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Economía

Diez años del estallido de la crisis: qué se ha rectificado y qué no de las causas de la gran recesión

Oficina de Goldman Sachs‎ en Estados Unidos.

Este verano se cumplen diez años de la caída de la gestora estadounidense Bear Stearns, cuya quiebra al no poder reembolsar la inversión a sus partícipes fue el inicio de una espiral que supuso el pinchazo de la burbuja inmobiliaria norteamericana y acabó arrastrando a la economía mundial y, muy especialmente, a los países en los que coincidían unos activos inmobiliarios sobrevalorados con una excesiva asunción de riesgos por parte del sector financiero como consecuencia la mala gestión de las hipotecas de alto riesgo. 

Las consecuencias de la crisis son de sobra conocidas: crecimiento del desempleo, aumento de la desigualdad entre ricos y pobres, incremento de la pobreza relativa, caída de los salarios, recortes del gasto público... Lo que era inicialmente una crisis financiera y bancaria se convirtió en una crisis de deuda soberana que acabó afectando a la economía real. Una década después sigue siendo necesario revisar qué se ha rectificado y qué no de las causas que dieron origen a la gran recesión.

Los economistas consultados por infoLibre no son demasiado optimistas al respecto. Coinciden en que los bajos tipos de interés, los altos niveles de endeudamiento público, la fiebre por el sector inmobiliario o la proliferación de productos financieros que prometen altos retornos –todos ellos elementos que propiciaron el crack de 2007– siguen siendo factores de vulnerabilidad que dejan a la economía mundial demasiado expuesta a un nuevo shock

Este miércoles la Comisión Europea dio por zanjada "la peor recesión sufrida en la Unión Europea en sus seis décadas de historia". En un comunicado [consultar, aquí] el ejecutivo comunitario resaltó que, en la actualidad, la economía de la UE crece por quinto año consecutivo, el desempleo registra sus cifras más bajas desde 2008, los bancos son más fuertes, la inversión está repuntando y las finanzas públicas están más saneadas. "La recuperación de la economía europea se ha consolidado y ampliado", declaró el comisario Pierre Moscovici, responsable de Asuntos Económicos y Financieros, Fiscalidad y Aduanas.

El economista Alejandro Inurrieta cree que tras el parón se está produciendo el mismo esquema pues, con tipos de interés negativos, hay que generar de nuevo activos con riesgo y con rentabilidad para que la maquinaria siga funcionando. "Vuelven a crecer los activos inmobiliarios mientras el sector productivo está cada vez peor. La inversión sigue por los suelos, el empleo agregado global de la economía mundial sigue cayendo a pesar de que haya recuperación en algunas zonas... el mundo va hacia otra economía con deuda en el que se sigue abusando de las operaciones especulativas de alto riesgo", señala.

Javier Santacruz, economista e investigador en la Universidad de Essex, pone el acento sobre los altos niveles de endeudamiento. "Es una cuestión muy relevante pues acaba generando problemas financieros tanto a la banca como a las grandes empresas. Lo que estamos observando es que el endeudamiento, lejos de reducirse, lo que ha hecho es incrementarse de una forma muy importante trasladándose desde el sector privado al público", asevera. De hecho, a su juicio, los bajos tipos de interés "perpetúan en el tiempo la cuestión del alto endeudamiento", lo que se une al "problema" del escaso ahorro

Otro de los "excesos" de antes la crisis que se siguen viendo en la actualidad, sin que se haya hecho nada para atajarlo, es el relativo al ámbito inmobiliario. "El precio de la vivienda en las principales ciudades de Estados Unidos está ya en el mismo nivel que en 2007", señala el economista José Carlos Díez

Más regulación  

En el marco europeo, el ejecutivo comunitario presume de que la UE ha trabajado para regular el sector financiero y mejorar la gobernanza económica; alentar nuevos marcos institucionales y jurídicos comunes; crear un cortafuegos financiero para la zona del euro; ayudar a los países que atravesaban por dificultades financieras; mejorar las finanzas públicas de los Estados miembros; llevar a cabo reformas estructurales y estimular la inversión; combatir el desempleo juvenil; mejorar la supervisión del sector bancario; aumentar la capacidad de las entidades financieras para hacer frente a los retos del futuro; así como establecer métodos para gestionar y prevenir mejor posibles crisis.

Sin embargo, según Santacruz, lo que hay ahora encima de la mesa tanto en Estados Unidos como en Europa son "toneladas de regulación" sin una aplicación efectiva. "Hay más regulación, pero menos productiva y eficaz. Lo que hay que hacer es establecer unas reglas claras y sencillas y que los reguladores, cuyo papel es fundamental, velen por su cumplimiento", señala. Lo cierto es que el estallido de 2007 puso muy en cuestión la actuación de los organismos supervisores, que no fueron capaces de detectar a tiempo la excesiva dimensión que estaban adquiriendo los créditos hipotecarios ni de tomar medidas para resolver el problema.

A este respecto, Díez saca a colación algunos recientes movimientos en el mercado de bonos. En concreto, el caso de la automovilística de vehículos de lujo Tesla, que esta semana hizo una emisión de bonos basura con un rating similar al que tenía el Banco Popular antes de quebrar, B-. También la propia quiebra de Popular, que evidenció las fisuras de la asunción de la supervisión bancaria por parte del BCE. 

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A juicio de Inurrieta, los bancos centrales siguen alimentando la "burbuja bursátil" porque la teoría, sobre todo en el mundo más neoconservador norteamericano, es que la bolsa es un termómetro para que los ciudadanos consuman. "La ilusión monetaria dice que si las acciones van bien hay más sensación de riqueza y, por tanto, más consumo, aunque en algunos casos la plusvalía bursátil esté generando más endeudamiento", señala.

Los expertos consultados, no obstante, sí señalan que esa regulación ha traído aspectos positivos en la banca regulada. En concreto, el aumento de las exigencias de capital a las entidades financieras para que puedan asumir sus pérdidas. Es decir, el objetivo es que la banca tradicional cuente con mejores colchones de capitalización. Sin embargo, cuestionan que la llamada banca en la sombra (fondos de capital riesgo, hedge funds...), convertida en un  gran foco de inestabilidad, sigue escapando a la supervisión. 

Díez pone de ejemplo de reciente operación de compra del 51% de los activos inmobiliarios que el Banco Santander heredó del Popular por parte del fondo Blackstone. "Esos activos han pasado de estar en un banco regulado a un sistema en sombra. Aunque Blackstone es un gran fondo no tiene la misma regulación o las mismas exigencias de capital que la banca tradicional. Aunque quizá no al nivel de 2007, pero sí sigue habiendo excesos en el sistema financiero paralelo", sentencia. 

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