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Patatas fritas frente a ideas: Trump (y Obama) se llevan los focos mientras Harris solo habla de política

Donald Trump cocinando patatas fritas en un local de McDonald's en Feasterville (EEUU).

Un multimillonario magnate, un McDonald's y una campaña electoral empatada. Tres elementos aparentemente imposibles de unir pero que, una vez más, Donald Trump ha conseguido que vayan de la mano. “Esto es divertido, podría hacerlo todo el día. No me importaría tener este trabajo, creo que volveré para hacerlo de nuevo”, decía el candidato republicano mientras entregaba patatas fritas, hamburguesas y comida rápida a los clientes de un McAuto en Pennsylvania (uno de los Estados clave que decidirán las elecciones el próximo 5 de noviembre).

Ataviado con un mandil, corbata y camisa, pero sin americana, el líder ultra sonreía, se reía y hablaba con los sorprendidos clientes que acudían al local. Incluso, en un momento dado Trump se dirigió a los montones de periodistas que se encontraban en el establecimiento cubriendo el evento para ofrecerles patatas fritas: “Vamos a servírselas a los fake news, dijo refiriéndose así a los medios congregados.

Además de en el McAuto, el candidato republicano también “trabajó” en la cocina, aprendiendo a usar la freidora y escuchando a los trabajadores sobre las normas a seguir. Una de ellas no debía ser la limpieza, pues Trump ni siquiera se arremangó la camisa para freír las patatas fritas. Aún así, y pese a toda la farándula alrededor de su visita, a Trump sólo le hizo falta una frase para recordar el verdadero motivo de ese despliegue. “Ya he trabajado 15 minutos más aquí que Kamala”, decía el magnate, orgulloso.

Y es que, lejos de ser un sketch de humor, la visita de Trump al McDonald's tenía una clara intención política. Desde prácticamente el comienzo de la campaña, el republicano ha puesto en duda una de las historias de vida más repetidas por Harris desde que esta entró en política. La demócrata siempre ha contado que, cuando era joven, y para hacer frente a los gastos mientras estudiaba, trabajó en un McDonald's. Con ese relato, Harris ha querido demostrar y ejemplificar uno de los mensajes que con más fuerza ha repetido durante la campaña: “Yo entiendo a la clase media porque vengo de allí”. El problema para la demócrata es que McDonald's especificó en un comunicado que “no tienen registro” de que ella hubiera trabajado allí, precisamente porque en los 80, época en la que Harris habría estado empleada, la compañía no guardaba registros de todos sus trabajadores.

Un vacío que ha aprovechado la campaña de Trump para cuestionar reiteradamente esa historia y, como colofón, para poner a su candidato a trabajar en uno de los establecimientos de la conocida franquicia. “Lo que quería era trolear a Harris. Él sabía que la acción iba a ser muy viral y su objetivo era colocar el mensaje de que Harris nunca ha trabajado ahí mientras que a él no le importa mancharse las manos. Eso desde luego lo logró”, afirma Ainara Villaño, politóloga especializada en comunicación política, que matiza que la acción no es muy creíble, ya que todo el mundo sabe que realmente Trump jamás en su vida pisó un McDonald’s para trabajar.

“Han jugado muy bien con el efecto sorpresa, tú no esperas a un expresidente trabajando en McDonald's. Una campaña electoral es un momento en el que hay que lograr impacto y Trump consigue con esta acción estar en agenda y marcarla. Ahora que estamos en el mundo de los mensajes rápidos, nos queremos quedar con una idea y ver a Trump friendo unas patatas es una píldora perfecta en ese sentido, porque además nos parece gracioso, y eso también ayuda a nivel político”, analiza Aner Ansorena, consultor de comunicación política y CEO de Hauda Comunicación.

Memes y polarización

El dominio de la conversación por parte de Trump ha sido una constante desde que el magnate entró en política. Sus declaraciones polémicas, sus mentiras y las faltas de respeto constantes a sus adversarios le han hecho siempre dominar la agenda, también (y sobre todo) en redes sociales. Poco tiempo después de que salieran las primeras imágenes de su paso por McDonald's, decenas de miles de sus seguidores comenzaron a realizar todo de memes sobre el acto.

Algunos adjuntaban la foto de Trump saludando a los coches y escribían: “Así despedirá Trump a los inmigrantes ilegales”, mientras que otros usaban el logo de campaña del expresidente cambiando la M de su nombre por el logo de McDonald's. Sin embargo, no sólo los trumpistas lo compartieron, también lo hicieron usuarios demócratas que, aunque trataron de resignificar el mensaje (“La economía va tan bien con Biden que hasta delincuentes confesos han logrado encontrar trabajo”, escribía uno), contribuyeron igualmente a expandirlo.

