Desigualdad económica
La raíz de la desigualdad: diferencias de renta que no corrige un sistema fiscal poco redistributivo
Los datos macroeconómicos de España a cierre de 2016 fueron buenos. Y así lo hizo saber la Comisión Europea en su Informe sobre España 2017, publicado a finales de febrero: "La economía española creció un 3,2% en 2016, a una tasa muy superior a la media de la zona del euro". Sin embargo, a pesar de la buena pinta que tenía el comienzo del documento, no todas las noticias que llegaron desde Bruselas fueron positivas. España tiene un problema con la desigualdad que no es capaz de atajar a pesar de tres años consecutivos de expansión económica: "[Las tasas de pobreza y exclusión social] se siguen manteniendo en niveles muy elevados", recordaba el brazo ejecutivo de la Unión Europea.
La Comisión recordaba en el informe que la desigualdad en la distribución de la renta "aumentó durante la crisis y es una de las más elevadas de la UE", una tendencia fruto de la rápida subida del desempleo y la persistente segmentación del mercado laboral. El coeficiente de Gini –cuanto mayor es el dato, más importante es la desigualdad–se ha incrementado en el último lustro, pasando del 49,2 en 2010 al 52,9 en el año 2015. Mejor, a priori, que países como Reino Unido (53,6) o Portugal (55,5) ese mismo año, pero peor que Alemania (51,6), Francia (48,4) o Italia (51,7).
Sin embargo, si atendemos a los datos una vez corregidos a través de los efectos redistributivos que generan los impuestos y las prestaciones sociales, las cifras son todavía más alarmantes. España está a la cola, con el 34,6 en 2015, una cifra ligeramente por detrás de Portugal (34) y a una distancia importante de Reino Unido (31,6), Alemania (30,7) y Francia (29,2). "En general, los efectos –recordaba la Comisión en el informe– de los impuestos y de las transferencias sociales siguen siendo inferiores a la media de la UE". Algo parece no funcionar en el sistema redistributivo español.
La escasa redistribución por la vía impositiva
Por la vía de los impuestos, la reducción de la desigualdad es muy limitada. Según el informe Observatorio sobre el reparto de los impuestos entre los hogares españoles, elaborado por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), el conjunto de impuestos analizados –IRPF, sobre el patrimonio, cotizaciones sociales, IVA, sobre transmisiones patrimoniales y actos jurídicos documentados, especiales e impuesto sobre las primas de seguros– redujeron la desigualdad en 2014 en un 2,97%. Casi dos décimas más que en 2013, cuando esta cifra se situó en el 2,82%.
"El conjunto de los impuestos públicos no son progresivos", señala Antonio González, vicepresidente de Economistas Frente a la Crisis, en conversación telefónica con infoLibre. Los impuestos directos, como es el caso del IRPF y el Impuesto sobre el Patrimonio, son globalmente progresivos, es decir, la tasa imponible aumenta en función de los ingresos. Por otra parte, los indirectos –IVA o los especiales, por ejemplo– y las cotizaciones sociales, se comportan de forma regresiva.
"El IRPF es el único que redistribuye", sostiene Carmen Marín, una de las autoras del informe de Fedea. En concreto, el documento señala que en 2014 la aplicación del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas redujo un 8% la desigualdad en la distribución de la renta bruta de los hogares. Sin embargo, según consta en el estudio, agregadamente todos los impuestos indirectos aumentaron la desigualdad de la renta en los hogares en un 4,45%. El IVA fue "el que más" contribuyó a ese efecto: elevó la desigualdad en un 3,41%.
Los datos analizados muestran que ese año la presión fiscal se incrementó en todos los hogares españoles en comparación con el ejercicio anterior –2013–. "Muy destacadamente", añade el estudio, en los situados "en el 1% de los más ricos". Sin embargo, la presión impositiva no se distribuyó de forma progresiva. El primer quintil –los hogares con menores ingresos– soportó un tipo medio del 28,96% (del total de renta bruta, tuvieron que pagar un 28,96% de impuestos), una cifra superior a la registrada en los segmentos con una renta bruta mayor –excepto en las clases más altas, donde la presión fiscal fue más elevada–.
