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Alemania, nuevo objetivo yihadista
Para los servicios de inteligencia, el yihadista francés Boubakeur el-Hakim era “el coordinador de proyectos de atentados contra Alemania y Francia” del Estado Islámico. Su muerte el pasado 27 de noviembre, por el ataque de un dron de EEUU, cuando conducía un coche en Raqqa, no ha cambiado el nivel de la amenaza que se cierne sobre Alemania, similar al de Francia.
El ataque perpetrado con un camión este lunes, que acabó con la vida de 12 personas e hirió a otro medio centenar en la acera de la Breitscheidplatz, junto a la iglesia del Recuerdo de Berlín, en un mercadillo navideño –calcada a la masacre del 14 de julio de Niza–, supone la culminación de una serie de diez atentados, cometidos o que se pudieron evitar y que tienen a Alemania en el punto de mira desde principios de año.
Un camión arrolla un mercado navideño en Berlín y provoca doce muertos y 48 heridos
La amenaza alcanzaba cotas máximas en las últimas semanas. Un niño de 12 años es considerado sospechoso de querer detonar, a finales de noviembre, un artefacto con clavos. Lo intentó supuestamente en dos ocasiones, en un mercado navideño en Ludwigshafen. Sin embargo, el aparato, de fabricación artesanal, falló.
Además, en la noche del 19 al 20 de noviembre era interceptado en Estrasburgo y en Marsella, en Francia, un comando que tenía previsto atentar en la región parisina y en Alemania. Según informaciones a las que ha tenido acceso Mediapart, los servicios de inteligencia franceses habían sido informados a principios de noviembre de la puesta en marcha de una operación dirigida por Boubakeur el-Hakim, desde Raqqa, para cometer un atentado en Alemania. La investigación permitirá poner nombre a un individuo encargado de ejecutar el atentado: Hicham el-Hanafi, marroquí de 26 años fichado por los servicios de inteligencia europeos por sus vinculaciones con un reclutador del Estado Islámico. El-Hanafi fue detenido en las calles de la ciudad foceana en posesión de una importante suma de dinero destinado a la compra de armas.
El francés el-Hakim ya había tratado de atentar en Alemania. Desde su casa de Chemnitz, el sirio Jaber al-Bakr intentó ponerse en contacto a principios de octubre con el terrorista francés para fabricar un cinturón explosivo y para planificar un atentado contra un aeropuerto. La Policía alemana descubrió TATP–el explosivo utilizado en París y en Bruselas– en casa de Al-Bakr, productos químicos y materiales para la fabricación de bombas artesanales. El sirio de 22 años se suicidó en prisión dos días después de ser arrestado.
En ese momento, las autoridades confirmaron el arresto de un miembro del BfV, los servicios de inteligencia alemanes, según el diario Die Welt y el semanario Der Spiegel. Este agente de 51 años, encargado de vigilar la yihadosfera alemanayihadosfera, se ofrecía en páginas web islamistas a cometer un atentado “en nombre de Alá” contra el cuartel general de los servicios de inteligencia...
Oficialmente, esta ola de atentados daba comienzo el 18 de julio de 2016. El día en que un demandante de asilo de 17 años agredía –a hachazos y con un cuchillo– a los pasajeros de un tren cerca de Wurtzbourg, en Baviera. Cinco personas resultaron heridas y el autor fue abatido por la Policía. Al día siguiente, el Estado Islámico reivindicaba el atentado, algo inédito en Alemania.
Una semana después, el 24 de julio, un refugiado sirio de 27 años, a quien se había denegado la demanda de asilo, se suicidaba en el centro de Ansbach, una ciudad de 40.000 habitantes de Baviera, en las proximidades de un festival de música al aire libre. Falleció en la explosión y 15 personas resultaron heridas. La agencia Amaq, órgano de propaganda del EI, informó de que el autor del atentado era uno de sus “soldados”.
El 30 de octubre, la organización terrorista reivindicaba el asesinato de un adolescente cometido 15 días antes en Hamburgo. Según la Policía, la víctima, de 16 años, había sido apuñalada cuando estaba con una amiga. No se ha detenido a nadie en relación con este caso.
En realidad, la macabra serie empezó en otoño de 2015, sin que se pueda establecer formalmente la implicación del Estado Islámico. Como publica Le Monde, un iraquí de 41 años, en libertad condicional después de ser detenido por planear un atentado contra un primer ministro iraquí en 2004, fue asesinado en septiembre de 2015, tras haber atacado con un cuchillo a una policía en Berlín.
En febrero de 2016, una adolescente de 16 años hirió con un cuchillo a un policía en la estación de Hannover. Supuestamente, actuó a las “órdenes” del EI, aunque su acto nunca llegó a ser reivindicado. El 22 de julio en Múnich, un desequilibrado abría fuego, con una pistola adquirida de forma ilegal, por la tarde en un centro comercial: causó nueve muertos y 35 heridos.
Móvil “de oportunidad”
La historia de Saleh A. pone de manifiesto todavía más el deseo constante del Estado Islámico por asestar en Alemania un gran golpe, equivalente al 13 de noviembre francés. Este sirio se presentaba en la comisaría central del distrito XVIII de París a principios de febrero. Dijo ser el jefe de un comando que tenía como misión terrorista cometer un atentado en Europa.
Apoyado en fotos, apuntó a algunos miembros de la célula durmiente, compuesta por una veintena de hombres repartidos entre Düsseldorf y un campo de refugiados de los Países Bajos, cerca de la frontera alemana. Según él, está previsto un ataque suicida en un barrio comercial de Düsseldorf.
Después de cuatro meses de vigilancia, tres de sus cómplices fueron detenidos el 2 de junio. Según un comunicado de la Fiscalía Federal Alemana, los tres hombres, llegados a Europa entre marzo y julio de 2015, tenían previsto cometer un doble atentado suicida “en la ciudad vecina de Düsseldorf”. El resto de la célula durmiente no ha sido detenida.
Según fuentes contactadas por Mediapart, no hay razones concretas que justifiquen que Alemania se encuentre tan expuesta como Francia a día de hoy. Por supuesto, Alemania forma parte de la coalición que lucha contra el Estado Islámico, pero no es –ni mucho menos– uno de los principales colaboradores. En el comunicado por el que se reivindicó el ataque al tren, la organización terrorista habla de “la Alemania de los cruzados”. “Pero su legislación no se ve como antiislámica”, subraya el investigador y asesor en materia islámica Romain Caillet. “[El país] no arrastra los mismos contenciosos históricos que Francia con sus guerras de colonización, suscita menos sentimiento de rencor”.
Además, los yihadistas implicados en los atentados de Alemania son sirios o afganos. Ni rastro de ninguno de los 800 germanófobos que se han ido al país de Sham. Quizás ahí estribe la razón, según fuentes consultadas “de oportunidad que justifica los ataques”. Con su política de acogida de refugiados de la tragedia siria, el Estado Islámico tiene menos problemas en Alemania para diseminar a sus comandos.
Pero esta estrategia también tiene, para los terroristas, un inconveniente. Cansado de ir de un campo de refugiados a otro, el jefe del comando mencionado anteriormente llamó a la puerta de la comisaría del distrito 18.
Y Jaber al-Bakr, este joven sirio enviado por el francés Boubakeur el-Hakim para cometer atentados contra un aeropuerto, fue entregado, atado con cables eléctricos, a la Policía alemana por tres sirios en cuya casa se escondió. Los tres refugiados no querían que se les relacionados con un ataque terrorista.
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Traducción: Mariola Moreno
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