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"Es un auténtico bombero pirómano": votantes de izquierda explican por qué no van a votar a Macron

El actual presidente francés y candidato a la reelección, Emmanuel Macron, pronuncia un discurso en el escenario de la Place du Chateau en Estrasburgo.

Mathilde Goanec (Mediapart)

Marie Longevialle y Christophe Papon no están de acuerdo. Y ambos han renunciado a tratar de convencerse mutuamente. Esta pareja de agricultores, asentada en el pueblo de Bagnols (Puy-de-Dôme), votó a Jean-Luc Mélenchon en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Christophe tiene la intención de abstenerse en la segunda, como en 2017, mientras que Marie tiene decidido votar a Macron.

"Me da miedo, por su lado tan liberal", explica Marie, "pero también me da miedo la gente que quiere salir de Europa, o restaurar la pena de muerte. Y los discursos racistas, no los entiendo. Así que voy a votar contra la extrema derecha votando a Macron, como en 2017, como en 2002, con dolor de estómago".

Christophe discrepa. Recuerda especialmente la violencia que se desató contra los chalecos amarillos, "una jacquerie" [revueltas campesinas desde la Edad Media a la Revolución francesa] con la que no estaba necesariamente "de acuerdo en todo". Violencia también derivada del "desprecio de clase" que encarnaría Emmanuel Macron.

"Estoy en el granero entre tres y cuatro horas al día, con la radio encendida, y he escuchado todas sus frasecitas despectivas sobre el pueblo, la gente, que me han chocado mucho. Y luego Marine le Pen, sé cómo combatirla, sé quién es el enemigo. Macron es más insidioso. Mira la historia de la edad de jubilación [quiere elevarla a los 65 años], realmente nos toma por tontos".

En su municipio, donde Macron, Le Pen y Pécresse [candidata de Los Republicanos] estaban en el podio en ese orden tras la primera vuelta, la gente tiende a votar a la derecha, incluso en la comunidad agrícola. "También tenemos conocidos, amigos, que han votado a Le Pen o a Zemmour. En los pueblos, no es blanco o negro", dice Christophe. Por supuesto, saben lo que harán en la segunda vuelta. Los demás, que han votado a los comunistas o a Mélenchon, no saben qué hacer, algunos se encaminan a la abstención.

Su yerno, Martin, trabaja en la industria del cine en París. En 2017, este votante de izquierdas de 32 años había "bloqueado" la posibilidad de votar a Marine Le Pen. Ahora no está seguro de volver a votar cinco años después. Martin critica lo que considera "una estrategia que se ha convertido en sistemática de querer tener a la extrema derecha en contra en la segunda vuelta para ganar", una especie de "toma de rehenes de los moderados y progresistas" de cara a las votaciones.

Sobre todo, el joven señala que la amenaza de que la extrema derecha tome el poder no es suficiente para hacerla retroceder. "Hace cinco años, podíamos decir que la extrema derecha era fuerte pero limitada. Hoy en día es amplia, bien representada y muy estructurada. Hace cinco años, también podíamos decir que Le Pen sería una calamidad para los inmigrantes, y considerar que la aparición de Éric Zemmour es hoy un desastre. Hemos entrado en una mentalidad de derechas que será extremadamente duradera en parte por la ideología macroniana". Por ello, Martin está pensando en abstenerse, o votar en blanco, consciente de que lo hace sin correr demasiados riesgos: "Por mi situación personal, realmente no tengo nada que temer ni de Macron ni de Le Pen".

Gaëlle admite estar "aterrorizada". Esta mujer de 36 años, que trabaja con una persona mayor, vive en el norte de París: "Formo parte de la comunidad LGBTQI, salgo con gente racializada, formamos parte de los llamados islamoizquierdistas, así que obviamente tenemos todo que perder si Marine Le Pen ganara".

Dos días después de la primera vuelta, tomó su decisión. "Seguí durante cinco años las políticas de Macron, al que había votado en la segunda vuelta, y al final me eché a la calle. Sus posiciones en temas sociales, ecología, feminismo... Simplemente ya no me es posible bloquear a Marine Le Pen votando a Emmanuel Macron". Que el presidente argumentara recientemente que no había habido, a su juicio, "un frente republicano" en 2017, completó la convicción de Gaëlle. "Entre nosotros le llamamos Paroles, paroles, como en la canción de Dalida... dice todo y su contrario, reordena la verdad en su beneficio, para mí es un auténtico bombero pirómano".

