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Festivales sin barreras, un derecho para las personas con discapacidad y un gusto para los artistas

Ambiente de público durante la segunda jornada del festival Mad Cool que se celebra en Madrid.

Cualquiera que haya asistido a un festival sabe que no siempre hay una alfombra roja para llegar hasta el recinto. Muy pocas veces. Casi nunca, de hecho, pues este tipo de eventos se celebran en lugares tan variopintos como descampados, aparcamientos o parajes naturales en los que hay que montarlo todo literalmente desde cero. Largas colas de asistentes, barreras arquitectónicas, suelos desnivelados, escaleras, dificultades para aparcar, problemas de visibilidad y mil penurias más que pueden no darse pero que también pueden ocurrir, por supuesto que sí, todas a la vez con miles de personas congregadas en un recinto hostil.

Este panorama se lo plantea todo el mundo en un clima de desconocimiento salvo en el caso de festivales que llevan muchos años en el mismo recinto. E incluso en esos casos. Pero para las personas con algún tipo de discapacidad, este mismo panorama puede resultar un obstáculo tan impertinente como para decidir quedarse en casa, provocándose así una discriminación pues, no en vano, en el artículo 5 de la Declaración sobre diversidad cultural (2011) de la UNESCO se establece que los derechos culturales son inseparables de los derechos humanos.

Algo tan claro y rotundo no debería ser citado como un derecho sino como una realidad pero, desgraciadamente, debemos preguntarnos si el acceso a la cultura, el arte o la música están garantizados para todo el mundo, independientemente de sus capacidades, circunstancias y/o realidad social. En España se celebran un millar de festivales a lo largo del año y, aunque las cifras son elevadas, lo cierto es que no todos los espacios en los que se celebran cuentan con medidas de accesibilidad universal que faciliten el acceso y la experiencia para todas las personas sin excepción.

"Gracias a las nuevas leyes, los organizadores de los festivales cada vez más se preocupan de que el sitio donde se va a celebrar este adaptado o sea accesible en mayor o menor medida", asegura a infoLibre Edurne Francisco, técnico del área de accesibilidad universal, turismo y cultura inclusivos de la Plataforma Representativa Estatal de Personas con Discapacidad Física (PREDIF), quien apunta: "Quizás donde más facilidades nos encontramos es precisamente en la eliminación de barreras físicas, porque ya por ley lo tienen que hacer. Habrá sitios donde sea inviable, pero aún así hay que encontrar la manera de ofrecer un acceso alternativo, unos itinerarios y puestos reservados... cada vez se implican más los gestores y los organizadores y encontramos más facilidades. Claro que la ley les obliga".

Cada año se ve más accesibilidad y más demanda, la gente se está moviendo porque está viendo que sí que puede

Edurne Francisco — Plataforma Representativa Estatal de Personas con Discapacidad Física (PREDIF)

"Ahora estamos en el segundo punto de convencer a la gente de hacerlo realmente inclusivo", continúa, aportando el dato de que en España hay 4,3 millones de personas con algún tipo de discapacidad, lo que supone el 8,5% de la población: "Demanda hay, pero si por muy accesible que seas no lo promueves o no sabes facilitar esa información cuando un posible usuario muestra interés, las personas con discapacidad dejan de asistir. Cada año se ve más accesibilidad y más demanda, la gente se está moviendo porque está viendo que sí que puede".

La Ley 51/2003 de Accesibilidad Universal es la que ha promovido un avance claro en los últimos veinte años en un campo en el que se sigue avanzando ya con un marco legal consistente. Es por ello que los festivales están "preparados según lo que requiere la legislación española, si bien hay muchos que, por puro desconocimiento, no van más allá", explica a infoLibre Nieves Martí, responsable de Accesibilidad, Diversidad e Inclusión de Sonorama Ribera, uno de los festivales más longevos, emblemáticos y adelantados en esta materia de nuestro país. "Sonorama sí que somos una rareza en el sentido de que somos, yo diría, el primer festival de 30.000 asistentes al día que cuenta con medidas que superan un poco lo que marca la legalidad. Así, desde 2021 empezamos a apostar por la accesibilidad entendida como una necesidad más transversal, tanto porque implica a muchos departamentos del propio festival, no solo infraestructuras, como porque queremos dar respuesta a diferentes tipos de discapacidad".

