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Migración

Grecia, un gran campo de refugiados

Grecia, un gran campo de refugiados

Helena Vázquez | Atenas

Sacos de dormir abandonados y familias sobre montones de cartones. Estas son algunas de las imágenes que nos deja la plaza Victoria de Atenas. Alrededor de unos 300 inmigrantes se han instalado en ella y es, sin duda, el punto de encuentro de los refugiados que no están en los campos. Algunos de ellos pasan la noche allí con la esperanza de poder continuar su viaje hasta sus destinos: Alemania, Bélgica, Suecia. Grecia ha recibido a más de 97.325 migrantes sólo en 2016, según reportaba este martes la Organización Internacional para las Migraciones (IOM). Aun así, la falta de perspectivas laborales y su recesión económica la convierten en un lugar de paso.

Desde que Macedonia decidió bloquear el domingo la entrada a algunos migrantes, la meta de llegar a otros países europeos parece imposible. Los días pasan y, desde el lunes, la última noche en territorio griego nunca llega. El cierre de la frontera greco-macedonia está siendo una pesadilla que muchos no podían imaginar. Así lo cuenta Malic Gulistan, un joven afgano que vive en la plaza Victoria. Asegura no tener un plan alternativo después de esta noticia: “No tengo nada en mi cabeza, ya no puedo pensar con claridad”.

Los países vecinos dan la espalda a Grecia y cierran progresivamente sus fronteras

Austria y nueve países balcánicos se reunieron el miércoles 25 de febrero en Viena. Lo hicieron de espaldas a Grecia, a quién no invitaron pese a ser el primer país de llegada de refugiados y migrantes económicos. El objetivo de la reunión fue reforzar su cooperación ante la ola migratoria en la llamada ruta balcánica. En una declaración final de los asistentes, se concluía que “no es posible gestionar un número ilimitado de migrantes y solicitantes de asilo” y se confirmó el objetivo común de ir restringiendo el paso en sus fronteras.

Asimismo, en los últimos cuatro días, diversos países han tomado medidas individuales para endurecer la entrada por sus fronteras: Eslovaquia comunica que se prepara para controlar sus fronteras con Austria y Hungría; Eslovenia envía tropas a su frontera con Croacia; Albania dice que podría cerrar su frontera en el caso de que Macedonia cierre las suyas por completo; Bulgaria aprueba una ampliación de su muro en la frontera turca; el primer ministro de Hungría llama a un referéndum para solventar la cuestión de las cuotas de refugiados y la República Checa crea una unidad de policía especial de migración.

Esta tendencia a cerrar progresivamente los límites fronterizos afecta directamente a Grecia. Austria, Eslovenia, Croacia, Serbia y Macedonia decidieron la semana pasada establecer un nuevo criterio de entrada en Macedonia. Se empezó a implementar el pasado domingo 21 de febrero y esta decisión está llevando a Grecia al caos. Esos países acordaron prohibir la entrada desde Grecia a migrantes de diversas nacionalidades, entre ellas la afgana. Por el momento, se permite el paso a los iraquís o sirios, pero los requisitos que se les exige ahora para cruzar la frontera son más estrictos. Necesitan aportar más documentos de identificación de la que muchas veces no disponen.

Los encuentros para abordar esta cuestión colectivamente se han acelerado a lo largo de esta semana. Al margen de la reunión paralela del miércoles, los ministros de Interior europeos se sentaron en Bruselas la mañana siguiente, el jueves 25 de febrero. No hubo punto de encuentro. La ministra de Interior austríaca ratificó la posición tomada con los países balcánicos y acusó a Grecia de no tomar las medidas necesarias para controlar sus fronteras. Su homólogo griego advirtió no querer ser el Líbano europeo ni “ser un almacén de almas, aunque vaya acompañada de más financiación”. Sin una solución sobre la mesa, los diplomáticos europeos confían en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno que la UE tiene programada con Turquía el próximo 7 de marzo para cesar el flujo de migrantes desde ese país, que debe recibir 3.000 millones de euros de la UE para acoger refugiados. En suma, con las medidas tomadas por los Estados vecinos y la persistente llegada de refugiados, Grecia podría estar en la antesala de una crisis humanitaria.

