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Turquía

La "nueva Turquía" de Erdogan se pone a prueba en las elecciones municipales de este domingo

Una foto distribuida por la oficina de prensa del presidente turco: Erdogan saluda a sus partidarios durante su mitin en Estambul, Turquía.

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Turquía ha comenzado a votar este domingo en unas elecciones municipales que pondrán a prueba la "nueva Turquía" que prometió Recep Tayyip Erdogan hace nueve meses, tras ser proclamado presidente con poderes casi absolutos, en medio de una crisis económica, la rabia de la población kurda y la posibilidad de perder la alcaldía de Ankara tras un cuarto de siglo bajo control conservador.

Consciente de lo que está en juego, Erdogan no está en las papeletas de estas elecciones locales, pero ha dominado absolutamente la campaña de su partido Justicia y Desarrollo hasta el punto de que ha protagonizado 14 mítines en los dos últimos días.

El presidente ha usado el alarmismo durante la campaña, donde ha denunciado un aumento de la islamofobia tras la matanza en las mezquitas neozelandesas de Christchurch, prometido cambiar la designación del museo de Santa Sofía para volver a denominarlo como "mezquita", e intentar en la medida de lo posible sacar del escenario a su incómodo socio de coalición, el Partido de Acción Nacionalista de extrema derecha.

Problemas en el Sureste

El sureste es un bastión del Partido Demócrata de los Pueblos kurdos (HDP). Pero desde 2016, el gobierno ha reemplazado a docenas de alcaldes del HDP por fideicomisarios, alegando que tenían vínculos con el proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Algunos alcaldes fueron encarcelados, otros fueron despedidos. El HDP espera recuperar esos puestos con nuevos candidatos, y los observadores dicen que esta vez se podrán reclamar de los fideicomisarios a casi 100 escaños.

"Si el HDP gana en las ciudades kurdas a pesar del uso que Erdogan del aparato estatal y de seguridad, el Gobierno tendrá que reconsiderar su política del sureste", ha declarado el profesor de Derecho en la universidad turca de Diyarbakir, Vahap Coskun, a la agencia DPA. Erdogan no solo es el jefe de estado y gobierno, sino también del AKP. Si a su partido le va peor que en 2014, su alianza con el ultranacionalista MHP podría peligrar y reforzaría la oposición, que Erdogan ha demonizado como "terroristas".

Turquía libra una guerra contra el PKK en Siria que ha aportado ciertos réditos a Erdogan entre el electorado conservador. En uno de sus últimos mítines, en Estambul, Erdogan prometió que la resolución del enfrentamiento con los kurdos –uno que le ha costado cierta tensión con Estados Unidos, que ve al grupo como un aliado en Siria– quedará resuelto "definitivamente" después de los comicios, y "en el campo de batalla, no desde un despacho".

Crisis económica

Además, el partido de Erdogan podría recibir un varapalo adicional si los votantes depositan su papeleta para castigar la política económica del presidente, tras la crisis de la lira que comenzó en agosto, exacerbada por una recesión económica de diciembre. El desempleo es del 13,5% y la inflación supera el 19,6%. Cuando la inflación de alimentos cruzó el 30 por ciento, el Gobierno recurrió al control de los precios mediante la venta de frutas y verduras con descuento en varias ciudades.

Tales tácticas podrían apaciguar a algunos votantes, entiende Jakob Suwalski, analista de Scope Ratings, pero "a la larga, tales actos reducen la confianza en los mecanismos del mercado local, reduciendo potencialmente la oferta y creando escasez de bienes".

Erdogan culpó el viernes a la lira fluctuante en "una operación de Occidente, en particular de Estados Unidos, para acorralar a Turquía". "Ves cómo nos atacan. Déjalos que lo hagan. Si tienen dólares, tenemos a nuestro Alá", ha añadido. El presidente también está pendiente de las elecciones en Ankara, una ciudad gobernada por conservadores islámicos desde 1994. El candidato opositor Mansur Yanvas está en cabeza de las encuestas.

Denominación del museo Santa Sofía

Erdogan ha anunciado este viernes que cambiará la denominación del actual museo de Santa Sofía de Estambul para convertirlo en mezquita tras las elecciones de este domingo, aunque sin precisar si ello supondrá alterar el estatus histórico de este Patrmonio de la Humanidad.

Durante 900 años, Hagia Sofía fue la gran catedral de la Cristiandad antes de convertirse, durante los siguientes cinco siglos, en una de las mezquitas más importantes del Islam. En 1935 se le asignó el estatus de museo. Aunque hace cinco años el Gobierno del entonces primer ministro Erdogan se comprometió a mantener esta denominación, el ahora presidente ha reabierto este debate tras el atentado perpetrado por un terrorista contra dos mezquitas de la localidad neozelandesa de Christchurch, y por el que autor ha sido imputado con delito de odio religioso.

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"Tras las elecciones vamos a cambiar el nombre. Tenemos algunos planes en cartera y vamos a ponerlos en marcha", ha declarado Erdogan durante un mítin en Estambul. Las palabras de Erdogan han recibido duras críticas de varios grupos. La Comisión de Estados Unidos sobre la Libertad Religiosa Internacional pidió al presidente que conservara su estatus como museo dado el "profundo significado histórico que el lugar representa para cristianos y musulmanes".

"Las palabras del presidente Erdogan son innecesariamente provocadoras y dañinas para las comunidades religiosas minoritarias, y las consecuencias de esa acción quedan multiplicadas por el deterioro generalizado de los derechos humanos, la democracia y la libertad religiosa en Turquía", ha añadido la organización en un comunicado. El máximo responsable del Partido Popular Republicano (CHP), Kemal Kiliçdaroglu, se ha sumado a las críticas como líder de la oposición y ha acusado a Erdogan de levantar la polémica con el fin de atraer votos, sobre todo si la diferencia se va a quedar solo en el nombre.

"¿Qué diferencia hay en etiquetar a Santa Sofía como una mezquita si al final va a seguir siendo un museo?", se ha preguntado ante la cadena FOX TV este viernes. "Si la Santa Sofía es un museo, seguirá siendo un museo. No tiene sentido agitar las cosas, pero Erdogan ha convertido este tema en una herramienta para las elecciones, lo que significa que su mandato toca a su fin".

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