Efectivamente, el festival de Aranda de Duero (Burgos) tiene en cuenta a las personas con movilidad reducida pero también a los asistentes con discapacidades cognitivas o sensoriales (personas sordas o con discapacidad visual). De esta manera, ofrecen interpretación con lengua de signos, subtitulado y audiodescripción en conciertos concretos, así como mochilas vibratorias o bucles magnéticos para personas sordas. Por supuesto, también plataformas elevadas, baños accesibles y mostradores a doble altura tanto en barras como en las casetas del cambio de pulsera. Incluso hay otras medidas encaminadas a mejorar la deambulación por el propio recinto, como carriles de acceso preferente adaptados para personas de movilidad reducida, que también tienen su propio parking y lo pueden solicitar por la web, donde cualquiera puede pedir todas las medidas que necesite, "incluso las letras de las canciones, que son muy requeridas por asociaciones de personas con discapacidad intelectual, pues es algo que les ayuda a meterse en el concierto y disfrutarlo".

A través de las medidas implementadas por Sonorama Ribera, que cuenta también con balizas de señalización que pueden usar las personas con discapacidad visual para orientarse y poder andar dentro del recinto, llegamos a un dibujo prácticamente ideal de lo que debieran ofrecer todos los festivales en materia de accesibilidad e inclusión. No en vano, el evento burgalés es uno de los destacados (junto a Cooltural Fest, Mallorca Live Festival o B-Side Festival) en el Anuario de festivales accesibles 2023, fruto del compromiso entre PREDIF y la Fundación Music for All. "Queremos acercar un poco y sobre todo sensibilizar lo que implica hacer un festival de manera inclusiva. Ya no es solo la eliminación de barreras físicas y proporcionar sitios un poco estratégicos que faciliten el disfrute, sino que todos los asistentes lo puedan sentir y participar en igualdad de condiciones", resume Edurne Francisco, quien coincide con Martí en que "la accesibilidad universal hay que implantarla de una manera transversal y ya en el desarrollo del producto". "Es la manera más eficiente de hacerlo para ahorrar costes, pero es que además es mejor considerar desde el inicio la accesibilidad que no luego ir haciendo adaptaciones sobre lo ya hecho".

El propio público general es más consciente de que también hay personas con discapacidad que van a los festivales y que hay que tener unas medidas para que puedan disfrutar de la música como todos los demás

Nieves Martí — Responsable de Accesibilidad, Diversidad e Inclusión de Sonorama Ribera

Se trataría, en definitiva, de implementar medidas para mejorar la accesibilidad física, cognitiva y sensorial. Todo a la vez. Algo que empieza ya antes del festival de turno, por ejemplo aportando toda la información del itinerario desde que la persona con movilidad reducida sale de casa, sabiendo ya si el hotel donde se va a alojar está adaptado, si hay transporte público accesible para llegar al recinto o si tiene aparcamiento específico. De hecho, comienza aún antes, creando una página web con una interfaz clara y de uso sencillo o elaborando mapas y programas sencillos y legibles.

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Una vez ya en el lugar de los conciertos, hay todavía más medidas para un festival ideal. Información en braille, accesos preferentes, áreas de descanso accesibles, libre acceso para acompañantes de personas con grandes necesidades de apoyo o de perros guía (previa solicitud), rutas accesibles hasta las zonas de acampadas, atención a los asistentes durante el festival, punto de información y asistencia inclusivo, compromiso de contratación de personal perteneciente a colectivos en riesgo de exclusión social, Inclusión de artistas con discapacidad en la programación o descuentos a personas que presenten el carnet oficial de personas con discapacidad.

Una problemática en la que los festivales tienen obligatoriamente que ponerse las pilas para ir más allá de lo que dice la ley. Una senda en la que están otros festivales destacados en el mencionado Anuario como VESU Oviedo, Festival Salitre, Festival Murmura o Som Festival. "Se ha avanzado un montón. Toda la sociedad en sí ha evolucionado bastante. Hay una razón social importantísima porque es un derecho para las personas con discapacidad y, por lo tanto, un deber para los gestores y organizadores. Para los artistas es satisfactorio y es una manera de llegar a más público, que además es muy fiel, y, sobre todo, un deber social. Con los empresarios lo que intentamos, aunque suene un poco materialista, es que vean que por ahí pueden tener un negocio también", resume Edurne Francisco.

Y Nieves Martí, por su parte, remata: "Hay más concienciación y más información, que es muy importante. Hace unos años, si te decían 'tenemos que implementar medidas de accesibilidad para tal grupo de discapacidad' era muy difícil saber qué medidas había y cómo implantarlas. Se está avanzando mucho en los últimos años, hay más concienciación social, las propias asociaciones están haciendo una labor increíble, y el propio público general es más consciente de que también hay personas con discapacidad que van a los festivales y que hay que tener unas medidas para que puedan disfrutar de la música como todos los demás. Mi sensación es que va despacio pero con una base muy sólida".

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