Latinoamérica
Iván Duque y Gustavo Petro enfrentan sus visiones de la paz en las urnas colombianas
Colombia celebra este domingo la segunda vuelta de unas elecciones presidenciales que han polarizado por completo al país, pues de su resultado depende el rumbo del proceso de paz iniciado por el Gobierno de Juan Manuel Santos. Las urnas ya están abiertas para elegir al nuevo Gobierno.
Más de 36 millones de colombianos están convocados a las urnas para elegir al sucesor de Santos, que el próximo 7 de agosto abandonará la Casa de Nariño sin remedio, puesto que la reforma constitucional de 2015 volvió a prohibir la reelección presidencial. Su legado para el país son los acuerdos firmados en 2016 con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) tras cuatro años de intensas negociaciones en La Habana. Cerca de 300 páginas que han hecho posible la desaparición de la primera guerrilla del país.
La paz le valió el aplauso internacional, materializado en el Nobel. A nivel interno, en cambio, los colombianos se muestran escépticos, ya que después de medio siglo de conflicto armado y ocho millones de víctimas, algunos esperaban un reproche mayor a la guerrilla.
Este debate ha quedado plasmado en la pugna electoral. La primera vuelta del 27 de mayo decantó a dos candidatos con visiones opuestas del proceso de paz: Iván Duque, de la coalición conservadora creada por los ex presidentes Álvaro Uribe y Andrés Pastrana, y Gustavo Petro, representante de la izquierda colombiana.
Duque bebe del capital político generado por Uribe y Pastrana en la ya histórica campaña para el referéndum sobre el acuerdo de paz. Aquel 2 de octubre de 2016, pese a la ilusión dominante en el resto del mundo, lograron imponer el 'no' (50,21%), obligando a las partes a buscar una nueva forma de ratificación, aunque desde entonces ha moderado el discurso. Así, el candidato ha reemplazado la proclama de "hacer trizas el acuerdo de paz" por la de "modificar" los puntos más cuestionados, que al mismo tiempo constituyen su esencia: la justicia transicional –"un mecanismo de impunidad"– y la participación política de las FARC.
En el extremo opuesto se sitúa Petro. Como antiguo miembro de la extinta guerrilla del M-19 ha hecho de la paz su seña de identidad. Advierte de que los textos de La Habana son solo "un acuerdo para acabar con la guerra" y, por tanto, "hay que seguir construyendo la paz" hasta que quede blindada. "¿Volvemos a la violencia o construimos la paz?", planteó el 27 de mayo.
En el tintero ha quedado el diálogo de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la segunda guerrilla de Colombia, que arrancó en febrero de 2017 y apenas ha dado resultados. Ambos han prometido mantenerlo para alcanzar la "paz completa" soñada por Santos.
El nuevo delfín de Uribe
Duque es el mejor posicionado para ganar este 17 de junio. Ya lo hizo en la primera vuelta, con un 39% de los votos, aunque sin conquistar el umbral del 50% que le habría catapultado directamente a la Casa de Nariño.
Nacido en Bogotá hace 41 años, lleva la política en la sangre. Su padre fue gobernador del departamento de Antioquia y ministro de Minas y Energía durante el Gobierno de Belisario Betancur. Él debutó en el Gabinete de Pastrana como asesor de Santos cuando era ministro de Hacienda.
Su rasgo definitorio es la economía. Duque ha forjado una exitosa carrera como economista que ha desarrollado fuera de Colombia en prestigiosas instituciones como el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), volviendo a Colombia hace tan solo cuatro años para sumarse a Centro Democrático, el partido político fundado por Uribe tras su ruptura con Santos. Fue elegido senador, ocupando el escaño situado junto al expresidente, lo que le permitió ganarse su confianza.
El apoyo de Uribe es un arma de doble filo para Duque. Si bien le dio la victoria en las primarias conservadoras del 11 de marzo, le dibuja como otro delfín sobre el que el expresidente intentaría ejercer la influencia a la que Santos se resistió.
"Yo seré el presidente y Uribe será el líder de la bancada de Gobierno en el Senado para ayudarnos a sacar adelante nuestra agenda de Gobierno. Ese trabajo en equipo le sirve mucho a Colombia", ha respondido a quienes auguran que será una marioneta.
De guerrillero a político
Petro, por su parte, logró colarse en la segunda vuelta con un 25%, un margen más ajustado de lo que esperaba frente al candidato independiente Sergio Fajardo, que sumó un 23% arañando votos desde el centro político.
Su pasado está marcado por la guerrilla M-19, en la que comenzó a militar cuando era un adolescente de 17 años. Conocido con el alias de 'Aureliano', por el personaje de Cien años de soledad, asegura que su papel fue exclusivamente político, que nunca empuñó un arma. Encarcelado y liberado, participó en el diálogo que llevó a la desaparición del grupo armado, estrenándose en la "política legal" como miembro de la Asamblea Constituyente que redactó la actual Carta Magna. No obstante, las constantes amenazas contra él y otros ex guerrilleros hicieron que el Gobierno de Ernesto Samper les enviara a misiones diplomáticas en el extranjero. En su caso, Bruselas.
Regresó a Colombia en 1996 para retomar su carrera política, destacándose desde entonces como diputado y senador, pero su mayor desafío fue ocupar la Alcaldía de Bogotá durante tres años accidentados en los que fue cesado y restituido por orden judicial a causa de la crisis de la basura en la capital colombiana.
Petro ya intentó ganar la Presidencia en 2010, y entonces no pudo ser. Ahora, en cambio, representa la mejor oportunidad que ha tenido la izquierda colombiana de llegar al Gobierno. Su principal obstáculo es el cartel de 'castrochavista' que le ha colocado la oposición, aunque él prefiere centrar su discurso en la lucha contra las desigualdades y la corrupción.
El voto de los demás
Las encuestas vaticinan una nueva victoria de Duque, con más de diez puntos de ventaja sobre Petro. La clave será por quién se decidan los votantes de los seis candidatos presidenciales que cayeron en la primera vuelta.
Fajardo, a quien ambos se apresuraron a seducir tras el 27 de mayo por el poder que le confiere el tercer puesto, ha optado por dar total libertad a sus simpatizantes. En este contexto, Duque y Petro han buscado aliados en otras siglas.
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Por su parte, Duque compite con el claro respaldo de Germán Vargas Lleras, que arrastra a los conservadores díscolos y a la gobernante Unidad Nacional. No obstante, se le ha resistido el jefe negociador del Ejecutivo en el diálogo de paz con las FARC, Humberto de la Calle.
A su vez, Petro cuenta con el espaldarazo de Polo Democrático, una tercera parte de la coalición electoral de Fajardo. No ha logrado convencer a otro tercio, la Alianza Verde, que también ha dado rienda suelta a sus simpatizantes.
El caudal de votos que ha quedado en el aire podría decantar la balanza, ya que las encuestas reflejan una horquilla de indecisos que alcanzaría hasta el 10%, manteniendo viva la carrera por la Presidencia de Colombia hasta el último segundo.