Aglomeraciones e incerteza en Grecia

25.000 refugiados e inmigrantes están atrapados en este país del Mediterráneo como resultado de las limitaciones impuestas por Macedonia, según informan las autoridades griegas. De acuerdo con el diario griego Ekathimerini, alrededor de 3.000 personas han llegado de media a las islas del Egeo cada día esta última semana. En contraste con este dato, el número de salidas de refugiados y migrantes económicos este jueves fue de 100 personas. Por ello, el Gobierno está restringiendo el número de personas que puedan subir a los barcos que trasladan los migrantes a la capital. La cifra de llegadas a las islas se mantiene y las personas que llegan a tierra se resisten a pensar que no pueden cruzar las fronteras griegas.

Familias enteras con todas sus pertenencias siguen amontonándose en autobuses con dirección a Idomeni, donde se halla la frontera con Macedonia. Decenas de ciudadanos afganos, iraquíes y sirios esperaban la llegada de un vehículo que les llevase al paso fronterizo en una agencia de viajes del barrio ateniense de Omonia. infolibre habló con algunas de las personas que iban a coger un autobús rumbo a la frontera el jueves 25 de febrero. “No llevo ni DNI ni passaporte”, dijo Nabih Abdellah, una madre de 19 años con su hijo en el brazo. Nadie les había informado de las nuevas restricciones. Llevar esa documentación podría ser insuficiente para un sirio. “Venimos de una guerra, ¿no lo entienden?”, “ya no podemos más”, “no sé lo que haremos”. Éstas eran algunas de las frases que soltaron varios refugiados cuando infoLibre les comunicó in situ las nuevas limitaciones. Cuando recibieron la información, algunos no respondieron y otros se mostraban convencidos que podrían finalmente cruzar la frontera. 

"Nadie irá a Idomeni hoy. No permitiré que ni un solo autobús parta hacia el norte hasta nuevo aviso de que Skopje [capital de la República de Macedonia] está permitiendo a la gente cruzar", señaló el pasado miércoles 24 de febrero Konstantinos Luziotis, director del departamento de Orden Público del Ministerio de Inmigración griego. En Idomeni se está produciendo un embotellamiento de magnitudes inéditas desde el inicio de la crisis de refugiados. El actual campo de refugiados de esa población ya supera las 3.000 personas, y otras 1.300 se hospedan en un área de estacionamiento.

El Gobierno intenta aliviar el flujo de migrantes al norte deteniendo los autobuses que pretenden acceder a este punto y devolviendo autocares con migrantes a la capital. Los esfuerzos del Ejecutivo para aliviar el flujo hacia el norte choca con la insistencia de los que huyen de la guerra y necesitan cruzar la frontera para llegar a su destino. A lo largo de la carretera que conecta Atenas con Macedonia hay cientos de personas congregadas en gasolineras y moteles, según Reuters. Mientras tanto, en la capital, The New York Times hablaba de 2.000 llegadas al puerto ateniense este jueves.

Crisis económica y crisis migratoria

El país que protagoniza la llegada masiva de refugiados ni siquiera es capaz de hacer frente a sus obligaciones crediticias. La Comisión Europea estima que ya representa el 179% de su PIB y la tasa de paro se halla en el 24,5%, según Eurostat. Los acreedores europeos y el FMI presionan a la coalición gubernamental de Syriza-Anel para que siga implementando políticas de austeridad. En ese mismo contexto, Grecia carga a sus espaldas un brutal éxodo de refugiados. Una fuente del Banco Central de Grecia informó qué podría suponer para Grecia la crisis migratoria. Hablaba de un coste estimado de 500 millones de euros o más, refiriéndose explícitamente al caso de que se cerrasen las fronteras, según Reuters.

