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El Gobierno recompone las alianzas con sus socios: salva el paquete fiscal y allana el camino de los presupuestos

Gasto público, clima y coyuntura: por esto España creció más en 2022 y tendrá más colchón en 2023

Pedro Sánchez en el World Economic Forum de Davos, Suiza, este martes.

El año pasado empezó muy bien: el Gobierno pensaba que España iba a crecer un 7% en 2022. Pero las consecuencias en los precios de la invasión rusa de Ucrania desestabilizaron toda previsión, y la estimación de crecimiento cayó en primavera al 4,3%. Sobre ese porcentaje han pivotado todas las previsiones desde que estalló la guerra. Hasta que unos días poco antes de finalizar diciembre, Pedro Sánchez hizo un anuncio: la economía iba a crecer en 2022 por encima del 5%. Este lunes, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal ha respaldado esta tesis: España creció un 5,3% en 2022. 

Los Presupuestos Generales del Estado de 2023 están confeccionados en base a unos ingresos estimados para un PIB de 2022 en el 4,3%. Estas nuevas previsiones vienen impulsadas por una revisión general que hizo el Instituto Nacional de Estadística del crecimiento económico de los tres primeros trimestres. El organismo anunció el 23 de diciembre que España creció un 0,3% más de lo que esperaba en el primer trimestre; un 0,8% más, el segundo, y un 0,6% el tercero. Esto ha provocado una revisión al alza de todos los oráculos económicos

A falta del dato consolidado, la confirmación de este escenario de mayor crecimiento confiere un margen de gasto mayor: “A nivel de ingresos significa que has tenido una mayor recaudación de la prevista”, explica Antonio Sanabria, profesor de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid. El académico resume en tres las causas de este crecimiento: la suerte de que el invierno no está siendo frío, la política de gasto expansiva del Gobierno y la coyuntura internacional, que ha beneficiado a España.

Un crecimiento por el clima, el gasto público y la coyuntura internacional

“La táctica rusa de bloquear la economía en invierno ha fracasado”, resume el profesor Sanabria. “En esto el factor suerte ha sido determinante. Al ser un otoño e invierno más cálido de lo esperado, no ha sido necesario tirar de gas. Eso nos ha permitido aumentar las reservas y los costes de la energía se han visto suavizados”, añade. Las consecuencias económicas de esto en los últimos meses del año han sido múltiples, la más evidente, una fuerte reducción de la inflación que ha ayudado a reducir costes, a reactivar la actividad económica que sea intensiva en energía, como parte de la industria.

Otro elemento que ha empujado al alza las previsiones de crecimiento es que la demanda interna de hogares y empresas se ha mantenido: “La demanda interna ha funcionado mejor de lo esperado. Los hogares han conseguido mantener su consumo gracias al ahorro acumulado, que ha compensado la pérdida de poder adquisitivo por la inflación. La inversión privada también se ha comportado mejor de lo previsto. Aquí también entran en juego las políticas de alivio frente a la inflación y la guerra”, explica el profesor. 

Por la parte de la coyuntura internacional, la ralentización de la economía china ha podido tener otro efecto positivo, en cuanto a demanda energética. “Los problemas inmobiliarios y la política de covid-cero ha generado caos”, explica Sanabria. Esto ha repercutido en una menor demanda energética del gigante asiático de petróleo y gas natural, lo que ha ayudado, junto con el clima, a relajar los precios que estaban asfixiando las actividades económicas. 

“El Gobierno ha sido prudente. Ha ido bajando su previsión según ha ido evolucionando la economía. Pero hay que apuntar que el objetivo del Gobierno no es acertar, sino dar una previsión razonable para elaborar los Presupuestos Generales del Estado, ya que permiten establecer qué ingresos va a tener el Estado, para calcular las partidas de gasto. De ahí se deriva todo, el déficit público y la deuda”, apunta Sanabria. 

Un margen de actuación amplio pero con límites

Esta nueva previsión superior al 5% provee al Gobierno de un colchón más mullido para afrontar los posibles retos de este año. Algunas partidas ya están saliendo de ahí. “Este ingreso extra ya se está usando para financiar las medidas que anunció el Gobierno, de ampliación del escudo social”, explica el profesor.

Estas medidas incluyen la supresión del IVA en productos frescos que ya estaban al 4% y la reducción del 10% al 5% de aceite y pastas, una política que se mantendrá hasta el 30 de junio o hasta que la inflación subyacente baje del 5,5%. También, el cheque de 200 euros a las familias con rentas de hasta 27.000 euros anuales, que el Gobierno estima en 4,2 millones de hogares.

“El Gobierno tiene una libertad relativa para gestionar este colchón”, explica Antonio Sanabria. “El Gobierno está comprometido a mantener un déficit fiscal por debajo del 3% del PIB y llevar a la deuda a una senda que la deje por debajo del 60%. Esas reglas están suspendidas por la guerra, pero esto no quiere decir que no haya supervisión. Si dedicara una gran partida a algo no previsto, por ejemplo, a invertir en coches eléctricos, lo tendría que justificar muy bien”, añade Sanabria. 

Fuentes del Gobierno se muestran prudentes con este aumento del colchón, y razonan que cuando se hace una estimación pesimista, lo normal es que cualquier mejora de escenario es bienvenida. No consideran que esto vaya a suponer un gran cambio en los ingresos y confirma que ya se están usando para financiar las mencionadas partidas extraordinarias. El Gobierno sigue pendiente de que el déficit fiscal quede por debajo del 5% –este lunes la Airef estimaba un 4,5%– y recuerdan las palabras de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha dicho en más de una ocasión: “Aunque las reglas fiscales estén suspendidas, la responsabilidad fiscal no lo está”.

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