Reforma eléctrica
La luz vuelve a subir: causas y posibles soluciones al elevado precio de la electricidad
La luz sigue cara. El precio medio de la factura de electricidad sujeta al mercado regulado (el llamado Precio Voluntario al Pequeño Consumidor, o PVPC) ha subido en abril con respecto al de marzo y sigue en niveles mucho más elevados que los de hace unos años, según las cifras del operador del mercado, OMIE. Pese a que la coyuntura era positiva (la Semana Santa reduce la demanda, entre otros factores), el precio del MW/h ha ascendido hasta los 50,41 euros frente a los 48,82 euros de marzo, un crecimiento del 3,26% y de un 18,14% frente a abril de 2018. El comportamiento del pool (el mercado mayorista de la electricidad) para 2019, según todas las previsiones, seguirá siendo parecido: una fuerte inestabilidad, con grandes caídas y grandes subidas, dentro de una dinámica general al alza. Y los analistas aseguran que la necesaria transición energética, en parte, está detrás de la tendencia. Y que las medidas de emergencia del Gobierno no han servido de mucho.
Antes de entrar en materia, algunos recordatorios necesarios. Las subidas y bajadas del mercado de la electricidad no afectan, al menos directamente, a todos los que tengan contratado el servicio. Cualquier cliente puede elegir en cualquier momento entre acogerse al mercado regulado (que sube y baja dependiendo del pool y establece un precio al MW/h cada hora) o al mercado libre, en el que la comercializadora y el consumidor establecen un precio y no varía, salvo cambios en las condiciones del contrato. Salvo picos de precios muy altos en el mercado, generalmente el mercado libre sale más caro. Las grandes eléctricas lo saben, y Competencia ya les ha llamado en varias ocasiones la atención por intentar dirigir a sus usuarios hacia la opción de más coste. Ambas alternativas tienen que pagar los mismos impuestos, que representan la mayor parte de la factura.
Pero el mercado regulado tampoco es una opción precisamente económica en los últimos tiempos. Según los cálculos de OMIE, la media del MW/h en 2018 fue de 57,29 euros: la más alta de los últimos 10 años. Hay que remontarse a 2008, al principio de la crisis económica, para encontrar un precio más alto: 64,43 euros por MW/h. El pasado año fue testigo de los vaivenes: en marzo, en plena primavera lluviosa, se bajó a los 40 euros, frente a los 71 euros de récord de septiembre.
Los problemas estructurales del mercado de la electricidad siguen presentes. El precio lo sigue marcando la generación de electricidad más cara, que suele ser la más contaminante
Los problemas estructurales del mercado de la electricidad siguen presentes. El precio lo sigue marcando la generación de electricidad más cara, que suele ser la más contaminante, porque la materia prima no es gratis –a diferencia de las renovables–. Es decir, las centrales térmicas de carbón y las de ciclo combinado, alimentadas con gas natural. Por ello, cuando se dan las condiciones más favorables para las instalaciones limpias más habituales, las eólicas –es decir, cuando sopla el viento– el precio baja. Y en tiempos de anticiclones y estabilidad atmosférica, o de sequía intensa que saque a la hidráulica, sube la producción de las energías más sucias: y, junto a la producción, el precio.
Que las centrales más sucias marquen lo que va a pagar al mes cada consumidor sujeto al mercado regulado es un gran inconveniente porque, en estos momentos, la transición energética está haciendo que suban el precio. La culpa la tiene el precio del CO2: la cantidad de dinero que tienen que pagar las instalaciones de generación de gas y de carbón por cada tonelada de este gas contaminante que emitan. Durante mucho tiempo, el precio del CO2 ha sido bajísimo, prácticamente irrelevante: pero en los últimos años ha iniciado una escalada fulgurante, que sigue en 2019, cuando se batirán nuevos récords. Por tanto, las empresas más contaminantes del país suben la factura porque a ellas les cuesta más emitir dióxido de carbono, y trasladan directamente ese aumento al pool.
