El momento de Biznaga es ahora. Pero no con minúsculas, no, sino en mayúsculas y entre exclamaciones. Porque ¡AHORA! (Montgri, 2024) es el título de su flamante quinto disco, disponible desde este viernes. Un tratado del mejor punk rock contestatario (y constructivo) y mucho más que eso: una radiografía de una sociedad con el agua al cuello que ya apenas hace suelo y empieza a resignarse al ahogamiento. Pero es en ese momento de casi tirar la toalla cuando aparece Biznaga para zarandearnos, cantarnos cuatro verdades a la cara y sacarnos del acatamiento con una consigna infalible por bandera: la sumisión no es una opción, el presente no se detiene y el futuro es, efectivamente, ahora. "Vamos a pelearlo", remarca el batería del cuarteto, Jorge 'Milky' Ballarín, en conversación con infoLibre.
Siempre se dice que el momento es ahora, pero luego nunca lo es. ¿En el caso de Biznaga sí que es ¡AHORA!?
A veces tenemos una especie de nostalgia incapacitante y también anhelos que hacen que vayamos postergando las cosas. A nosotros nos gusta que el título llame la atención y recoja el tono general de lo que se dice tanto musical como discursivamente. ¡AHORA! lanza ese mensaje y resume lo que hay en el disco. En el disco anterior, Bremen no existe, hay una negación, no hay futuro, pero de repente el siguiente álbum te dice que es ya. Vamos a construir ese futuro, vamos a pelearlo. Inventar el futuro e inventar el presente ha sido un clásico desde siempre, y por eso existen las religiones, las drogas y esas zonas temporalmente autónomas que escapan de toda realidad material e incluso emocional. Pero no hay que pensar en el futuro, hay que repensar, reclamar y disputar el presente ya. Hay que hacerlo ahora.
¿De ahí que el entusiasmo sea una forma de resistencia?
Si el entusiasmo sirve para revitalizar o reforzar algo que solías hacer o que quieres hacer, estupendo. Las canciones no cambian la Historia, pero le pueden poner una bonita banda sonora a los cambios. El entusiasmo es una canción optimista, vitalista y enérgica. Con su deriva melódica y su urgencia punk creo que, con toda la humildad, se convirtió en clásico nada más salir y es una de las mejores canciones de Biznaga.
¿Recoge de alguna manera Biznaga el testigo del rock de combate de los Clash?
Nuestra deriva política, nuestro crecimiento político, ha sido poco a poco desde el punto de vista grupal. En la banda siempre ha habido miembros militando en organizaciones y colectivos. Pero me resultaría algo osado, teniendo en cuenta el mundo en el que vivimos y las lógicas mercantilistas de la industria musical, decir que lo nuestro es rock de combate. Podría ser rock con sentido crítico, aunque no suene nada bien. Quizás sencillamente punk rock, o rock urbano, que es una etiqueta pollavieja pero que nos gusta reivindicar porque siempre fuimos de Leño, Asfalto o Porretas. Pero creo que para ser rock de combate, aunque entiendo la referencia, tendríamos que ser mucho más comprometidos y tendríamos que estar usando nuestra música de manera deliberada única y exclusivamente como arma política.
En los festivales parece que no hay problemas, anhelos, ni cosas que criticar, pero de repente aparece Biznaga y te suelta cuatro verdades a la cara
Los grupos que mencionas han sido todos a su manera contestatarios y desde luego muy populares. No sé si en estos tiempos el rock más respondón es más de nicho, y por eso resulta una excepción tan notoria que vosotros estéis llegando a más gente.
Puede ser, efectivamente, que Biznaga, con su identidad y su idiosincrasia, llega a unos espacios a los que la música más de nicho no está llegando, porque no se sube a ciertos escenarios a los que nosotros nos estamos subiendo con un mensaje que desde luego en ciertos ambientes no se oye. Así, parece que en en esos planes de vacaciones que son algunos festivales no hay problemas, no hay conflictos, no hay anhelos y no hay cosas que criticar, pero de repente aparece Biznaga y te suelta cuatro verdades a la cara. Sí que parece que eso se está perdiendo.
¿Es todo mucho más fiesta para hoy y ya veremos el lunes?
Es todo más despreocupado y hedonista, cosa que yo respeto y comparto hasta cierto punto. Personalmente, me siento más pletórico si el arte me puede divertir, emocionar y encima reforzar o reivindicar cosas pertenecientes a la cruda realidad.
La cruda realidad está muy presente en ¡AHORA! desde el arranque con El futuro sobre plano, donde ya abordáis, entre otros asuntos, la crisis de la vivienda, en la que profundizáis en Espejos de caos, la historia de una pareja rota que ya no se soporta pero se ve obligada a compartir piso porque se necesitan para pagar el alquiler. ¿Es la viviendo el problema del siglo XXI?