La mayor inversión pública ha venido de la mano de la instalación de los denominados hotspots, puntos de registro de inmigrantes y refugiados. Su función es registrar a las personas que llegan a territorio europeo mediante un sistema de huellas electrónico, acogerles hasta tres días y proporcionarles atención. La mayoría están aún en construcción, lo que la Unión Europea ha criticado duramente. De hecho, fue una de las “graves deficiencias” que Bruselas advirtió y que, entre otras, podría conllevarle una expulsión de dos años del Espacio Schengen. Esas instalaciones donde se registra y se tramita el asilo han sido objeto de duras críticas por los movimientos sociales. El cooperante y activista griego Yorgos Maniathis comenta, en este sentido, que podrían facilitar las deportaciones en un futuro.

Grecia podría dejar de ser una parada temporal

En contraste con esta inversión, los esfuerzos económicos y el liderazgo en la gestión de la llegada masiva de extranjeros por parte la Administración griega son mínimos para muchos de los cooperantes y trabajadores sociales. El alojamiento, la información en el puerto, las provisiones de comida o ropa se gestionan principalmente a través de las ONG. Aglaia Konstantakoupoulo trabaja en Cáritas y se pregunta qué habría pasado sin la asistencia de las asociaciones y organizaciones sin ánimo de lucro. Uno de los panfletos que tiene sobre su mesa informa de que 72.000 personas son beneficiarias de los servicios de esta ONG.

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Hasta ahora, muchas de las personas asistidas por esta organización eran refugiados que hacían una parada técnica en Atenas, de no más de una semana por regla general, según la trabajadora social. Aglaia asegura que hasta el momento han podido gestionarlo. No obstante, la situación podría cambiar radicalmente con las nuevas restricciones fronterizas. Para ella, en realidad, el panorama ya está empezando a dar un giro en los últimos días y esto le asusta: “No puedo ni quiero pensar qué pasará en un mes”. Las autoridades públicas ya han informado que los tres campos de refugiados oficiales en Atenas, con alrededor de 4.000 camas, están llenos. Algunos pueden ser alojados por ONG y por algunos centros sociales autogestionados, como el centro llamado Notara, en el barrio de Exarcheia.

Debido a la emergencia que se vive sobretodo en el norte del país, Panos Kamenos, ministro de Defensa de Grecia, anunció este jueves 25 de febrero la creación de cinco centros de refugiados e inmigrantes temporales adicionales. Explicó que se ofrecerían tiendas de campaña por parte del Ministerio de Trabajo y el Alto Comisionado de la ONU para los refugiados. “Las políticas de Austria y Hungría están convirtiendo Grecia en un gran campo de refugiados”, dijo la ministra de Educación, Athanasia Anagnostopoulou, en la cadena de televisón ERT. La panorámica del país es precisamente la de un gran campo de refugiados. Miles de refugiados se instalan permanentemente en estos campos, esperando impacientemente dar el salto a Macedonia. Pero su paciencia puede agotarse. Las calles de Atenas empiezan a ser el retrato de la desesperación.

“No puedo irme, no tengo dinero pero tampoco puedo quedarme en Grecia, no hay nada a hacer aquí”, comenta Amin Hassar, un camarero afgano atrapado en la plaza Victoria. Unos segundos después de que infoLibre conversara con él, el pasado jueves 25 de febrero y en aquella misma plaza, dos compañeros suyos intentaron colgarse de sus cuellos de un árbol a plena luz del día. Los allí presentes hicieron todo lo posible para salvarlos. Finalmente la ambulancia se los llevó y sobrevivieron, según informan los medios locales. Sus compañeros insistían y gritaban a la poca prensa que estaba allí que esta imagen debía recorrer el mundo.

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