“Lo más importante, y lo que está marcando el precio de la luz ahora mismo, es el efecto CO2”efecto CO2, asegura María José Medialdea, de la consultora energética Grupo ASE. Los impuestos al dióxido de carbono, explica, están consiguiendo su objetivo esencial: sacar a las tecnologías más contaminantes del mix. Al carbón ya no le sale a cuenta. Pero en este momento de transición, en el que las renovables no han acabado de coger el testigo, están sosteniendo el sistema las nucleares… y el gas, que es la generación que está marcando los precios y que los eleva, dado que también tiene que pagar el tributo. “La transición va a llevar años, y va a haber volatilidad. Ahora mismo la única tecnología que le está haciendo competencia al gas es la eólica, y dependemos del viento”, resumen desde el Grupo ASE.
Los analistas insisten: el mercado eléctrico es muy complejo, y pese a que la influencia del precio del CO2 está clara, hay otros muchos factores que intervienen. Algunos, evidentes y fáciles de entender, como el clima: pero hasta el Brexit puede tener su impacto en la factura de la luz. En este sentido, en septiembre, en plena escalada del MW/h, la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, anunció la suspensión del impuesto a la generación, un tributo aplicable a las eléctricas, durante seis meses. Con la esperanza de que al reducir lo que a las grandes empresas les cuesta el megavatio/hora de electricidad, se reduciría el precio del consumidor. Suponiendo que no se quedarían con la diferencia y aplicarían el descuento en la cifra que ponen en la subasta.
“Pueden poner el precio que les da la gana. Aplicarán o no aplicarán el impuesto en función de lo que les dé la gana”, asegura con énfasis Leo Gago, analista del grupo ASE. Por lo tanto, explica, es difícil estimar si la suspensión del impuesto de generación ha servido para algo. Si los precios han bajado continuamente desde el pico de septiembre por ello, o se ha debido a otros múltiples factores que juegan su papel. Aunque se moja: “Creemos que el impacto está siendo mínimo”. Lo cierto es que las fechas coinciden: en abril, primer mes de crecimiento del precio desde septiembre, se volvió a recuperar el tributo.
Soluciones
Que la generación más cara dicte el precio de lo que cobran las demás y lo que paga el consumidor en el mercado regulado es una anomalía que los expertos consideran que debe desaparecer. En principio, Transición Ecológica está de acuerdo, aunque el poco margen de la legislatura les ha impedido proponer una reforma en profundidad. “No se puede poner a funcionar en el mismo mercado tecnologías tan distintas”, aseguraba a infoLibre la catedrática de Economía y experta en el mercado eléctrico Natalia Fabra. Fabra fue la encargada de redactar el apartado dedicado a una nueva regulación eléctrica en el informe del consejo presidido por la ministra de Transición Ecológica, por lo que se presupone que, salvo injerencias propias del ejercicio del poder, sus postulados sean los que recoja la reforma del Gobierno.
La idea es que se realicen varias y no una única subasta diaria del precio de la electricidad, discriminando por tecnologías, y así, en teoría, se evitarían interferencias. No solo que la contaminación, y la lucha contra la contaminación, tengan impacto a final de mes para los consumidores. También se esquivarían los “beneficios caídos del cielo” (windfall profits) que reciben, por ejemplo, las instalaciones hidroeléctricas: con su inmovilizado amortizado desde hace décadas, cobran por el MW/h lo mismo que las térmicas de carbón, que pagan por la materia prima y pagan por sus emisiones de CO2.
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¿Y bajar los impuestos?
Portugal comparte subasta y mercado eléctrico con España. Salvo ligeras interferencias, el precio del megavatio/hora es igual en ambos países. Lo que cada Gobierno puede decidir es cómo gravar la electricidad. En una factura media española, sujeta tanto al mercado regulado como al libre, gran parte de lo que se paga son tributos: llegando, en algunos casos, a representar más de la mitad. Y en plena escalada de precios en abril, se ha popularizado en España una medida del Ejecutivo luso con respecto a la luz: bajar el IVA, del 23% al 6%. Sin embargo, la reducción solo afectará a una parte de los clientes (eso sí, los más vulnerables) y se traducirá en un impacto de menos de 10 euros de media al año. La asociación de consumidores Facua, en España, ya ha pedido copiar al vecino.
Muchas de las propuestas de los partidos políticos mayoritarios de cara al 28-A pasaban por una reducción de impuestos. Sin embargo, Eurostat señala que España es uno de los países de la Unión Europea que menos grava su electricidad: incluso contando a los candidatos y los futuros miembros potenciales, 35 países en total, España se encuentra en el puesto número 14 por la cola y muy lejos de Portugal, el tercero con los impuestos más elevados.