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Memorias (y otras evocaciones) de África

El periodista Xavier Aldekoa.

Como ocurre en el corazón de Camerún, en sus explosivas selvas “donde la vegetación es tan densa que ni siquiera penetra la luz del sol”, la cartografía no solo de aquel país, sino del continente africano al completo continúa siendo una encrucijada oscura e intransitable. Pocos, poquísimos reporteros informan de lo que allí sucede para el conocimiento de los españoles. Uno de ellos es el periodista barcelonés Xavier AldekoaXavier Aldekoa (1981), residente en Sudáfrica y viajero incansable por más de 35 países, los cuales ha retratado, criticado y alabado, acaso muchas veces ambas cosas a la vez, en sus crónicas para el diario La Vanguardia, del que es corresponsal desde el año 2009.

A partir de sus experiencias, que ha pasado por el tamiz de su conciencia para generar unos textos más “sentimentales” que “analíticos”, Aldekoa ha dado forma a Océano África, un libro elaborado como un mosaico de personajes y procedencias en torno a amistades forjadas, pueblos visitados, lugares recorridos o acontecimientos vividos, que quiere ser muestra de la diversidad y la vivacidad de aquellas tierras.“Utilizo esas situaciones como vehículo para entender el continente, el origen de sus dolores y sus alegrías”, explica el periodista.

Pigmeos cameruneses que ven desfallecer su modo de vida, niños perdidos en la Somalia sumida en el caos, inesperados ángeles de la guarda en la Angola del pegamento esnifado, la puerta del desierto en Mali, lodazales de petróleo en lo que antes fue el edén en Nigeria… Las historias crecen y se multiplican en África, ese África infinita de la que Aldekoa se ha concentrado especialmente en su parte subsahariana, aunque con lugar para excepciones, como algún capítulo dedicado a Egipto o al mismo Mali.

Frente a esa escasez de presencia de periodistas que reporten para España, Aldekoa reconoce el mayor despliegue de los medios anglosajones o franceses. Cosa que no siempre tiene una lectura en positivo. En 2011, recuerda, hubo una gran sequía que provocó desplazamientos masivos entre Somalia y Kenia. “Allí vi a los somalíes atravesar el desierto, era un mundo que se estaba desmoronando”.

Una semana después, rememora, aparecieron por allí los profesionales de CNN y Al Jazeera. Y de la nada absoluta durante siete días de travesía por el erial, aquella noticia saltó a la primera plana. “Ahí te das cuenta de la arbitrariedad de los medios”, dice Aldekoa, que antes de instalarse en África pasó temporadas en Brasil para aprender portugués, en EEUU para aprender inglés o en Francia para aprender francés, todos idiomas hablados en aquel continente.

Antes aún de todo aquello, estaban los relatos que su padre le contaba a los pies de su cama, que espolearon su imaginación y sus ganas de volar a África, ilusión que materializó antes de establecerse allí profesionalmente. “Empecé como becario de la sección de cultura de La Vanguardia, haciendo crónicas de conciertos”. Aunque en apariencia alejada de los temas que ahora explora, lo cierto es que aquella práctica le ayudó a “escribir rápido y a describir, a usar los adjetivos”.

Ahora tiene un acuerdo con el periódico de Barcelona y, además, trabaja para una pequeña productora audiovisual, Muzungu, haciendo reportajes. “La lucha no es tanto la cantidad sino la calidad”, dice a la pregunta de si le compran muchos temas desde la redacción en España. A veces, detalla, resulta más productivo escribir solo un artículo explicando a fondo una situación concreta –como puede ser la revolución que estalló hace un mes en Burkina Faso-, que redactar varias piezas sueltas y descontextualizadas.

En Burkina, en efecto, acaba de brotar una revuelta que ha terminado con el gobierno de Blaise Compaoré tras 27 años apoltronado en su asiento. Y acontecimientos revulsivos como este se acumulan: el ébola continúa azotando varios países del África occidental, Nigeria se encuentra al borde de la guerra civil, Somalia es un país sin estado desde 1991… Pero también están aumentando los niveles de alfabetización y se está consolidando una prensa potente y combativa.

“Hay algunos medios africanos que son muy buenos, como el Mail and Guardian de Sudáfrica, que cuenta con un equipo de investigación subvencionado de manera anónima”, relata Aldekoa, para subrayar que “un buen periodismo genera una mejor democracia”. “También existen otros, como The Vanguard en Nigeria, que tiene mayor tirada que todos los periódicos españoles, lo que demuestra la gran pujanza del periodismo”.

De todos los sucesos y hechos de los que ha sido y es testigo, los positivos y los negativos, los que llegan a España o a Occidente y los que se quedan encerrados del mundo, el periodista cree que hay uno que deberíamos tener muy presente, por su capacidad de cambiar el rumbo de la historia: el vertiginoso crecimiento de la población africana. “A día de hoy, Níger y Holanda tienen más o menos 17 millones de habitantes cada uno”, ilustra. “Para 2030, se calcula que Holanda habrá crecido un millón, hasta los 18, mientras que Níger alcanzará los 66”.

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Lo mismo que cada día hay más africanos en África, también hay más chinos en África. "Se han dado cuenta de que, aparte de minerales, en África hay africanos", explica. "Y se preguntan: '¿qué necesitan? ¿Cuánto pueden pagar?' Es decir, que también están mirando por las necesidades del africano". Estas no se reducen solo a lo material: problemas como el VIH (hay unos 25 millones de infectados en el Subsáhara), el áun no controlado ébola, el machismo o la intolerancia hacia los homosexuales continúan a la cabeza de la lista de entuertos que deshacer. 

De la mujer, dice Aldekoa en el libro que "es el héroe olvidado de África. Porque no solo es, aunque invisible, el motor del continente, también es su pieza más fiable: una mujer africana jamás desaprovecha una oportunidad para sacar adelante a los suyos". Sin embargo, las mujeres lesbianas del país en el que vive, Sudáfrica, "que tiene una de las constituciones más progresistas del mundo", son sistemáticamente violadas para "convertirlas": "se les llama violaciones correctivas".

"Es un problema que va a requerir tiempo", vaticina el periodista. "También lo necesitamos en España, donde antes, a lo mejor hace un siglo o incluso no tanto, en época de nuestros abuelos, era muy, muy difícil aceptar a un homosexual, y ahora es algo afortunadamente normalizado. Lo malo es que ha habido también sectas religiosas cristianas o de EEUU que han malmetido, sobre todo en países como Uganda, por ejemplo, donde llevan su voz conservadora a las poblaciones". 

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