Bajar impuestos y conseguir un déficit por debajo del 3% como defiende el PP es posible… pero con recortes
El Gobierno ha lanzado este jueves un anuncio inesperado: el déficit fiscal estará por debajo del 3% en 2024, lo que permitiría a España volver a cumplir con una de las dos reglas fiscales europeas, aunque estén suspendidas desde que brotó la pandemia. No hay mucho secreto tras ese logro: detrás de las cifras está el aumento de la bolsa de cotizantes, de 20,5 millones (1,5 más que en 2019), el gasto en consumo, los salarios y los beneficios empresariales. “Parece razonable. Es optimista, pero plausible”, explica a infoLibre Antonio Sanabria, profesor que imparte Economía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid.
Fuentes del PP, en conversación con infoLibre, achacan este logro a la “sobrerrecaudación”. Culpan al Gobierno de no bajar los tramos al IRPF, para evitar que los salarios que suben para contrarrestar la inflación acaben con un mayor gravamen que antes. Los populares defienden que deflactarían los tramos del IRPF, entre otras bajadas de impuestos, aunque sin especificar cómo cumplirían el objetivo de déficit: “Si bajas los impuestos en un contexto de alta deuda y alto déficit, mandas el mensaje de que vas a recaudar menos todavía. Hay algo que no estás contando: lo único que puedes hacer es recortar el gasto para que te salgan las cuentas”, apunta Antonio Sanabria.
El déficit fiscal es la diferencia que hay entre los gastos y los ingresos del Estado, en relación con el PIB. En 2022 se gastó 63.776 millones más de lo que se ingresó, por lo que el déficit supuso el 4,81% del PIB. Las normas europeas, suspendidas desde que brotó la pandemia, obligan a los Estados a que este se sitúe por debajo del 3%, como mínimo. A la espera de que se configuren unas nuevas reglas que atiendan a las demandas de los países del Sur, España ya anuncia que cumpliría esta a partir del año que viene.
El déficit en España: en 2022 aumentaron los ingresos un 14,4%
El Gobierno esperaba para 2022 un déficit fiscal del 5% y finalmente fue de 4,8%. Parece poca diferencia, pero superar las expectativas de la rebaja del déficit fiscal, supuso un avance muy positivo. La clave estuvo en el boom de ingresos del año pasado: el Estado ingresó 255.463 millones de euros, un 14,4% más respecto a la cifra de 2021. La principal clave de este dato es el aumento del empleo: en diciembre de 2022 hubo 20,1 millones de cotizantes, mientras que un año antes había 19,5. Son 600.000 sueldos más que aportan a las arcas públicas. En el mismo tiempo, las prestaciones por desempleo se mantuvieron: concretamente se redujeron en 8.000 beneficiarios.
A esto se le suman varios factores más el aumento del consumo, de los salarios (que en convenios colectivos subieron un 2,78%, tres veces menos que los precios, pero suficiente para impulsar los ingresos), de los beneficios empresariales y el efecto de la inflación sobre todas las variables mencionadas. Es decir, el IVA, el IRPF y el impuesto de sociedades ingresó más.
El debate político está en el peso que la inflación ha tenido en ese aumento del 14,4% de los ingresos. Según ha analizado la Agencia Tributaria, un tercio es achacable al aumento de los precios. Según el Banco de España, casi la mitad. El Partido Popular ha creado un eslogan para criticar la reacción del Gobierno a esta situación: “sobrerrecaudación”.
“Sé a lo que se refieren, pero no estoy muy de acuerdo con esa consideración”, explica el profesor Antonio Sanabria. “No tiene sentido que la inflación explique ese aumento de la recaudación. Por ejemplo, el efecto en el IRPF es pequeño. Si los salarios hubieran estado indexados al IPC, habríamos visto un mayor efecto, pero no ha sido el caso, por desgracia. Los salarios han crecido muy por debajo de la inflación”, explica el profesor. En 2022, los convenios aumentaron un 2,78% de media, mientras que los precios lo hicieron un 8,4%.
“Creo que la explicación está en el aumento de las bases imponibles, por el crecimiento del empleo. Hemos visto recientemente que la renta disponible de los hogares se ha mantenido. Esto es porque hay más miembros del hogar que tienen un salario. Además, han recibido ayudas, por ejemplo, el Ingreso Mínimo Vital”, añade Sanabria.
Bajar impuestos… sin mencionar recortes
Este martes, El Mundo publicó que el jefe del gabinete económico del PP, Juan Bravo, había afirmado lo siguiente durante un foro: “¿La promesa del PP es bajar impuestos? No, la promesa es no subirlos, que ya es bastante”. De esto se hicieron eco medios de comunicación y analistas conservadores. El economista liberal Juan Ramón Rallo publicó un tuit: “Se agradece la sinceridad. Mejor eso que prometer bajarlos y multiplicarlos, como hizo Rajoy”.
En los sectores progresistas, esta declaración fue recogida como una confesión de que los impuestos no se pueden bajar más. Fuentes del Partido Popular han desmentido a infoLibre ese titular, argumentando que está “cogido con pinzas”. Bravo había participado en un extenso foro y el núcleo de su discurso fue comprometerse “no subirlos” y “siempre que se pueda, bajarlos”. El entrecomillado, según estas fuentes, sería una frase fuera de contexto. El PP insiste en que sí hay margen para bajar impuestos.
No obstante, ¿cómo se podría lograr reducir el déficit por debajo del 3%, como ha prometido el Gobierno hoy que ocurrirá en 2024? El Partido Popular no entra en esta cuestión: no confía en las cuentas del Gobierno, y anuncia una auditoría de las cuentas si llegan al poder.
“Si lo que defiendes es un Estado más pequeño para dinamizar la economía, es una propuesta. Pero, estando comprometidos con equilibrar las cuentas públicas y estás mandando un mensaje a los inversores de que vas a controlar la deuda pública, lo único que puedes hacer es recortar el gasto público. Estamos hablando del grueso del gasto, que no es el personal ni las facturas: es el Estado del bienestar. Que no parece que tenga mucho sentido ahora, que es justo cuando más se necesita”, reflexiona Antonio Sanabria.
“Hay que recortar lo que le pasó a Liz Truss”, añade el profesor. Se refiere a la primera ministra británica más fugaz de la historia, que duró apenas 40 días en el cargo, tras proponer un programa económico basado en aumentar el gasto social y reducir los impuestos. Un plan que los mercados internacionales no entendieron, lo que provocó la retirada de los inversores de manera masiva y el desplome de la libra.
“Es un ejemplo de que el aumento del gasto y las bajadas de impuestos son incompatibles. Quien se fue del Gobierno fue ella. Hay incoherencia en estos mensajes: si quieres bajar los impuestos no te queda otra que recortar los gastos”, incide Sanabria.
España, en una situación ventajosa para las nuevas reglas fiscales
Europa está en pleno debate de cómo reformular las reglas fiscales. Ante la certeza de que para muchos Estados es una quimera cumplir con las normas de déficit fiscal y reducción de deuda pública, Bruselas vive una negociación ardua. España, que comparte posición con otros países del sur del continente, tiene una posición privilegiada para liderar un cambio de paradigma: la presidencia de la UE en el próximo semestre.
“La presidencia claramente inclina la balanza. España ha defendido la posición de adaptar las normas a la situación de estos países. Otros países, como Alemania, son más beligerantes a cualquier cosa que suponga flexibilizar las reglas. Pero estas no funcionaban. Los planteamientos de reducción de déficit no eran realizables, por eso nunca llegaron a aplicar ninguna sanción. Lo que parece que se va a hacer es más sensato: escenarios de estabilización que tengan en cuenta la situación de cada país”, explica Sanabria.
España cerró 2022 siendo uno de los países europeos con mayor déficit fiscal, un 4,8%, frente una media de la UE del 3,4%. Solo supera a Malta (5,8%), Hungría (6,2%), Rumanía (6,2%) e Italia (8%). Francia presenta un déficit del 4,7%; Alemania, del 2,6%, Grecia, del 2,3% y Portugal roza el balance de sus cuentas, con un déficit del 0,4%.