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Los precios se moderan

El tope del gas y el escudo energético sitúan a España con el IPC más bajo de Europa

Imagen de las compras en el 'Black Friday' este año.

Los precios empiezan dan una tregua a Europa, y particularmente a España, que este mes de noviembre ha presentado el mejor registro de toda la eurozona: un 6,6% frente una media del 10%. La excepción ibérica es uno de los principales motivos: la volatilidad del gas en el mercado no impacta en los precios de la electricidad. Pero de ser la única razón, Portugal también tendría una inflación baja, y sin embargo es superior a la media de la eurozona: 10,3%. Uno de los factores que diferencia a España y a Portugal es el tamaño de sus escudos antiinflación: el de España es un colchón mucho más mullido

Pero hay más. Las particularidades del sistema eléctrico español, que a finales de 2021 supusieron un quebradero de cabeza, ahora suponen una ventaja: “El mercado eléctrico español es de muy corto plazo, eso nos da una pista de lo que está pasando”, explica el profesor Antonio Sanabria, que imparte Economía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid. 

“Las variaciones de precios en el mercado mayorista enseguida se trasladan a los consumidores. Por eso, cuando empezaron a subir los precios, España estaba en cabeza en inflación y ahora, que los precios han bajado, está en la cola”, señala el académico. Concretamente, en noviembre de 2021, la inflación española era del 5,5%, mientras que era más baja en Italia (3,9%) o Francia (3,4%). Este factor ahora hace que, en otros países donde predominan contratos eléctricos a largo plazo, las empresas eléctricas mantienen los precios altos, por el efecto retardado de los picos energéticos.

A este factor se le suma un efecto estadístico: el hecho de que el IPC, que es el índice que mide la variación de los precios, sea un dato interanual, es un viento a favor para España: “La inflación empezó a presionar al alza en octubre y noviembre del año pasado. El IPC compara el dato de un mes con el del mismo mes del año anterior, por lo que se está comparando una cifra que hace un año ya era alta en España, mientras que no tanto en otros países”, explica Sanabria. 

Materias energéticas cayendo, pero inflación energética alta 

Este conjunto de motivos hace que España esté más resguardada de la inflación energética. “La contención de los precios energéticos en España compensa la subida de los alimentos”, señala el profesor Josep Maria Català, que imparte Economía y Empresa en la Universitat Oberta de Catalunya. Lo que sigue determinando la inflación europea en noviembre son los altos precios energéticos, que son un 34,9% más altos que el mismo mes del año anterior. Le sigue la alimentación, alcohol y tabaco (13,6%), los bienes industriales no energéticos (6,1%) y los servicios (4,2%). 

No obstante, como explicó este martes en infoLibre el analista financiero y experto en materias primas Juan Ignacio Crespo, los precios de la energía, aunque siguen más altos que hace un año, llevan varios meses cayendo: “Las materias primas energéticas y alimentarias hicieron varios máximos poco antes y después de la guerra, pero desde entonces están cayendo todas”. 

El petróleo, medido en el precio del barril de Brent, se encuentra a unos 86 dólares, un 22% superior a los de hace un año (en torno a los 70 dólares). Los precios del gas también están más altos. Este martes, el precio de referencia europeo era de unos 132 euros, frente los 93 del año pasado, un 41% más. No obstante, los valores actuales están muy por debajo de los picos que se alcanzaron en los momentos de mayor incertidumbre, de 123 dólares en el caso del petróleo y de 339 euros en el caso del gas europeo.

Como indica el profesor Antonio Sanabria, son los contratos energéticos a largo plazo, que predominan en el resto de Europa, los que hacen que, pese a que las materias primas energéticas caen, los precios aún se mantienen en la mayoría de países europeos.

Como explicó infoLibre en octubre de ese año, cuando la inflación empezó a escalar, países como Alemania y Bélgica defendieron mantener las reglas del mercado eléctrico, porque ambos países carecen de tarifa regulada, lo que les permitió amortiguar la subida. En ese momento, la mayor sensibilidad de las tarifas de los consumidores y empresas españolas al precio mayorista sí provocó un encarecimiento inmediato de la factura eléctrica. Y fue así, hasta que en junio entró en vigor el tope del gas.

“En el caso de España, mi previsión es que la inflación siga bajando. Se mantienen todos los motivos: la excepción ibérica, los precios más bajos, y el efecto estadístico. Las cifras de inflación que tuvimos en diciembre, enero, febrero, etc, eran también bastante más altas aquí, lo que hace que la variación interanual sea más pequeña”, señala el profesor Sanabria, que subraya la dificultad de hacer previsiones en un entorno de tanta incertidumbre.

