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Crisis en la eurozona

La 'japonización' de la eurozona obliga a Draghi a comprar deuda de los Estados pese al recelo de Alemania

La deuda de la banca española con el BCE cae un 2,45% en noviembre

La economía europea alienta a duras penas. Boquea entre un crecimiento estancado (incluso las exportaciones alemanas cayeron en noviembre un 2,1%, muy por encima de lo esperado) y el hundimiento de los precios. En diciembre, los precios de la eurozona cayeron un 0,2%, la primera tasa negativa internual del IPC desde octubre de 2009. Aunque técnicamente aún no se puede hablar de deflación (los analistas consideran para ello un periodo amplio), el fantasma de una japonización de la economía europea, con décadas de estancamiento, ya está presente.japonización Para el Banco Central Europeo (BCE), anclado a la ortodoxia austera que impone Alemania, ha llegado el momento clave.

Analistas consultados por infoLibre coinciden en que el BCE va a dar un paso adelante y muy probablemente anunciará este mes compras de deuda soberana que podrían llegar a 500.000 millones de euros. Todos cree que el presidente del BCE, Mario Draghi, muestra una actitud firme frente a las presiones alemanas y conciden también en que una vez más la vieja Europa llega tarde a la búsqueda de soluciones.

Vital para España

Para España, la acción del BCE es vital. Con insoportables tasas de desempleo (24%) y una deuda pública cercana al 100% del PIB, el fantasma de la deflación (diciembre fue el sexto mes de caída de precios) se convierte en pesadilla porque puede retrasar las decisiones de inversión, retraer el consumo y dificultar la devolución de la deuda acumulada, superior al billón de euros. En una situación así, los ahorros por el descenso de los precios del petróleo son un alivio, importante, pero menor.

El día clave es el próximo 22 de enero, tres días antes de que Grecia celebre unas elecciones vitales para el conjunto de la Unión. Ese día el BCE y su presidente Mario Draghi tendrán que explicar qué van a hacer para corregir la situación que ha desviado tanto los resultados del mandato que tiene encomendada la institución y que es situar los precios en la eurozona en torno al 2%. Estados Unidos, Reino Unido y Japón inundaron sus respectivas economías de liquidez para animar el crédito, el consumo y elevar los precios, con buenos resultados, en crecimiento y empleo.

Siete años después

En Europa, con la ortodoxia alemana por bandera, siete años después del inicio de la crisis financiera y con el precio del dinero en el 0,05%, la eurozona apenas crece, sus tres principales economías (Alemania, Francia, Italia) no tiran, el endeudamiento privado es elevado, el crédito no repunta y los precios bordean la frontera de la deflación. Desolador.

"Es necesario estimular la demanda" explica el presidente de Analistas Financieros Internacionales (AFI), Emilio Ontiveros. Y "es necesario aumentar la liquidez del sistema". En ese proceso, explica, el papel del BCE es fundamental y "hay una evidencia: que el BCE no está cumpliendo su función".

Draghi, asegura el economista, "tiene que forzar aunque tenga la oposición de Alemania y del presidente del Bundesbank, Weidman". Todo para cambiar una situación peligrosa que Ontiveros concreta así: "Nunca en tiempos de paz ha habido un liderazgo tan acusado de Alemania, pero nunca ha sido tan mal empleado".

Medidas poco convencionales

Los nubarrones que se han acumulado desde 2007, con Alemania abrazada a la teoría de la austeridad como receta y garantía de crecimiento futuro, ya han forzado al BCE a adoptar medidas poco convencionales para animar la actividad y el crédito. Pero los resultados no han sido los esperados. En palabras del economista José Carlos Díez, "el BCE ha intentado comprar títulos de deuda privados (los asset backed securities, ABS) pero apenas hay qué adquirir".

De la misma forma, tampoco han dado los resultados esperados las subastas de liquidez condicionada (TLTRO) celebradas en octubre y en diciembre de 2011 para conceder más dinero barato a los bancos y estimular la economía de la eurozona reanimando el crédito.

La primera subasta de liquidez condicionada (TLTRO, Targeted longer-term refinancing operations) cerró con una modestísima demanda. Fueron 82.601 millones a bajo interés (0,25% a cuatro años) cuando los analistas esperaban peticiones de entre 92.000 y 114.000 millones. "El BCE siempre había prestado a largo plazo", explica Díez. "Ahora ha ofrecido dinero a cuatro años y al 0,25% y no hay solicitudes: eso indica que hay un problema".

