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genocidio en Ruanda

Las lecciones no aprendidas del genocidio de Ruanda: "Seguiremos contando víctimas" en todo el mundo

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Hace 25 años que el mundo asistió impávido a la matanza de 800.000 tutsis y hutus moderados en tan solo tres meses. El "fracaso" de la comunidad internacional sirvió para extraer lecciones que permitieron dar un salto cualitativo en materia de prevención y castigo. Hoy, algunas parecen haberse olvidado y las alarmas se han activado en ciertos países, lo que aboca a "seguir contando víctimas".

La historia de rivalidad entre tutsis y hutus, que bebía en parte de una organización colonial que favoreció el ascenso en el escalafón social de los primeros, había provocado enfrentamientos y se extendía ya a los países vecinos a golpe de refugiados, hacía prever que algo así podía pasar. "Se podría haber evitado. Esta es una de las principales lecciones. Las señales de alarma eran claras, pero no hubo un compromiso claro por parte de los actores internacionales relevantes para adoptar las medidas necesarias", ha dicho Adama Dieng, relator especial de Naciones Unidas para la Prevención del Genocidio, en una entrevista concedida a Europa Press.

Dieng ha indicado que "la comunidad internacional no reaccionó a tiempo debido a la falta de voluntad y a la falta de recursos". La primera "afectó a la toma de decisiones en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas" y la segunda, a la misión de la ONU en Ruanda, que "era pequeña, carecía de tropas bien entrenadas y de material funcional". "La investigación independiente (...) concluyó que el sistema de Naciones Unidas en su conjunto fracasó", pero de aquello surgió una reforma en la organización internacional que, por ejemplo, llevó a la creación del cargo de relator especial para la Prevención del Genocidio, ha recordado el jurista senegalés.

Dieng ha subrayado que el genocidio no es algo que ocurra de la noche a la mañana, que pueda sorprender, sino que "es resultado de un proceso que requiere tiempo, planificación y recursos con factores desencadenantes que puedan permitir su comisión". En el caso de Ruanda, el detonante fue el derribo del avión en el que el presidente ruandés, Juvénal Habyarimana, regresaba junto a su homólogo de Burundi, Cyprien Ntaryamira, a Kigali el 6 de abril de 1994. Los hutus culparon al Frente Patriótico de Ruandés (FPR), una milicia formada por tutsis exiliados, y la matanza comenzó horas después.

El hecho de que sea un proceso "proporciona muchas vías de entrada a la prevención antes de que la situación escale". "Hay un amplio rango de opciones de política estructural para abordar los factores de riesgo que incluyen el desarrollo o fortalecimiento de mecanismos nacionales y regionales para garantizar la buena gobernanza, los Derechos Humanos y el Estado de Derecho", ha mencionado Dieng. Entre estas opciones, el experto de la ONU ha destacado la creación de sistemas de alerta temprana, análisis y respuesta, la rendición de cuentas por "los crímenes del pasado" y medidas que ayuden a generar confianza entre las comunidades, amplíen la participación en el proceso de toma de decisiones y prevengan la proliferación de armas pequeñas o ligeras.

La reconciliación

Rachel Nicholson, investigadora de Amnistía Internacional (AI) para África Oriental, ha valorado, en declaraciones a Europa Press, que "construir unidad y trabajar en la reconciliación ha sido una gran prioridad en Ruanda desde el genocidio de 1994".

En materia de Justicia, se creó el Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR), el primero en dictar una sentencia por el crimen de genocidio; los tribunales nacionales ventilaron más de 10.000 casos y las cortes Gacaca, una tradición comunitaria recuperada 'ex profeso', casi dos millones. Actualmente, el país africano cuenta con una Cámara para Crímenes Internacionales que ha heredado este cometido. También se ha tipificado la "ideología genocida" para disuadir y castigar los discursos de odio, se ha prohibido hablar de tutsis y hutus como grupos enfrentados y la teoría del "doble genocidio", que pretende equiparar la masacre de tutsis con los crímenes del FPR contra los hutus. Además, el Gobierno de Paul Kagame ha promovido pueblos donde unos y otros conviven en armonía.

Como contrapartida, las ONG denuncian que Kagame, el máximo dirigente del FPR que acabó gobernando Ruanda, ha aprovechado para reducir la libertad de expresión de sus críticos. "Amnistía Internacional urge al Gobierno a dar pasos concretos para favorecer un clima en el que todos los ruandeses puedan expresar sus legítimas opiniones", ha reclamado Nicholson.

"Señales preocupantes"

"Es evidente que, colectivamente, estamos dando pasos en la buena dirección", ha estimado Dieng. Sin embargo, al mismo tiempo ha considerado que "debemos ser humildes y reconocer que, en lo que se refiere a intentar aprender las lecciones del pasado, hemos sido muy lentos para poner en marcha políticas eficaces de prevención". La prueba es que "se siguen cometiendo crímenes atroces en muchos lugares de todo el mundo, sin que haya un claro compromiso por parte de las autoridades relevantes para actuar a tiempo, cuando aparecen las primeras señales preocupantes".