Las dispares situaciones de Portugal, Francia, Italia, Alemania 

Que España presente rasgos distintivos que le favorecen no quiere decir que el resto de Europa presente características homogéneas. De hecho, nada más lejos. La desaparición repentina del gas ruso de la economía europea ha tensionado las deficiencias de cada uno de los países, que se deben a factores diferentes, por ejemplo, relativas al mix energético que alimenta la actividad económica, a la exposición de las importaciones o incluso de la inestabilidad política que se viva en el país. 

Portugal es el país que presenta más similitudes con respecto a España: el gas tiene el mismo peso (en torno al 25% de su mix energético), la dependencia rusa es simular (alrededor del 10% del gas importado viene de ese país) y ambos países están amparados por la excepción ibérica, el desacople del gas del precio eléctrico. Sin embargo, la inflación portuguesa es del 10,3%, mientras que la española es del 6,6%. 

En primer lugar, el escudo social es diferente entre los países. Las medidas antiinflación de Portugal, según estima la consultora Bruegel, es de unos 7.000 millones de euros, un 3,3% de su PIB. En España es de 38.500 millones (3,2% del PIB). Un ejemplo ilustrativo de la capacidad de ambos países para afrontar la subida de precios es el subsidio al combustible: Portugal lo restringe a los transportistas, mientras que en España el descuento de 20 céntimos es universal. Esto provocó, como informaron algunos medios como La Voz de Galicia, de un efecto llamada de las gasolineras en la frontera. 

“Yo creo que en el caso de Portugal y España también tiene mucho que ver el efecto estadístico. En Portugal los precios del mercado mayorista no tuvieron un efecto tan inmediato como en España”, señala el profesor Sanabria. En noviembre de 2021, mientras la inflación de España alcanzó el 5,5%, en Portugal seguía en el 2,6%. 

En el caso de Francia, lo que más ha determinado su situación es su mayor inclinación por la energía nuclear: “Tienen menos dependencia externa, no les tendría que afectar tanto los vaivenes del mercado”, apunta el profesor Josep Maria Català. Sin embargo, aunque Francia se sigue alimentando en una proporción importante de la generación nuclear, lo que le supone un alivio, en los últimos meses, el sistema francés ha colapsado. La causa: la simultaneidad de revisiones y problemas que han afectado a 33 de sus 56 reactores

“Francia lo que ha hecho es socializar las pérdidas”, añade el profesor Sanabria. “Al nacionalizar EDF, Francia ha socializado las pérdidas de las energías nucleares y no ha trasladado estos costes a las tarifas. Lo está costeando mediante la emisión de deuda. Buena parte de los reactores están parados, Francia está importando energía”. Según los datos del IPC de octubre, los últimos que Eurostat desglosa por categorías, la variación de precios energéticos en Francia fue del 20%, muy por encima del dato español (7,9%), pero a la vez por debajo de la media de la eurozona (41,5%).  

Es llamativo el dato de inflación de Italia, de un 12,5%, superior incluso al de Alemania. Este dato refleja la enorme dependencia energética del exterior: “Italia no tiene centrales nucleares, al estar en zona sísmica. En cuanto a renovables, está peor que España. Aquí, los peores días hemos podido compensar con eólica y con fotovoltaica, es algo en lo que los italianos están más limitados”, señala Sanabria, que subraya la dependencia italiana del gas ruso, aunque recientemente ha estrechado lazos con Argelia, especialmente tras el enfriamiento diplomático que tuvo en primavera con España, tras el incidente sobre el Sahara. 

El profesor Josep Maria Català apunta otro posible factor, el aterrizaje de Meloni: “La inestabilidad política del país también juega a la contra. A las empresas debe estar contándoles más financiarse en el extranjero, y ese aumento de costes lo pueden llegar a precio”.  

Alemania, la locomotora europea, es la que se ve en mayores apuros. El dato del IPC de noviembre es del 11,3%, por encima de la media de la eurozona del 10%, aunque esta brecha puede ampliarse extensamente en los próximos meses: “Este año va a ser especialmente complicado para la economía alemana, especialmente si viene un invierno crudo”, señala el profesor Josep Maria Català. 

“Alemania tiene un problema. La industria alemana es electrointensiva y se le ha acabado el truco que la alimentaba: el gas ruso barato. Sustituir eso a corto plazo es imposible. Supondría una de dos opciones: o una transformación de su actividad industrial o la sustitución de un suministrador que supla la carencia de gas ruso. Alemania ahora mismo está quemando carbón, algo que, además de su impacto medioambiental, también es más caro que, por ejemplo, apoyarse en la energía eólica, como hace España”, subraya Antonio Sanabria. 

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