Economía
La 'histórica' reforma del mercado eléctrico europeo no se notará en todos los bolsillos hasta 2050
Los ecos de tiempos fósiles son persistentes. Pero ya hay reforma del mercado eléctrico. Europa ha sellado este jueves un pacto algo más que tácito con un par de objetivos principales: evitar la volatilidad en los precios de la luz que se solidificó en la convulsión energética provocada por la invasión de Ucrania por parte de Rusia, y aumentar la protección a los consumidores, en especial a los más vulnerables. Se ha abierto además la puerta a que el Consejo de la Unión Europea (UE), a propuesta de la Comisión, pueda declarar una crisis energética, en un contexto geopolítico y económico con cada vez más volcanes impredecibles. El acuerdo deber ser aún ratificado por el pleno del Consejo de la UE, esto es, los Estados miembros, y por el de la Eurocámara.
En teoría, de cara al futuro, se impedirá además que las compañías puedan cambiar contratos de forma unilateral y se posibilitará que los países puedan blindar a los usuarios de las desconexiones. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha calificado el ajuste como una “reforma histórica” y ha destacado, entre otras cuestiones, que abrigará a los ciudadanos ante "posibles abusos de las multinacionales energéticas”. Para la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, se trata de una “gran noticia”, que ayudará a “reducir aún más la dependencia de la UE del gas ruso e impulsar la energía libre de combustibles fósiles para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero".
¿Pero la modificación consensuada se notará en la factura de la luz? Varios expertos coinciden en que la respuesta a esa pregunta es negativa. “No es una reforma del mercado eléctrico que vaya a tener un efecto a corto plazo, de forma inmediata”, aseguran las fuentes consultadas. Explican que el precio de la luz “se marca en Europa normalmente por el mercado diario de generación y eso provoca que haya grandes oscilaciones, con horas que puede estar a 20 euros y otras a 130, por ejemplo, lo que hace que las facturas de los consumidores varíen mucho”. Esto tiene especial incidencia en el ámbito empresarial, al ser “fundamental para poder calcular sus costes”. Y hay un problema añadido: “Tal y como está establecido el precio de la electricidad en la actualidad, lo marca la tecnología más cara que haga falta para cubrir toda la demanda en cada momento”. “La electricidad no puede almacenarse -enlazan- y se fija el precio de la última unidad de generación necesaria para cubrir la demanda en esa hora y todas las centrales cobran esa cantidad”. En el fondo funciona de forma similar a como pueda hacerlo un mercado de abastos, en el que el comercial que oferta su producto a mayor costo, acaba marcando el precio de todos, dado que es probable que nadie quiera vender más barato.
Los costes de generación de las distintas tecnologías son dispares. “La fotovoltaica es muy barata, la eólica también, mientras el gas, sobre todo si Rusia lo utiliza como arma de guerra, es muy caro”, apuntan las mismas fuentes. Con la revisión acordada entre el Parlamento europeo, la Comisión y el Consejo de la UE, se prevé que se acabe desplazando en el tiempo a las centrales muy gravosas. “Si ofreces un precio muy caro y esa generación no hace falta para cubrir la demanda, te quedarás fuera”, condensan los expertos. Esto supondrá que, a la larga, el propio sistema incentivará que se invierta en tecnologías cada vez más baratas, pero “a corto y medio plazo no es así, porque no puedes levantar una central de la noche a la mañana”, admiten.
El cambio de fórmula sí fomentará los contratos de precios fijos entre las instalaciones de generación y los consumidores, ya sean éstos concretos o a través de la posibilidad de que el Estado lance una serie de subastas en las que ofrezca a los generadores producir un precio determinado que le permita cubrir sus costes, pero que al final sea menor al del mercado eléctrico, lo que beneficiaría a los consumidores domésticos más pequeños. Todo esto logrará, en definitiva, que “el precio sea más estable y se vaya reduciendo, pero no va a haber una traslación directa a la factura de mañana. Hablamos de una cosa estructural y de mirada larga”, insisten las fuentes sondeadas.
Jorge Morales, director de Próxima Energía, también tiene claro que afirmar que el pacto europeo aliviará ya el bolsillo de los consumidores tiene tanta consistencia como un carámbano de hielo al sol. “La reforma va a estabilizar los precios de las nuevas centrales que se construyan a partir de 2026”, anota, para sumar: “El sistema eléctrico va muy poco a poco, cambia, como mucho, un 3% de la potencia anual y, por tanto, hasta que se renueva todo completamente pasan 30 años”. Acentúa que “las nuevas centrales, en el caso de que vuelva a haber una crisis como la del gas de Rusia y Ucrania de los dos últimos años, no se van a ver afectadas por ese tipo de eventos, pero el problema de esta reforma es que no cubre a las centrales existentes”. A su juicio, “el peso de la importancia de este acuerdo se incrementará poco a poco, dentro de dos años será el 3% de la energía, dentro de tres el 6%, dentro de cuatro el 9% y así, hasta que dentro de 30 años todas las centrales" estén ligadas al modelo que está por venir.
Morales resalta, asimismo, que las nuevas centrales sí “pasarán de estar vinculadas a un combustible fósil como es el precio del gas, a tener un precio fijo estable”. Ello será posible gracias al sistema económico que se ha propulsado y que facilitará que “en lugar de subastar el precio de la energía de mañana, se haga de los próximos 30 años”. De ahí que se gane en estabilidad.
Facua: "Estable no es igual a barato"
Habrá que seguir el rastro al desarrollo de lo conveniado. Antes, Rubén Sánchez, secretario general de Facua-Consumidores en Acción, asevera que “son bastante escépticos” respecto al reflejo en la factura, ya que entienden “que el cambio en el sistema de tarificación tiene que ser radical”. “Es cierto que el Gobierno ha trasladado a Bruselas una reivindicación que llevábamos tiempo planteando, sacar la nuclear y la hidroeléctrica de la subasta diaria, al ser energías que tienden a inflar el precio, y Bruselas dijo que no”, recuerda. A partir de ahí, “España ha seguido avanzando en otra serie de propuestas y ahora lo que plantea Ribera, sobre todo, es una forma de dar más estabilidad al recibo, de que no sea tan volátil”, zurce. Si bien, “estabilidad no es sinónimo de abaratamiento”, desliza, para expresar luego un desiderátum: “Nos gustaría que el Gobierno fuera más transparente y hubiera más diálogo con organizaciones como Facua sobre el formato de tarificación que pretende implantar para ver si realmente nos podemos creer que provocará un abaratamiento importante en el recibo, o simplemente tendremos una factura más estable, sin tantos altibajos a lo largo del año, pero que puede ser igual de excesivamente cara”.
Sánchez mantiene que no tienen “elementos suficientes” para “poder mostrar confianza en que la factura se vaya a abaratar” y recalca: “El que algo sea estable, no es lo mismo que barato”.
De momento, el precio promedio de la luz para los clientes de tarifa regulada vinculados al mercado mayorista han repuntado el viernes, 15 de diciembre, un 11,3% con respecto al día anterior, hasta los 74,86 euros por megavatio hora. Mientras, los títulos de empresas como Acciona Energía o Solaria se disparaban en Bolsa hasta más de un 7%, tras el paso dado por Europa.