Dieng ha precisado que "en estos momentos, desafortunadamente, hay señales preocupantes en varios países", apuntando a Siria y Birmania, por los crímenes de Estado Islámico y la persecución a roghingyas, respectivamente, o República Centroafricana, donde "desde 2013 la población sufre una violencia basada en cuestiones identitarias". Más recientemente, Malí se ha sumado a este grupo de países en ámbar. "La estigmatización de toda la comunidad fulani como terroristas" ha derivado en ataques en su contra por parte de los bambara y dogón que han dejado cientos de muertos y miles de desplazados. "Es urgente abordar y responder a esta situación si queremos prevenir una escalada de la violencia", ha instado.

Incluso Ruanda, a pesar de los kilómetros recorridos, "sigue siendo una fuerza desestabilizadora en la región", según ha contado a Europa Press Lewis Mudge, director de Human Rights Watch (HRW) para África Central, que se ha referido al apoyo al M23 en República Democrática del Congo y a "los continuos rumores" sobre su respaldo a otros grupos armados en Uganda y Burundi.

Responsabilidad de todos

El relator especial ha enfatizado que su papel "no es calificar una situación de genocidio -eso ya lo harán los tribunales-, sino enviar un mensaje de alerta", porque "la prevención de los crímenes atroces es una responsabilidad que recae sobre todos nosotros".

Se ha mostrado convencido de que evitar sucesos como los ocurridos en Ruanda hace un cuarto de siglo es imposible "sin una contribución activa de todo el mundo: los estados miembro (de la ONU), las organizaciones internacionales y regionales, la sociedad civil y los individuos". "Todos tenemos un rol que jugar. Todos y cada uno de nosotros podemos marcar la diferencia. Y, si realmente queremos que sea así, debemos someter a nuestras instituciones al mismo grado de escrutinio al que nos sometemos nosotros mismos. Podemos y debemos hacerlo mejor", ha sostenido.

Dieng, que ejerció de registrador del TPIR, ha advertido de que, hasta que no se priorice la prevención sobre la respuesta a estos crímenes internacionales, "me temo que seguiremos contando víctimas".

El secretario general de la ONU clama contra la intolerancia actual 

El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, ha pedido a todos los líderes políticos, religiosos y de la sociedad civil que aprovechen la conmemoración de los 25 años del genocidio en Ruanda para rechazar cualquier discurso de odio y discriminación dentro de sus propias fronteras. "Es una afrenta a nuestros valores, que amenaza a los derechos humanos, la estabilidad social y la paz. Les pido trabajen enérgicamente para enfrentarse a ellos y mitiguen las causas fundamentales que socavan la cohesión social y crean condiciones para el odio y la intolerancia", ha manifestado Guterres.

"Este aniversario es una oportunidad para honrar a quienes fueron asesinados y reflexionar sobre el sufrimiento y la resistencia de quienes sobrevivieron", ha añadido el secretario general, antes de que el país africano comience con los eventos de conmemoración de un episodio que se encuentra entre las grandes tragedias modernas.

Francia declara el 7 de abril día como día de conmemoración

El presidente francés, Emmanuel Macron, declarará a partir de ahora el 7 de abril como conmemoración anual en su país del genocidio de Ruanda, entre las críticas recibidas por haber declinado la invitación de las autoridades ruandesas a participar en el evento que tiene lugar este domingo en el país africano. "En este día que conmemora el 25 aniversario del genocidio de los tutsis en Ruanda, el Presidente de la República expresa su solidaridad con el pueblo ruandés y su compasión por las víctimas y sus familias. El Presidente de la República saluda el trabajo de memoria liderado por los supervivientes y desea que la fecha del 7 de abril sea ahora un día de conmemoración del genocidio", reza una breve nota del Elíseo.

Un documento prueba que Francia permitió escapar a los responsables del genocidio tutsi en Ruanda

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El presidente francés ha decidido enviar a Ruanda como representante al diputado franco-ruandés Hervé Berville, dada la tensión existente con el Gobierno del país africano, que exige a Francia que asuma su responsabilidad, activa o pasiva, a la hora de facilitar la matanza. Al evento, además del presidente ruandés, Paul Kagame, acuden, entre otros, el primer ministro de Bélgica, Charles Michel; el presidente de Benin, Patrice Talon; el presidente de Djibouti, Ismail Omar Guelleh; el líder maliense Ibrahim Boubacar Keita; el presidente de Níger, Mahamadou Issoufou, o el presidente de Chad, Idriss Deby Itno. También se espera la presencia del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

Francia ha reconocido parte de su importancia en la situación que desembocó en el genocidio, pero ha rechazado las acusaciones más graves, como aquellas que la señalaron como responsable de entrenar a parte de las milicias que perpetraron la masacre.

Asimismo, Macron ha anunciado la apertura de una investigación para esclarecer exactamente el papel jugado por París; un grupo de ocho investigadores e historiadores que "tendrá la tarea de consultar todos los archivos de Francia relacionados con el genocidio para (...) analizar el papel de Francia durante ese período", según el Elíseo.

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