Sin salida

La segunda subasta, un poco más animada, tampoco mostró la salida: entre las dos subastas de fin de año, los bancos tomaron poco más de 200.000 millones del BCE para prestar cuando estaban autorizados a solicitar 400.000 millones.

El estadístico y experto en financiación exterior Juan Ignacio Crespo es escéptico sobre lo que pueda decidir el día 22 el consejo del BCE. "Alguna medida tendrá que tomar", asegura, "pero probablemente sólo mostrará la puntita de lo que verdaderamente hay que hacer". Crespo recuerda que "aquí (en la UE) ya ha habido un QE (quantitative eassing) sui géneris con el que se han prestado un billón de euros a los bancos que éstos dedicaron a comprar deuda soberana. Con esa operativa, denominada carry trade, los bancos han hecho pingües beneficios. La economía real, mientras anto, sigue tiritando.

Crespo, como Díez y Ontiveros, destaca la oposición de Alemania a las medidas de expansión que maneja Draghi y, para salir del tobogán que apunta a la japonización, aboga por la creación de un "banco malo en Europa, con agrupamiento de activos tóxicos para gestionar el problema"."banco malo Pero si la expasión que baraja el BCE es difícil de aceptar para Alemania, el banco malo europeo sería imposible, reconoce Crespo.

Falta de demanda

En mitad de la tormenta, el economista Díez ve un signo positivo en los análisis del BCE: "Por primera vez desde el área de la troika (BCE, FMI y Comisión Europea) se analiza la situación como un problema de falta de demanda, aunque el análisis llega tarde. No sólo caen los precios del petróleo, caen también los precios industriales y se necesita actuar".

Ontiveros y Díez coinciden en que, a la hora de tomar medidas concretas, el denominado Plan Juncker de inversión para movilizar 315.000 millones –con sólo 21.000 millones de fondos públicos–, es muy necesario. "Se va a hacer tarde" asgura Ontiveros, pero es necesario estimular la demanda agregada y hacerlo ya, incluso adelantando financiación desde la Comisión".

Ontiveros, Crespo y Díez señalan que en los últimos años se han  aplicado terapias erróneas a enfermos (caso de Grecia) que primero necesitaban crecer y luego sanear sus finanzas y pagar sus deudas". "Y no se quiere reconocer" sostiene Ontiveros.

Firmeza y críticas

Draghi se mostró firme a principios de diciembre al defender públicamente sus opciones frente a las reticencias de Alemania.“No somos políticos”, dijo el italiano en la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno, en Fráncfort. “Tenemos un mandato: la estabilidad de precios. Ya en otras ocasiones hemos tomado decisiones importantes sin unanimidad. Y no vamos a tolerar desviaciones prolongadas sobre el objetivo de precios [el 2%], no vamos a permitir el endurecimiento de la política monetaria que llegaría si el Eurobanco no hiciera nada”.

Por si Draghi flaquea, el presidente del Gobierno español, en una declaración poco usual porque se introdujo en un terreno espinoso como es la independencia de Banco Central Europeo (BCE)  animó al banquero italiano a actuar sin demora.

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Para España es vital. “La recuperación no va como nos gustaría" aseguró el presidente Mariano Rajoy en Bruselas a mediados del mes pasado. "Hay riesgos de deflación. Los socios europeos están haciendo consolidación fiscal, reformas y han activado el plan de inversiones. Quien tiene la facultad de elevar la inflación debería pensar en hacerlo”. Quien quiera entender, que entienda.

Japón es el espejo en el que se mira Europa. Para la mayoría, un espejo terrible. Pero no para todos. Pese al estancamiento de la economía, hay analistas, como el Nobel Paul Krugman o el economista William R. Cline, investigador principal en el Instituto Peterson de Economía Internacional, que relativizan mucho la supuesta mala salud de la economía nipona. Sería, en todo caso, una mala salud de hierro.

Ahí están los datos. Frente a los malos (deuda pública del 237,3% del PIB, fuerza laboral envejecida, bancos prácticamente quebrados) están los buenos. Japón tiene un desempleo del 3,5%, internacionalmente, pese a su abultada deuda es un país acreedor, tiene superávit comercial y sus grandes corporaciones ganan dinero pese a la feroz competencia en la zona. 

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