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Elecciones EEUU 2020

De suprimir los aranceles al aceite de oliva a volver a inyectar ayudas a Airbus: lo que puede cambiar entre EEUU y España con Biden

El vencedor de las elecciones de EEUU, el demócrata Joe Biden

Si los embates judiciales de Donald Trump no lo impiden, Joe Biden será el 46º presidente de Estados Unidos. La llegada a la Casa Blanca del candidato demócrata, ex vicepresidente del país con Barack Obama, traerá cambios obligatorios: sería inimaginable que cualquier sucesor de Trump repitiera las formas y el fondo del magnate neoyorquino. Un mandato basado en la excentricidad, sobre todo en las relaciones internacionales y su pata económica, las políticas comerciales y arancelarias. 

¿Qué relación le aguarda a España, 13º país del mundo en el ránking por PIB nominal, frente a la primera potencia mundial? El episodio que más atención recibió en los últimos años sobre la relación bilateral fue una anécdota espuria acaecida en verano del año pasado: un vídeo mostraba supuestamente a Trump ordenando sentarse a Pedro Sánchez en la cumbre del G-20. Un chascarrillo que esconde la prudencia de Sánchez con su estrafalario homólogo: el Gobierno español no se ha sumado a la nueva Ruta de la Seda impulsada por China (el gran enemigo de Trump) ni amplió relaciones con Rusia (a diferencia de Italia), ha estado al margen al margen de las batallas geopolíticas en Libia o en el Mediterráneo Oriental próximo a Turquía y, por determinados momentos, ha actuado como un halcón en Latinoamérica; prueba de lo anterior fue el precipitado reconocimiento de Juan Guaidó como presidente venezolano

Según fuentes comunitarias de alto nivel consultadas por infoLibre, es muy improbable, casi imposible, que vuelva a negociarse el Acuerdo Transatlántico sobre Comercio e Inversión (TTIP, en inglés), cerrado fallidamente en 2019. Pero los consultados sí ven "muchos avances puntuales" a nivel comercial.  

Para el periodista Esteban Hernández, autor del libro Así empieza todo: La guerra oculta del siglo XXI (Ariel, 2020), la llegada de Biden provocará "dos movimientos con distintos grados": "En primera instancia, EEUU reforzará los lazos con Alemania, y con la Unión, y veremos una Europa que tenderá a abandonar los intentos de autonomía estratégica que vimos con Trump, en gran medida porque la hostilidad de Trump obligaba a ello". Así que hay una elevada probabilidad de que "los vínculos atlantistas se refuercen" frente a la megapotencia China. 

"En segunda instancia", prosigue Hernández, "las finanzas serán un mecanismo de expansión de la influencia estadounidense, ya que encontrarán muchas oportunidades para hacer un buen negocio, incluidas las adquisiciones de empresas europeas". El consultado, que ve en España "una presa fácil" [por los efectos económicos de la pandemia], el vínculo financiero abarcará también "el ámbito ecológico y la descarbonización". "La participación público-privada será importante en esta tarea", razona.

De momento es muy pronto para saber las intenciones de Biden, pero su carrera política lanzada hace 47 años como senador por Delaware, sus promesas electorales y su adscripción demócrata permiten aventurar cambios cuasi seguros en las relaciones bilaterales. 

Aranceles a productos agrícolas. Hace algo más de un año entraron en vigor una serie de aranceles estadounidenses sobre productos agrícolas europeos por valor de más de 6.000 millones de euros que, en el caso español, incidieron sobre la producción de aceite y de aceitunas. La exportación de ambos cayó rápidamente y, para sortearla, los agricultores españoles compraron fuera el aceite para poder vender luego a EEUU. De la misma manera que este capítulo fue ya un obstáculo insalvable durante la negociación del TTIP con la Administración Obama, es muy probable que sea uno de los acuerdos puntuales a los que lleguen ambos bloques ahora.

Conflicto con Airbus. Es el problema que más preocupa en Bruselas y en torno al cual hay más urgencia en resolver. EEUU y la UE litigaron y los dos bloques perdieron: en octubre de 2019, la Organización Mundial del Comercio autorizó a Washington a imponer aranceles a Europa por valor de 6.874 millones de euros por las subvenciones ilegales (más de 200 millones de ayudas ilegales procedieron de España) y un año después -el pasado mes de octubre- la OMC dio el visto bueno a la UE para hacer lo propio con Boeing por valor de 3.405 millones de euros en impuestos arancelarios. Los primeros afectados de la guerra comercial han sido los empleados de Airbus, que en España implican el despido de 1.600 trabajadores en los próximos años de las factorías de Getafe y Barajas (Madrid), Illescas (Toledo), Albacete, Sevilla o Cádiz (aunque la razón oficial de los ERE resida en el covid-19).  

Acero. Otro de los pactos que la Comisión Europea espera alcanzar con el equipo de Joe Biden más pronto que tarde. En mayo de 2018, Trump cumplió su amenaza: aranceles del 25% al acero y un 10% al aluminio procedentes de la UE. La respuesta comunitaria se produjo en enero de 2019, cuando el Ejecutivo todavía presidido por Jean-Claude Juncker notificó a la OMC la aplicación de aranceles del 25% a las importaciones de 26 categorías de productos de acero de terceros, una acción claramente dirigida contra Trump.

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Automóviles. Aquí Trump no pasó de la amenaza a los hechos. Pero sus bravatas lanzadas desde 2018 de imponer arancelesaduaneros del 2’5% al 25% sobre los coches europeos han tensado las relaciones con Alemania, el gran fabricante de la UE. En EEUU se importan 17 millones de vehículos europeos, algo por detrás de China. Trump sí gravó a los fabricantes de automóviles chinos y provocó que multinacionales como Tesla deslocalizaran algunas factorías para escapar a los aranceles impuestos por su propio país. El sector de la automoción genera en España 320.000 puestos de trabajo.

Impuestos digitales. La aplicación de la tasa Google (Impuesto sobre Determinados Servicios Digitales) en España, pero también en Francia, Italia o Alemania, llevó a Trump a mediados de este 2020 a amenazar por carta a los países que la aplicaran (España espera recaudar algo menos de 1.000 millones de euros). En la UE también aquí atisban armonía, "pero siempre bajo el paraguas de la OCDE". Biden, por su parte, prometió aumentar el Impuesto de Sociedades o Corporate Tax del 21% al 28% para las multinacionales de Silicon Valley, que actualmente protagonizan una fenomenal pelea con las cámaras legislativas estadounidenses por su predominio global. 

"La política de Joe Biden con las grandes tecnológicas es heredera del estado del debate político resultante de los últimos cuatro años de mandato de Donald Trump", valora Ekaitz Cancela, autor de Despertar del sueño tecnológico (Akal, 2019) y El TTIP y sus efectos colaterales (Planeta, 2016). "Esto quiere decir que la relación será ligeramente más tensa que con Barack Obama pero menos tensa que con Trump. Eso sí, se trasladará a la opinión pública que se incrementa la supervisión y la regulación de Silicon Valley". Sin embargo, añade Cancela, "Biden sabe que esta industria es crucial para afrontar una problématica mayor para los estadounidenses, la guerra contra China en el ámbito de la competencia. Por eso Eric Schmidt, ex director ejecutivo de Google y gran recaudador de fondos para la campaña de Biden, suena para liderar un grupo de trabajo en la industria tecnológica que supervise las relaciones exteriores norteamericanos".

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