Derechos humanos
Libertad de expresión y disidencia, cada vez más reprimidas en el mundo según Amnistía
La libertad de expresión, sobre todo de aquellos que expresan una opinión contraria a sus gobernantes, se está viendo cada vez más reprimida a nivel mundial y aquellos que tratan de ejercerla se enfrentan con mayor frecuencia al riesgo de ser castigados o enjuiciados, según ha denunciado este jueves Amnistía Internacional con motivo del Día Internacional de los derechos humanos.
Según el informe de este año de AI, casi tres cuartas partes de los 160 países incluidos, es decir 119, restringieron arbitrariamente la libertad de expresión con medidas como la represión de la libertad de prensa, incluidos el cierre forzoso de periódicos, y amenazas y ataques contra periodistas, así como restricciones al derecho de reunión y manifestación.
En este sentido, la organización ha repasado en un comunicado algunos de los países donde estas medidas se han hecho palpables, como Egipto, "donde se está encarcelando a toda una generación de jóvenes que protestan contra el Gobierno y se han utilizado las nuevas medidas legislativas en la lucha contra el terrorismo para intimidar a activistas y periodistas" o Turquía, "donde el Gobierno ha llegado a bloquear el acceso a redes sociales como Twitter o Youtube, se han interrumpido emisiones de algunos medios de comunicación y se ha amenazado y emprendido acciones legales contra periodistas por informar sobre determinadas cuestiones".
En el caso de China, recuerda la organización, "la amenaza a la libertad de expresión es constante" pero "la situación se ha recrudecido como consecuencia de una oleada de represión en 2015 y tras la propuesta de ley sobre seguridad informática".
En cuanto a Rusia, Amnistía Internacional denuncia que el Gobierno "ha introducido en los últimos cuatro años toda una batería de leyes que limitan la libertad de expresión y asociación, coartan casi hasta la asfixia a las ONG y llevan a la cárcel a activistas que disienten pacíficamente del Ejecutivo".
También ha puesto de relieve el caso de México, país en el que numerosos defensores de derechos humanos y periodistas sufrieron ataques y donde el caso de los 43 normalistas desaparecidos en Iguala, Guerrero, "ha sido la culminación de cómo este país reprime cualquier forma de protesta".
En Asia, ha resaltado los casos de Malasia, donde cientos de personas han sido investigadas, acusadas o encarceladas por criticar al Gobierno, o Tailandia, donde "la represión de las autoridades a la libertad de expresión se ha intensificado dramáticamente".
Represión cada vez mayor
"Estamos presenciando una represión cada vez mayor de la disidencia en muchos países, en los que los gobiernos detienen y juzgan a los críticos más destacados para transmitir el mensaje intimidatorio de que quien hable pagará un alto precio. A muchos gobiernos les aterra el poder de las personas y reaccionan tratando de limitarlo", ha denunciado el secretario general de AI, Salil Shetty.
"Ahora más que nunca, tenemos que mostrar nuestra solidaridad con las personas valientes que se alzan por los derechos humanos a pesar de los riesgos. Puede que los defensores y defensoras de estos derechos sean las víctimas inmediatas de la represión, pero todos pagamos el precio si el resultado es una sociedad en la que la gente tiene miedo de decir lo que piensa", ha defendido.
Escribe por los derechos
Por todo ello, la organización ha puesto en marcha la campaña "Escribe por los derechos" (Write4Rights), a través de la cual se espera que personas de todo el mundo envíen hasta el próximo 17 de diciembre cartas, mensajes de correo electrónico, SMS, faxes y tuits para pedir la libertad de activistas encarcelados injustamente.
"Nuestra campaña promete un activismo emocionante, que unirá a personas de toda clase y condición", ha sostenido el secretario general de Amnistía Internacional, Salil Shetty. "Cuando cientos de miles de personas dicen que apoyan a un defensor o a una defensora de los derechos humanos, el impacto es enorme y da a esa persona la fuerza que necesita para seguir", ha valorado.
"También envía a sus opresores el mensaje de que no pueden mantener sus crímenes en secreto y de que el mundo vigila su próximo movimiento. Cada carta, cada correo electrónico y cada firma en una petición que reciben las autoridades es una grieta en una armadura que de otro modo sería impenetrable, socavando el poder de las autoridades que cometen abusos contra los derechos humanos", ha sostenido.
En la campaña de 2014 se batieron récords, ya que cientos de miles de personas de más de 200 países y territorios enviaron 3.245.565 mensajes que ofrecían apoyo o exigían medidas sobre los casos de 12 personas y comunidades que sufrían abusos contra los derechos humanos, ha precisado la organización.