"Esta singularidad se debe fundamentalmente al peso que alcanzan para los hogares situados en el primer quintil los impuestos indirectos y las cotizaciones sociales", sostiene Fedea. Con todos estos elementos sobre la mesa, Marín señala que "el sistema fiscal español es ligeramente redistributivo gracias al IRPF, que es muy progresivo". Sin embargo, en el caso del IVA, la experta señala que a pesar de su carácter regresivo es un impuesto que genera "ingresos importantes" que luego serán utilizados para financiar las prestaciones sociales. En definitiva, no se puede entender un elemento redistributivo sin el otro.
Para el vicepresidente de Economistas Frente a la Crisis, España tiene "un sistema fiscal limitado" fruto de la "poca progresividad y las muchas deducciones, que benefician a las clases más altas". Olga Cantó, profesora de Economía en la Universidad de Alcalá y experta en análisis de la desigualdad y la pobreza, considera que el problema "es más de dimensión que de progresividad": "El montante del impuesto sobre la renta bruta es más bajo que en otros países". En este sentido, afirma que "hay margen todavía" para una subida de impuestos que permita "mantener los niveles de crecimiento" de la economía española.
Javier Santacruz, economista e investigador en la Universidad de Essex, sin embargo, no cree que la progresividad ni el aumento de impuestos sean los caminos a seguir para mejorar la redistribución. El experto asevera que España "tiene los impuestos más progresivos de toda Europa" y esto, añade, puede introducir "desincentivos al trabajo". "Tampoco se pagan en nuestro país pocos impuestos", afirma. Por ello, considera que la mejor opción es "un impuesto de la renta de tramo único" pero poniendo "un mínimo exento elevado". "Con eso, libras de tributar a las clases más bajas y redistribuyes la renta", sostiene.
Las prestaciones sociales
Por la vía de la redistribución a través del gasto público, desde Fedea se ha prestado atención a las pensiones de jubilación y supervivencia (viudedad y orfandad), así como a las prestaciones por desempleo, invalidez, enfermedad, estudios, asistencia social y ayudas familiares y para vivienda. "El subsidio medio del conjunto de prestaciones representó en 2014, para el total de hogares, el 27,3% de su renta bruta", recoge el informe. Una cifra algo menor que en 2013, cuando el mismo dato se situó en el 28,1%.
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En el caso de las prestaciones sociales, el subsidio medio presentó una tendencia decreciente en función de las rentas. Así, mientras que en los hogares con menores ingresos las prestaciones representaban un 67,7% de su renta bruta, esa cifra va descendiendo hasta el 5,6% que suponen en el caso de los hogares con mayores ingresos. ¿Cuál es el resultado? "Las prestaciones reducen en un 28,9% la desigualdad de la renta primaria. Un 80% de ese efecto se debe al impacto redistributivo de las pensiones de jubilación y supervivencia", sostiene la Fundación de Estudios de Economía Aplicada.
"Mientras que los impuestos se apoyan en toda la distribución de la renta, las prestaciones se concentran más en la parte baja", explica la economista de la Universidad de Alcalá. Para González, el gasto público en España "tampoco ha caminado en la línea de reducir la desigualdad". El vicepresidente de Economistas Frente a la Crisis critica que, aunque "naturalmente tienden a corregir mucho las desigualdades", en España las prestaciones sociales son "raquíticas". "En la medida que nos fuéramos pareciendo, tanto en ingresos como en gastos, a los países del centro y norte de Europa, iríamos reduciendo las desigualdades por la vía de la redistribución", concluye.
Sin embargo, para tener un paquete de prestaciones potente, recuerdan los expertos, es fundamental que el primer punto, el sistema fiscal, funcione a la perfección. "No puedes permitirte prestaciones fuertes si no tienes unos ingresos importantes", asevera Cantó, que pone como ejemplo el caso de Bélgica. "Para gastar, previamente tienes que recaudar. Si se hace al revés, el país se endeuda y esto lo terminan pagando las clases más bajas", apostilla Santacruz. Con todos los elementos sobre la mesa, González sitúa la raíz del problema en España en la "desigual distribución primaria de la renta". Esto es, los salarios. "Si desde un primer momento es muy desigual, luego es muy difícil corregir estas diferencias por la vía de la redistribución", concluye.