Cultura
Cuando todo salta por los aires
"Cuando se cerraron las puertas de la ambulancia, y las luces de la calle, y los focos de los servicios de emergencia, y las sirenas luminosas de otras ambulancias y los coches de policía, y los ruidos rotos que me golpeaban los oídos se aplacaron, concediéndome una tregua para reconocer hasta qué punto era un milagro estar vivo, un pensamiento tristísimo, pero verdadero, me aplastó: solo tenía veinte años, pero ya había dejado atrás mis mejores días". Esto lo dice Paul, uno de los protagonistas de Rewind, la nueva novela del escritor y periodista Juan Tallón, al final del primer capítulo. El lector se podrá imaginar que no es, precisamente, una novela ligera.
Rewind gira en torno a un momento, un instante en el que la vida de los cinco narradores de esta historia se detiene. En Lyon, una explosión accidental arrasa un edificio en el que viven, entre otros, cuatro estudiantes universitarios de distintos países y una familia francesa de origen marroquí. Paul es el único superviviente del primer apartamento, y nos hablan también el padre de Emma, una chica sevillana que utiliza la beca Erasmus para alejarse de una familia oscura; la hermana de Luca, otro de los inquilinos, un chaval italiano obsesionado con Marco Pantani; una doctora que forma parte del equipo médico que atiende a las víctimas tras el estallido, y que resulta conocer a una de ellas, y la quiosquera del barrio, que se ha encariñado de los chicos y que resulta ser un testigo de excepción para la policía. Porque sí, trenzada con estas historias está también la investigación policial.
Tallón (Vilardevós, Ourense, 1975) ha ignorado con esta novela las expectativas que el lector podía tener sobre él después de leer Salvaje oeste (2018), una ficción sobre cómo los políticos y empresarios llegaron al poder en los años del boom inmobiliario, antes de la llegada de la crisis. El tono mordaz, pegado por momentos a la sátira con la referencia velada a figuras o sucesos reales, es sustituido aquí por un estilo ascético, seco, que no rehuye de los momentos dramáticos —la llegada de médicos y enfermeros al lugar de un accidente, el reconocimiento de los cadáveres en la morgue, la tristeza que cristaliza en la vida de familiares y amigos— pero tampoco se regodea en ellos. "No siempre tiene uno la oportunidad de darle un giro de 180 grados a su carrera", dice el escritor, sonriéndose, "pero de 90 o de 45...". Tampoco tiene el menor interés, dice, en reconocerse a sí mismo en lo que escribe, ni en encontrar una única voz con la que identificarse. "Repetir lo que te sale bien para reducir el margen de error puede ser una estrategia, pero para mí es repetirme", zanja. No parece que le haya salido mal: el paso del sello Destino a la editorial Anagrama puede considerarse un ascenso en términos de prestigio literario.
"El mundo es frágil", resume Tallón. "La fragilidad es uno de los grandes temas de la novela. Nadie está preparado para pensar que todo puede acabarse en cualquier momento, que puede pasar un desgraciado accidente, pero así es", dice. Rewind comienza con la que promete ser una gran noche: una fiesta, droga, planes de viajes, motivos de celebración. Pero, si la muerte siempre interrumpe algo, el tajo resulta más seco aún cuando llega en ese momento de la vida en que todo es posible. "A esa edad", dice, sobre los primeros años de la veintena, "la gente confía en su futuro, incluso aunque no piense en él. Creen que no les va a pasar nunca nada malo y son, esencialmente, optimistas". Paul tiene, particularmente, motivos para serlo: estudia Bellas Artes y acaban de seleccionar uno de sus cuadros para una importante exposición. "Tenía la maldita sensación", dice Paul sobre ese día, "de tener el mundo sometido a mis deseos y no necesitar nada porque creía que lo tenía todo". Eso, luego, será lo de menos.
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La fragilidad de la existencia humana está conectada aquí, irremediablemente, con la fragilidad de la sociedad occidental. El estruendo que rompe en dos la vida de los amigos y de su entorno no se debe a un fenómeno atmosférico, a algún accidente doméstico o de tráfico: es una explosión, y una explosión que puede haber sido intencional. Ahí está la sombra del terrorismo, que se irá aclarando a lo largo del libro. "A la sociedad en su conjunto le pasa, claro, lo mismo que a nosotros individualmente", lanza el escritor. "Vivimos en sociedades que se creen protegidas, fuertes, pero que están sometidas a una gran inestabilidad". Incluso en una ciudad de provincias, de un tamaño mediano (Lyon tiene algo más de medio millón de habitantes), incluso en un barrio tranquilo, incluso entre las familias de clase media. Aun así, Tallón decide no detenerse demasiado en la autoría del estallido. "No es que a los personajes no les preocupe", admite, "sino que al autor, al que maneja los hilos, le parecía algo, digamos, secundario".
Porque la explosión no es la única herida que registran las vidas de los narradores. Aquí y allí aparecen una pareja destrozada, un amor perdido, un intento de violación, abusos sexuales, depresión. El daño llega de todas partes. "Sí, es posible que, de no haber sucedido eso, hubieran podido con ellos alguna otra de esas experiencias vitales", baraja Tallón. Al fin y al cabo, "todos regresamos constantemente hacia ese error, ese momento de equivocación incluso menor, que lo cambia todo, tratando de entender lo que podría haber pasado". De ahí Rewind, rebobinar, de la necesidad de los personajes de regresar a ese momento en que sus vidas se desviaron del camino previsto, ese momento en que el azar irrumpió de manera evidente en sus vidas. El pasado, dice el escritor, no es pasado: "El pasado es lo que nos rodea, y como nos rodea nos envuelve por todas partes, también por delante". El pasado, defiende, es también el futuro.
Aun así, Tallón insiste en que los lectores no se van a encontrar con una novela lacrimógena y pesimista. "No es que sea terrible y dramático", dice, "los personajes siguen para adelante como pueden". Celebra la descripción que el periodista y escritor Manuel Jabois hizo del libro: "No es una novela triste, es que está viva". Hay algo, en primer lugar, que une a todos los personajes: son supervivientes, en contraposición obligatoria con aquellos que fallecen en el accidente y como consecuencia de él. Sus vidas continúan, mal que bien, con una fuerza que ni el más horrible de los accidentes puede detener. El volumen, dedicado a los padres del escritor, se abre con una cita de Ernest Hemingway: "El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado".