LA CRISIS DEL CORONAVIRUS
Los rebrotes ponen a la hostelería “al filo del precipicio”: hoteles, bares y restaurantes copan el 31% de los ERTE
Cuando el Reino Unido anunció la aplicación de una cuarentena a los viajeros procedentes de España a partir del 26 de julio, la presidenta de la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca (FEHM), María Frontera, advirtió de que el sector se quedaba “al filo del precipicio”. El británico es el segundo mercado del turismo balear. El primero es el alemán. Y el pasado sábado los turoperadores germanos empezaron a cancelar sus viajes organizados al archipiélago tras repuntar los casos de coronavirus. Hasta entonces, los hoteles baleares sólo habían abierto el 57% de su planta. Por lo que la decisión alemana puede haber pinchado definitivamente el mes de agosto en las islas. Pero no sólo allí. El cierre del ocio nocturno, acordado por el Gobierno y las comunidades autónomas la última semana, se añade a los golpes sucesivos que están recibiendo el turismo y la hostelería en un regreso a la normalidad que se frustra cada día más según discurre el verano.
De hecho, a fecha de 13 de agosto, el 31% de los ERTE que continúan activos corresponden a empresas de restauración –18,5%– y de alojamiento –12,5%–, de acuerdo con las cifras publicadas por el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, en Twitter ese mismo día. El comercio suma el 17,3% de los ERTE: empresas que tienen suspendidos los contratos de sus trabajadores o les ha reducido la jornada y el sueldo. Además, donde más hoteles siguen hibernados es en Canarias –el 3,6%– y Baleares –2,8%–. Pero las comunidades autónomas con más bares y restaurantes afectados por la suspensión de la actividad son Madrid –4,3%– y Cataluña –3,7%–.
El ministerio no facilita el número de empresas y de trabajadores aún afectados por ERTE por sectores y comunidades autónomas a 13 de agosto, sólo ha hecho públicos los datos de los asalariados acogidos a ajustes de empleo de fuerza mayor hasta 10 de agosto. A la cabeza, bares y restaurantes, con 171.023 trabajadores, seguidos de 127.519 en el comercio y 114.225 en servicios de alojamiento. Es decir, de las 773.320 personas sometidas a ERTE de fuerza mayor, el 37% están empleadas en negocios de hostelería.
Pero con un enfoque intrasectorial las cifras se vuelven más dramáticas. En agencias de viajes, a 10 de agosto eran sólo 20.718 los trabajadores acogidos a ERTE de fuerza mayor. Sin embargo, ese número casi representa el 50% de los empleados de este subsector vinculado al turismo. En los hoteles y similares, se mantienen aún con el contrato suspendido o la jornada y el sueldo reducidos –por fuerza mayor– el 37% de sus empleados, mientras que en restauración llegan al 18%. En actividades artísticas los ERTE alcanzan al 24% de los trabajadores. Y en el transporte aéreo, hasta al 42%.
Según el ministro Escrivá, a 10 de agosto la cifra total de asalariados acogidos a ERTE había bajado ya del millón –959.000–. En la primera semana de este mes habían retornado a la actividad una media diaria de 32.000 trabajadores, por debajo del promedio de julio, 56.000 personas, aunque superior al de mayo, 19.000. Es decir, en agosto se está ralentizando el ritmo de reactivación. El máximo de empleados bajo ajuste temporal de empleo se alcanzó el 30 de abril, con un total de 3,38 millones de personas. Entonces la hostelería había puesto en ERTE a 932.516 de sus asalariados.
El 7,1% de los trabajadores españoles sujetos a un ERTE vive en Baleares, una comunidad donde el propio ministerio reconoce que la reactivación está siendo “más lenta” que en el resto de España. Tiene suspendidos a unos 80.000 trabajadores, de los que el 55% pertenecen a la hostelería. No obstante, el 42% de los asalariados en ERTE trabajan en Madrid y Cataluña. En Andalucía, el 11,8% y en Canarias, el 10,2%: hay más ajuste laboral allí donde el turismo y la hostelería tienen más protagonismo económico. Seguidos del comercio, que suma el 17,3% de los ERTE activos a 13 de agosto, sólo un punto por debajo de la restauración.
La mitad de contratos que el verano pasado
Otro síntoma del verano anémico que está sufriendo la hostelería son los contratos. El pasado mes de julio, por tanto antes de que aparecieran los nubarrones en forma de rebrotes sin control, cuarentenas británicas y cancelaciones alemanas, los empresarios y trabajadores del sector sólo habían firmado 227.935 contratos del total de 1,48 millones registrados en las oficinas del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). Un 51,8% menos que en el mismo mes de 2019 y menos de la mitad de los contratos suscritos hace un año.
El volumen de la contratación total ha sufrido igualmente un gran descalabro, con un descenso del 29,5% respecto a 2019, pero el de la hostelería casi duplica esa media. Sólo le superan lo que la estadística del SEPE denomina actividades artísticas, recreativas y de entretenimiento, con un desplome en la contratación del 57,3%. Un dato adicional para medir el batacazo: la contratación en la industria sólo ha caído un 12,6% y en la construcción apenas un 4,6%.
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A finales de julio, la patronal Hostelería de España cifraba en un 20% los negocios del sector que no habían abierto sus puertas desde el fin del estado de alarma y vaticinaba que llegarían a 65.000 los que desaparecerían al acabar el año. Pero tras los últimos acontecimientos, la organización empresarial avanza a infoLibre que ahora espera “el peor de los escenarios”: una caída de la facturación del 50% –67.000 millones de euros menos en ventas– y el cierre al término de 2020 de más de 85.000 empresas.
La consecuencia en el empleo multiplicará esa cifra. Si hace justo un año la hostelería empleaba a 1,48 millones de personas, según los registros de afiliación de la Seguridad Social, este mes de julio se ha quedado en 1,22 millones: ha perdido 259.961 trabajadores. El segundo sector por el impacto de la pandemia, el comercio, se ha dejado en estos últimos 12 meses 105.769 asalariados, el 4,1% de su fuerza laboral. La sangría de la hostelería más que cuadriplica porcentualmente esa caída: un 17,5%. Pero la patronal teme que a final de año la destrucción de empleo se desborde, superando los 400.000 puestos de trabajo directos e incluso escalando hasta los 900.000 si se suman los indirectos.
De ahí que los empresarios insistan no sólo en prorrogar las exoneraciones de cuotas y prestaciones de los ERTE hasta diciembre, sino que incluso se extiendan a 2021, ante la cada vez mayor incertidumbre sobre el control del virus en otoño y las restricciones a la actividad hostelera y turística –“un sector estratégico”, subrayan–que no parece que vayan poder soslayar.