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Premios Goya 2019

2019 tampoco será el año de las mujeres en los Goya

Hay pocas certezas en la gala de los Premios Goya que se celebra este sábado en Sevilla. No hay un claro filme favorito y, tras la sorpresiva edición del año pasado —donde La librería se llevó el galardón a mejor película—, todo parece posible. Pero hay una cosa segura: sea quien sea el ganador de la estatuilla a mejor dirección, no será una mujer. Lo mismo ocurrirá en los galardones a música original, canción, producción y fotografía. No hay ninguna mujer nominada en ninguna de esas categorías mixtas. Las creadoras tendrán también menos probabilidades (una de cuatro) de llevarse un Goya en guion adaptado, montaje, dirección artística, sonido, efectos especiales y cortometraje de animación. El año pasado, tras el #MeToo y con dos fuertes candidatas en dirección y dirección novel, se prometía un "año de las mujeres" que sin embargo distaba mucho de la igualdad. En 2019 el horizonte no parece mucho más prometedor. 

Los dos filmes más nominados, El reino y Campeones, son historias hechas y protagonizadas por hombres. El thriller de Rodrigo Sorogoyen gira en torno al personaje de Antonio de la Torre, que se mueve en un mundo eminentemente masculino, el de la política. De hecho, tres de sus actores están nominados —el propio De la Torre, protagonista; Luis Zahera, de reparto, y Francisco Reyes, revelación— frente a solo una de sus actrices —Ana Wagener, de reparto—. Algo similar ocurre con la comedia de Javier Fesser, escrita por él mismo junto a David Marqués, que se inserta en el mundo del baloncesto masculino. De nuevo, tres actores están nominados por esta cinta —Javier Gutiérrez, protagonista; Juan Margallo, reparto; Jesús Vidal, revelación— frente a una actriz —Gloria Ramos, revelación—. Tras ellas están, con ocho nominaciones, Todos lo saben, dirigida por el iraní Asghar Farhadi, en la que Penélope Cruz tiene el mismo peso que Javier Bardem, y Carmen y Lola, un filme eminentemente femenino. ¿Entonces? ¿Están avanzando los Goya o no?

¿Cómo se mide la igualdad?

No es del todo sencillo medir la paridad en unos galardones cinematográficos. Este año hay, por ejemplo, algún dato positivo. Hay 25 mujeres nominadas, más que en ninguna otra edición de la última década. Solo 5 de las 18 categorías mixtas no tienen a ninguna mujer entre las nominadas. Decimos solo porque en años anteriores esta cifra ha llegado hasta las 9 disciplinas en las que no participaba ninguna mujer. Fue el caso de 2017, y en 2018 solo se consiguió reducir ese número en una categoría. Las categorías que pueden considerarse paritarias, con al menos un 40% de candidaturas con mujeres, son ya 6 —dirección novel, guion original, vestuario, maquillaje y peluquería y cortos de ficción y documental—, aunque no es este el récord de la década. 

"Que haya mujeres en las distintas categorías es bueno y es significativo", explica Virginia Yagüe, guionista y presidenta de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA). Pero no es el único baremo. Hay otros dos que no permiten ser tan optimistas. El primero es la presencia de creadoras en "las especialidades donde se están decidiendo los contenidos". Estas vendrían a ser dirección, guion y producción. Y este año no hay directoras ni productoras nominadas. En guion la cosa mejora un poco, pero solo un poco. En guion adaptado figura Marta Sofía Martins, junto a Natxo López, por su trabajo en Jefe. En guion original sí hay paridad, con el trabajo de Isabel Peña en El reino —junto al propio Sorogoyen— y el de Arantxa Echevarría en Carmen y Lola

Hay una tercera medida del avance en igualdad, según indica Yagüe: "La permanencia de esos datos en el tiempo". Y, si se mira a las cifras de la última década, no es evidente que haya una mejoría progresiva, ni en la presencia de mujeres en las distintas categorías ni de su entrada definitiva en los estamentos de decisión. "Que haya dos trabajos dirigidos por mujeres nominados a mejor película es estupendo", dice la guionista, acordándose de 2016, cuando figuraban en la principal categoría La novia, de Paula Ortiz, y Nadie quiere la noche, de Isabel Coixet —aunque ganara Truman, de Cesc Gay—. "Pero si solo ocurre ese año, estamos hablando de una anécdota", objeta Yagüe. Y así parece ser: en la última década, tal hazaña no ha vuelto a repetirse. 

Más allá de la dirección novel

La categoría que premia a los mejores directores debutantes es la más luminosa, en este sentido, de toda la edición. De las cuatro películas nominadas, tres están creadas por mujeres. Compiten Arantxa Echevarría por Carmen y Lola, Andrea Jaurrieta por Ana de Día, Celia Rico por Viaje al cuarto de una madre, y César y José Esteban Alenda por Sin fin. La gran favorita de la noche es, además, Echevarría, seguida quizás de Rico. De ganar alguna de ellas, se sumaría a las cinco mujeres que las han precedido desde la creación de esta estatuilla en 1989, hace exactamente tres décadas: Ana Díez por Ander eta Yul, Rosa Vergés por Boom, boom, Ángeles Gónzález Sinde por La suerte dormida, Mar Coll por Tres días con la familia y Carla Simón por Verano 1993, el pasado año. 

