó en la imagen del rinoceronte, lo que pasa que él lo utilizó como símbolo del totalitarismo. Yo he cogido la imagen del rinoceronte como representación de la condición humana: una especie de animal majestuoso, enorme, bello, pero también profundamente misterioso e inútil, no se sabe muy bien qué es lo que hace el rinoceronte. Es un animal que parece encerrar el misterio de su propia existencia. He querido coger esa idea de no saber para qué sirve el rinoceronte para explicar el no saber nuestro actual: no saber qué hacemos como seres humanos. A dónde hemos llegado como manada, como civilización, y cuál es el sentido de la vida humana en el siglo XXI. Ionesco lo tomó también para representar el totalitarismo. Yo lo he cogido para representar el no saber qué sentido tienen las cosas. Un león devora animales. Una serpiente es venenosa. Las águilas son majestuosas. Los lobos son feroces. Pero el rinoceronte, ¿qué demonios hace en el reino animal? Todos los animales han cumplido una función simbólica: el león es el rey de la selva, el perro es el gran amigo del hombre... Por eso escogí el rinoceronte.
¿Y después de escribir este libro, estás más cerca de encontrar ese sentido de la existencia del hombre moderno?
Todas las historias que hay en el libro giran en torno a ese misterio final de por qué vivimos y qué es la vida.
¿Hablas del ser humano en general o del ser humano español en particular?
Siempre mis ficciones están muy ambientadas en España y quieren buscar un sentido de la vida española. Explicarse qué nos pasa como nación, como sociedad. Son siempre textos muy españoles.
A tus rinocerontes les pasa de todo: se divorcian, se mueren…
Sí, hay tres temas dominantes en el libro: el divorcio, el alcoholismo y la muerte de los seres queridos.
¿Son estos los grandes temas que definen nuestra vida contemporánea?
Son temas que están muy presentes en la vida de la gente. Las adicciones malignas, las separaciones sentimentales y la muerte. La muerte es el gran final de todas las cosas, y es un tema sobre el que no se puede decir mucho. Es un fin de fiesta que arruina todo lo demás. Toda construcción política o social se desmorona con la llegada de la muerte.
Pero la muerte llega para el individuo, no para la manada.
Decía Azorín que vivir es ver morir. Cuando vas viendo que otros mueren te vas dando cuenta de la relatividad de todas las cosas.
En el libro aparecen también otras de tus obsesiones recurrentes, como los siete músicos muertos (En un relato protagonizado por Janis Joplin, John Lennon, Ian Curtis, Elvis Presley, Jimi Hendrix, Jim Morrison y Brian Jones).
Están muertos: esa es la clave. Están allí no porque sean maravillosos, sino porque están muertos y hablan desde un cuadro a El Greco. Este cuento sirve para explicar que el arte es un remedo de la vida pero no es la vida. Los pintores, los artistas… buscan sustituir la vida, pero siempre queda una insatisfacción final, y es que lo escrito o lo pintado no es la vida, es una representación. Quiere decir que el arte es un sustituto de la vida pero lo maravilloso es la vida. Es como la historia que cuentan de Miguel Ángel, que le pegó un martillazo al David diciéndole: levántate. Es un recordatorio de que la vida está siempre por encima del arte.
¿Entonces por qué practicar el arte y no la vida?
Ese es uno de los dilemas. Los escritores escribimos porque no sabemos vivir lo suficiente o porque todos los deseos que tenemos no se pueden cumplir en la realidad y recurrimos a la literatura. La literatura como una fuente de consolación de aquellas cosas que no podemos vivir. Esa es una de las claves de por qué la gente escribe o pinta o hace cine o música. La gran intención del arte es una especie de consolación por aquello que no nos está permitido vivir.
Hay un relato muy curioso que imagina un futuro en el que el fútbol ha sustituido a la política.
Es que el fútbol tiene mucho componente político. En ese relato he querido extremar el componente político del fútbol en una distopía, en un futuro en el que solo habrá fútbol. Las estructuras políticas habrán desaparecido y solo quedarán partidos de fútbol. Es un cuento distópico.
También realista.
Sí, sobre todo para los fans del Real Madrid (así se titula el relato). Igual los que no sean fans del Madrid se cabrean (se ríe).
También hablas de Francisco Umbral como el culmen de la literatura española.
Sí, porque fue el último rinoceronte negro. Fue el último escritor intempestivo, violento, incómodo, arrogante. Actitudes muy literarias que ya no se han vuelto a ver. A mí me llama la atención que todo eso ahora no esté vigente. Ahora los escritores son más cuidadosos, son políticamente más correctos. Son muy aseados. Me gustaba Umbral porque era la última mala bestia de la literatura española. Ya no hay malas bestias: hay gente muy educada y muy amable.
¿No hay absolutamente nadie que se acerque un poco a ese ideal de Umbral?
No, son todos amables. Todos en España son amables y correctos, y Umbral era intempestivo e incorrecto.