Es una deriva a nivel internacional, es algo que se lleva sembrando desde los ochenta y los noventa. No somos sociólogos ni politólogos, pero sí que es una cosa que se ha reivindicado desde siempre. En España, por ejemplo, desde los setenta con la inmigración a las grandes ciudades de gente que necesitaba casas dignas, dotaciones y servicios para el barrio. Sabíamos que el escenario se iba a poner mucho peor, y la inmovilidad, la despreocupación y la irresponsabilidad de los políticos, junto a las lógicas mercantilistas en torno a este derecho básico, nos han traído a este problemón intergeneracional y transversal. Por supuesto, las clases populares son las que salen peor paradas, pero las clases medias también se van empobrecer y se van a ver perjudicadas por este asunto, porque nadie está haciendo nada. De hecho, lo único que se está haciendo en Madrid es convertir las oficinas vacías en viviendas. Todo son actos cortoplacistas para sacar la mayor tajada posible y marcharte a otro lado a invertir.
En Imaginación política cantáis: "Vamos a hablar de salud mental, 80 la sesión, ¿cómo vas a pagar? Seguridad social no es seguridad, para lo demás, usa Mastercard. La sociedad se desmorona. Libertad, qué buen eslogan. Todo al mismo tiempo en todas partes y mal. Jajaja es gracioso porque es verdad". Un dibujo certero. ¿Quién puede pagarse la salud mental?
Muy poca gente. Y los recursos son muy pocos, insuficientes. Es una urgencia, y tampoco se está haciendo nada. Es igual que con la vivienda, una cuestión de voluntad política. Es un problema grave y mientras tanto tienen a la gente medicalizada, drogopropulsada, con ansiolíticos, para que sea productiva, para que no moleste, ni sea disruptiva. Es como 'medícate y vuelve al trabajo', algo que yo he visto en todas las esferas de mi vida.
En el estribillo de esta canción lanzáis la pregunta del millón: "¿te imaginas que fuera posible otra vida, que hubiera alternativa a esta deriva?"
Es que no quieren que la imaginemos, no quieren que entre nosotros hablemos, nos demos cuenta y tiremos para delante. Esos versos llaman al despertar, porque otra vida es posible. Hay que repensar las cosas. Lo que buscan estas canciones es avivar el debate. Las canciones no son bombas, ni son manifestaciones, pero sí que pueden plantear, avivar y mantener presente el debate.
La ciudad se ha convertido en algo muy malévolo y muy irónico, con un montón de bicicletas de aquí para allá con comida, y al mismo tiempo un montón de publicidad en movimiento
Requiem por un rider atropellado por una furgoneta de reparto en General Ricardos "por llevarle el teriyaki a algún tarado". ¿Nos hemos acostumbrado a esa precariedad y ya nos da absolutamente igual? ¿Son repartidores que nos rodean pero al mismo tiempo invisibles porque satisfacen nuestras necesidades?
Eso es. Es que entre el servicio y tú hay un algoritmo y también hay una persona, pero tu diálogo es con una aplicación, algo totalmente impersonal. La ciudad se ha convertido en algo muy malévolo y muy irónico, con un montón de bicicletas de aquí para allá con comida o lo que sea que lleven, y al mismo tiempo un montón de publicidad en movimiento. Esta canción se fija en una situación muy concreta para crear una escena muy poderosa y verosímil mientras habla de la impersonalidad y la deshumanización del trabajo... Además, el rider es atropellado por una furgoneta de reparto, que es otro vehículo fundamental que se desplaza por nuestras ciudades.
Pero nuestras ciudades son libres. Eso nos dicen desde la derecha, vaya, con la libertad siempre en la boca. ¿Qué demonios significa esa palabra ya tan vaciada?
A la libertad hay que tenerle mucho respeto y hay que usarla como se debe, pero está totalmente vacía de significado y es simplemente un ingrediente o una especie de aditivo que se usa en el discurso y en el debate político más obtuso y más descarnado. Además, al final ocurre que la libertad, que parece que es algo tan absoluto, de repente se fragmenta en distintos tipos de libertades. Por ejemplo, la libertad de Ayuso no se parece en nada a la que nosotros imaginamos o reivindicamos, porque parece que la libertad ahora mismo es un bien de mercado, es algo que se puede fiscalizar o algo que en realidad se debe a la libertad económica, la libertad de elección de consumo.
También se ha vaciado de contenido el significado de fascismo, lo cual es un gran peligro.