Al leer estos nombres, se intuye ya otra desigualdad. Las más veteranas de entre ellas no siguieron luego en la primera fila de la industria —aunque sí lo lograron Icíar Bollaín e Isabel Coixet, ambas nominadas en esta categoría pero no ganadoras—. Ninguna de ellas ha sido nominada después a mejor dirección, ya sin el apellido de novel. Esto último es algo que han conseguido, sin embargo, numerosos cineasta hombres. Julio Medem fue ganador novel en 1994 y candidato a la dirección senior en 1998. Agustín Díaz Yanes fue ganador novel en 1996 y candidato senior en 2002. Algunos incluso han hecho doblete: Alejandro Amenábar ganó como novel en 1997 y como senior en 2002. J. A. Bayona ganó como novel en 2008 y como senior en 2013. Esto no le ha sucedido a ninguna mujer en 30 años. 

"Las condiciones actuales no permiten que las compañeras directoras sigan desarrollando sus carreras", denuncia Yagüe. La segunda película es, para ellas, un desafío tan grande como la ópera prima. Nely Reguera, nominada a dirección novel en 2017 por María (y los demás), no ha rodado aún su segundo largo. Beatriz Sanchís, nominada en 2015 por Todos están muertos, no ha estrenado ninguna nueva película. Isabel de Ocampo, nominada en 2013, ha rodado documentales y cortos, pero no largos de ficción. "Las razones son variadas y casi trascienden a nuestro sector", comenta Yagüe. Entre ellas, señala la falta de confianza de los inversores en las mujeres directoras, que hace más difícil conseguir la financiación necesaria y las arrincona en las producciones de bajo presupuesto. Las cifras le dan la razón: de las 187 películas español, solo 37 de ellas estaban dirigidas por mujeres. De esas, 21 eran documentales, que exigen una menor apuesta económica y tienen menor difusión. 

Medidas dentro y fuera del cine

Una de las principales apuestas de la política cultural para solucionar este desequilibrio reside en las ayudas del Instituto de Cinematografía (ICAA), dependientes del Ministerio de Cultura. El pasado año se modificaron algunos criterios en la concesión de ayudas a la producción para dar más impulso a las películas hechas por mujeres. Hasta julio de 2018, una película podía recibir hasta cuatro  puntos si había mujeres al frente de los equipos de producción. Pero tanto CIMA como el ICAA detectaron cierta "picaresca": los productores ponían a creadoras al frente de equipos ya feminizados, como maquillaje y peluquería o vestuario. La nueva normativa otorga hasta siete puntos, pero los distribuye de la siguiente manera: tres si hay una directora, dos si hay una mujer al frente del guion, la fotografía o la música —estas dos, categorías particularmente duras de roer para las trabajadoras del cine—, y uno si hay productora ejecutiva.

Aun así, en las ayudas generales esto solo permite obtener 7 puntos de 100, 5 de 50 en las ayudas selectivas, dirigidas a filmes de vanguardia o de menor presupuesto. Es insuficiente. El ICAA y CIMA están ultimando el lanzamiento del programa Impulsa, que aconsejará a mujeres directoras noveles o con uno o dos filmes en su haber para que "los perfiles de los trabajos que presenten a las ayudas obtengan una buena cualificación". Esto supone un acompañamiento en la fase de preproducción, por parte de técnicos que conozcan bien los vericuetos de las subvenciones del Ministerio. "Hay que ser competitivas", reclama Yagüe, "no nos podemos dejar a nadie atrás". Con eso habrá que conformarse, por ahora. 

Aunque en esta edición las mujeres cineastas han mirado, para sus reivindicaciones de la gala de los Goya, más allá del cine. A algo más de un mes del 8M, CIMA ha encargado 3.500 abanicos para remedar la acción de 2018. En 1.200 de ellos se leerá el mismo lema del año pasado: #másmujeres (en la industria del cine, en los premios...). En los otros 2.300 se ha estampado #niunamenos, el grito contra la violencia machista.  "Somos conscientes de que el cine puede ayuda r cambiar los marcos referenciales", dice Yagüe, "pero además las cifras son tan desalentadoras, las mentiras que se vierten sobre esto, que no podíamos no decir nada". En la pasada edición de los Goya, la situación de la mujer tuvo un espacio central en algunos (pocos) discursos reivindicativos, pero no tanto en los de los presentadores, todos hombres. Habrá que ver si los guionistas (y los ganadores) de la gala del sábado tomaron buena nota de las críticas. 

 

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