Lo evidente es que, tanto si fue de forma favorable o desfavorable, Trump dio con la tecla para conseguir una viralidad fundamental en las campañas actuales. “Cuando lanzas una campaña de este tipo y quieres que se haga viral, necesitas dos elementos: uno, que sea entretenido o te genere algún tipo de curiosidad; y dos, que genere polémica, cuantas mas opiniones a favor y en contra haya, mejor, porque crean más interacciones en redes, precisamente lo que premian los algoritmos”, explica Ana Salazar, politóloga y experta en estrategia política. Dos condiciones que le han dado más de 100 millones de visualizaciones sólo en los vídeos oficiales colgados en su cuenta. “Esto que ha hecho Trump se ha escuchado en el mundo occidental entero”, zanja.

A la viralidad, la experta suma el acierto de usar el contexto culinario en la campaña, algo que no es nuevo en política, pero que continúa siendo muy efectivo para humanizar a un candidato, sobre todo a uno tan radical y con tantas persona en contra como Trump. “Un político siempre quiere mostrar a la persona que hay detrás del personaje. Clinton y Obama hacían barbacoas, Ayuso repartía  bocadillos en el Zendal... la comida es un elemento presente todos los días y muy transversal, lo cual es perfecto para mostrar a un Trump más familiar”, comenta Salazar. Y continúa: “Aquí, lo que trabaja no es el vínculo político, sino el afectivo y humano. El voto tiene un componente emocional, y en este caso consigue generar vínculos ajenos a la política. Como votante, te resulta más fácil votar a un candidato simpático, aunque no conozcas en profundidad sus ideas”.

Además, el contexto estadounidense también invita a este tipo de acciones. “Las campañas en EEUU son muy simples, muy retóricas y centradas en historias, como si fueran películas de Hollywood, y por eso todo se simplifica al máximo”, explica Ansorena. También es, para los expertos, muy relevante que todo haya sucedido en un McDonald's, una de las franquicias que mejor representan el ideal estadounidense. “La cadena forma parte de las narrativas aspiracionales del sueño americano. Harris quiere dar el mensaje de que puedes trabajar ahí en la adolescencia y luego llegar a presidenta. Trump, en cambio, quiere fracturar eso”, defiende Villaño.

¿Por qué Kamala Harris no lo hace?

Y mientras tanto, ¿qué está haciendo Kamala Harris? La realidad es que la actual vicepresidenta está siguiendo una línea de campaña muy distinta a la de Trump. En las últimas semanas, Harris ha copado su agenda de entrevistas, encuentros con votantes, poniendo el foco sobre todo en captar antiguos votantes republicanos descontentos con Trump. La situación de su campaña, mientras tanto, es bastante crítica: las encuestas muestran un claro retroceso en los Estados claves y, por primera vez desde hace meses, los sondeos del New York Times dan un empate entre ambos candidatos a nivel nacional.

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“Harris quiere poner contenido político encima de la mesa, hacer ver que EEUU necesita otro tipo de liderazgo y una política distinta. Donde Trump hace discursos polarizantes, ella intenta ser más constructiva. Son dos estilos muy diferentes, a Harris freír unas patatas no le aporta nada, pero a Trump sí”, cree Ansorena. Una línea con la que también está de acuerdo Villaño: “Harris está intentando no generar demasiado ruido, y desde el punto de vista de las emociones, no mostrar ninguna negativa. Por ejemplo, no quiere ir directamente contra Trump haciendo un vídeo respondiendo al acto del McDonald's, sino que mantiene una estrategia propia evitando que el expresidente le marque la agenda”.

Sin embargo, Salazar piensa que Harris se está equivocando al optar por hacer este tipo de campaña más tradicional. “A la vicepresidenta la veo bastante parada y estancada. No podemos comparar la acción de ir a un McDonald's con otra de ir a una iglesia a dar un sermón. Ahora mismo creo que Trump le está ganando la campaña”, señala la experta. Para Salazar, una de las claves está en la forma en la que ambos entienden la política: "Me da la sensación de que Trump maneja los códigos del espectáculo de forma natural y que a Harris le son bastante ajenos. Entender ese concepto en EEUU es muy importante, porque todo en el país termina siendo un espectáculo, desde un partido de béisbol a la política”.

Con todo ello, sí que llama la atención como otros políticos demócratas, en particular Barack Obama, sí han entendido mejor este lenguaje, consiguiendo momentos virales e impactantes de forma mucho más habitual que la propia candidata. Uno de los ejemplos más destacados sucedió la pasada semana, cuando el presidente entre 2009 y 2017 comenzó a rapear en un acto la canción de Eminem Lose Yourself. El rapero le presentó durante un mitin y Obama decidió hacer ese guiño entre los aplausos del público y la locura de las redes sociales. “La campaña de Harris está demasiado institucionalizada y ahora mismo hay que equilibrar entre las propuestas políticas y el show, porque cada línea va a dar cosas distintas”, concluye Salazar. En estos últimos días, la vicepresidenta está incorporando a cantantes como Beyoncé, Bruce Springsteen o el actor Samuel L. Jackson a sus actos, pero quizás sea demasiado tarde.

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