Sí. Como profundo izquierdista soy muy crítico con mi entorno, y hay cosas que en su día ocurrieron que no me gustaban. Cuando se llamaba revolución al 15M, no era eso, porque era simplemente propuestas democráticas. Ya me hubiera gustado a mí que hubiese sido una revolución. Y cuando se llamaba fascista a todo el mundo, al final se banaliza el término y algo tan jodido y tan cruel como el fascismo lo era tu vecino, la policía, el juez o el que decía que no opinaba como tú. Eso es peligroso, porque hay que respetar las palabras y su significado.
¿Cómo os sienta que se nos vaya la conversación con Biznaga siempre hacia el discurso y se aparque de más la música?
Yo no tengo ningún problema en hablar de política, porque nuestro discurso ha incidido y ha entrado en la actualidad política, es indudable. Pero somos una banda de música con cinco discos y doce años de carrera artística. Alguno dirá que lo personal es político y que el arte siempre es político, vale, pero eso es otro debate, y nosotros hemos gastado mucho dinero y empleado muchos meses en desarrollar un disco bien hecho y arreglado que suene bien.
Hablemos de música pues. No es demasiado original deciros que Espejos de caos suena totalmente a Oasis, ahora que todo el mundo vuelve a hablar de Oasis, pero es que es una balada noventera muy britpopera. ¿Cómo han recibido vuestros seguidores más acérrimos esta canción?
Siempre hemos reivindicado las melodías. En el caso de Espejos de caos la novedad está en esa bajada de velocidad. Es la canción más lenta de Biznaga, está arreglada con guitarras acústicas y ese bombeo lento con el que, efectivamente, hay un acercamiento muy años noventa. Algo que siempre hemos tenido, si bien es verdad que en este disco hemos tenido atrevimientos que nunca antes habíamos tenido y uno de ellos se ha materializado en esta canción. Se reconoce a Biznaga, pero hace una incursión en otra manera de hacer una canción, igualmente potente.
¿Y cuáles son las canciones más clásicas del sonido Biznaga que podemos encontrar en ¡AHORA!?
Hay desarrollos nuevos en Espejos de caos y Benzodiazepinas, planteamientos que además tenían que hacerse tranquilamente en el estudio porque eran canciones que no podían construirse como siempre hacemos, con la pegada de cuatro tíos metidos en el local sudando. Y esto lo posibilita tener más tiempo y dinero, que es como consigues que salgan canciones más reposadas y desarrolladas. Luego, algunas que podrían perfectamente haber estado en nuestro anterior disco, Bremen no existe, son por ejemplo Las afinidades eléctricas o Requiem por un rider.
Por lo general, todos los grupos empiezan siendo más directos y crudos por una cuestión de juventud y falta de recursos, pero muchos cuando evolucionan llegan a lugares insospechados cuando tienen tiempo y recursos para aprender a usar el estudio de grabación como un instrumento más. ¿Estáis ya en ese punto?
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Claro. Fíjate en los Arctic Monkeys, con la pegada bestial del primer disco y luego los últimos con unos planteamientos musicales desarrolladísimos de madurez de ideas y creatividad. Eso es súper sano y muy interesante, porque la gasolina para mantener una banda es ir explorando y que tus recursos te acompañen para ir aprendiendo cosas que antes no sabías hacer.
Han aparecido varios grupos en esta conversación. ¿Qué referencias concretas puede encontrar el oyente en ¡AHORA!?
A nivel individual, cada uno de nosotros tiene sus propios gustos y luego en la furgo hacemos puestas en común. Nos vamos lanzando ideas, aunque tengo que decir que yo paso, porque sigo escuchando reggae y el resto me da igual (risas). Pero sí que están por ahí estos aires noventeros de Oasis, Pixies o Weezer. El punk rock del 77 siempre está en mayor o menos medida porque no se puede quitar ni con aguarrás, y también sonidos ochenteros de R.E.M. o The Cure. Por ahí está un poquito, aunque luego lo más interesante es lo que diga la gente, que ya sabemos que puede decir cualquier cosa (risas). ¡Pero cualquier cosa!
El momento de Biznaga es ahora. Pero no con minúsculas, no, sino en mayúsculas y entre exclamaciones. Porque ¡AHORA! (Montgri, 2024) es el título de su flamante quinto disco, disponible desde este viernes. Un tratado del mejor punk rock contestatario (y constructivo) y mucho más que eso: una radiografía de una sociedad con el agua al cuello que ya apenas hace suelo y empieza a resignarse al ahogamiento. Pero es en ese momento de casi tirar la toalla cuando aparece Biznaga para zarandearnos, cantarnos cuatro verdades a la cara y sacarnos del acatamiento con una consigna infalible por bandera: la sumisión no es una opción, el presente no se detiene y el futuro es, efectivamente, ahora. "Vamos a pelearlo", remarca el batería del cuarteto, Jorge 'Milky' Ballarín, en conversación con infoLibre.