¿De qué sirve ser intempestivo e incorrecto en literatura?
Es una forma de luchar contra el aburrimiento. Yo no lo veo tanto como una lucha política sino contra el aburrimiento. Ser intempestivo, incorrecto, malhablado, violento, era como decir: vamos a convertir la vida en un carnaval y no en una misa. Era quitarle solemnidad y gravedad a las cosas y darle un toque carnavalesco. Y en ese sentido, Umbral era un escritor que nunca era aburrido. Ahora, por ejemplo, el columnismo es absolutamente aburrido y previsible. Él hacía un columnismo que luchaba contra el aburrimiento.
¿Y el que tú haces?
Pues me dejan un poquillo, pero cualquier día de estos me echan. No se puede hacer literatura en los periódicos ya, es muy difícil. El último que lo hizo fue Umbral. Ahora lo que hay son columnas de opinión muy aseadas, de esa izquierda resabiada de todo correcto que tenemos, pero es aburrida.
Ahora dicen que la mejor literatura se ha convertido en series de televisión.
Sí. En ese sentido yo lo que echo de menos es un poco de marcha, un poco de diversión. Que sea más iconoclasta y más irreverente.
Decías en una entrevista hace un par de años que estábamos ante el fin de una era. ¿Sigues pensándolo? Y si es así, ¿qué vislubras en el futuro?
Somos 7.000 millones de seres humanos en este planeta, es una fiesta biológica lo que hay aquí encima de la Tierra. Con organizaciones políticas que en cualquier momento pueden estallar por los aires. Y luego cada uno tiene su vida personal que tiene que resolver, su vida social y personal.
¿Y esperas algo de este domingo?
Que no den mucho la vara por la tele.
Ese deseo me parece que no se va a cumplir. ¿Y en lo que se refiere a los resultados?
Me da exactamente igual. Voy a ser sincero, nadie es sincero en este país: me da igual quién gane las elecciones. Yo no me siento representado por ningún partido, me siento representado por mí mismo. Es más, clamo el derecho de que los ciudadanos no se sientan representados por nadie. Que los ciudadanos sepan que nadie les va a representar. No hay ningún político que vaya a hacer nada por ellos, más vale que espabilen.
O sea, que te acercas más a la postura ácrata.
Sí, bueno. Lo que está en crisis es la idea de la representación, se ha visto que hay un simulacro en la idea de la democracia. En realidad, tú votas a alguien pero no te representa para nada, y ante eso estamos. La izquierda se ha rearmado contra esto, pero la izquierda ocurre dentro del capitalismo. La derecha se entiende mejor con el capitalismo, históricamente se ha entendido mejor. En cualquier caso, tanto la izquierda como la derecha buscan lo mismo: el éxito. El éxito es el gran exponente del capitalismo. Todo el mundo quiere tener éxito: los arquitectos buscan el éxito, los empresarios buscan el éxito, los políticos buscan el éxito, los escritores también. Esa es la única razón de ser: todo el mundo busca el éxito y el dinero.
Y la izquierda lo que quiere es dinero para la clase media, pero dinero. La clase media se quedó sin dinero porque la derecha dijo que ya no le daba dinero a la clase media. La izquierda ha dicho, vamos a hacer que la clase media renazca. Podemos surge cuando la derecha económica decide proletarizar a la clase media occidental. Cuando se proletariza la clase media occidental aparecen partidos políticos como Podemos, y eso significa que tenemos una democracia magnífica, porque eso se podía haber resuelto fuera de la democracia, lo cual habría dado origen a la violencia política. Pero la proletarización de la clase media ha sido gravísima en este país.
La derecha ha querido esconder que estaba proletarizando a la clase media, lo ha escondido con trucos de magia. Ahora es muy gracioso que la derecha se lleve las manos a la cabeza con la aparición de Podemos, ¿qué esperaban? Si proletariza a la clase media, qué espera. Es normal que salga Podemos. Lo de la derecha es infumable siempre. La derecha es 'yo voy a vivir muy bien y vosotros vais a vivir muy mal', y no hay otra forma de organizar esto. Este es el mensaje de la derecha de este país constantemente: nosotros tenemos que subir para que vosotros podáis comprar de vez en cuando unos zapatos nuevos, cambiar el coche cada diez años… Y tenéis que aceptar esto, porque si no, no hay nada.
¿Y tú también persigues el éxito, en tu caso literario?
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Antes, el éxito de un escritor residía en escribir una obra intensa y emocionante. Ahora tú puedes escribir una obra maravillosa, que como no la vendas eres un fracasado. El éxito literario ahora es vender libros. De hecho, si tú escribes ahora una obra maravillosa y no la vendes, nadie va a decir que es una obra maravillosa. Te van a decir que has fracasado. ¿Cuál es el miedo de un escritor? No vender sus libros.
¿Seguirías escribiendo aunque no vendieras?
Sí, porque no sé hacer otra cosa. Y a mi edad ya…