"Los únicos responsables de la elección de Marine Le Pen son los electores de Marine Le Pen"

Esta elección va mucho más allá de las capillas políticas de la izquierda. Philémon es un joven anarquista y libertario que vive en el sur de Francia. En un texto escrito en Mediapart bajo el nombre de Mačko Dràgàn, se describe como miembro de la comunidad de los "racializados, precarios, queer, inmigrantes, explotados, todos y todas los dominados". Manifiesta su odio a sus congéneres por haber nominado, por segunda vez, a "Macron el empresario" y a "Le Pen, la millonaria hija de un militar-torturador, el 10 de abril de 2022".

En el entorno de Philémon, nadie irá a votar, o lo hará en blanco. "Hay una demanda de radicalidad que la impulsan los más jóvenes, que siempre se encuentran teniendo que barrer la escoba detrás de los abuelos y abuelas que ya están jubilados". "Votan a su podrido candidato y se supone que debemos apoyarlos, porque si no lo hacemos, será nuestra culpa si ocurre lo peor. Los únicos responsables de la elección de Marine Le Pen son sus electores. Y también los que durante cinco años han hecho la cama a sus ideas".

El joven habla por experiencia: "Todos hemos estado bajo custodia policial por actividades políticas, estoy fichado, tienen mi ADN. Bajo el mandato de Christophe Castaner [ministro del Interior del gobierno de Edouard Philippe], han aplicado a los activistas veganos o anarquistas los métodos habitualmente reservados a los grupos terroristas, está en proceso de disolución de la web Nantes Revoltée, han disuelto un grupo antifa en Lyon, y ahora tenemos que votar a Macron contra Le Pen con alegría y buen humor..."

Probablemente no sea la misma rabia, pero sí una determinación idéntica la que mueve a Thierry, profesor en Ille-et-Vilaine. Como su mujer, pertenece a un entorno social "más bien al fondo de la escala". "Mis padres siempre han votado a la izquierda. Eran agricultores, en el sur del Canal de la Mancha. Mi padre era incluso comunista, le llamaban el rojo en la zona... Luego se hicieron socialistas, mi madre también. Mi hermano y yo seguimos sus pasos".

En 2017, Thierry votó a Macron, en la primera vuelta. Y, sin ninguna duda, en la segunda. "Veía que Emmanuel Macron ya tenía tendencia a comer en todos los comederos, pero se había comprometido, y yo confiaba en ello, a reducir la influencia del Frente Nacional". Presionado, según él por las encuestas, Thierry votó a Mélenchon en 2022, "el único capaz de estar en la segunda vuelta, para no revivir un duelo Macron-Le Pen". Porque, desde entonces, su confianza se ha visto seriamente erosionada.

"Soy funcionario y considero que Emmanuel Macron se ha cargado la educación pública. Y luego, si todavía hubiera habido algunas medidas sobre ecología, que me interesa mucho, pero no vi nada en absoluto en su programa". La prolongación de la edad de jubilación es la gota que colma el vaso: "¡Mis padres votaron a Mitterrand para que se jubilara a los 60 años! Cuarenta años después, ¿vamos hacia atrás? También en la RSA [Renta Solidaria Activa] la propuesta es totalmente demagógica. No votaré a Marine Le Pen, no le votaré a él. Y no voy a ser más responsable o irresponsable que nadie".

Pascal Julien, ex ecologista electo en la ciudad de París, ni siquiera "entiende que podamos votar a Macron" en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Ya había votado en blanco, de forma discreta, sin alardes, en 2017. Este "político retirado" declara públicamente su voto, cinco años después. "En 2017, Macron, el impostor, apareció en escena como una seta en otoño, de la noche a la mañana. No íbamos a juzgarle por sus excesivas intenciones. Pero ahora tiene un récord".

Comprometido con el clima, las libertades públicas y la defensa de los sin papeles, Pascal Julien considera que en todos estos ámbitos el presidente saliente ha fracasado ampliamente. "Ha sido condenado dos veces por la inacción climática, está a favor de la energía nuclear y, a diferencia de Sarkozy, que tuvo un discurso casi lepenista pero cuyas decisiones concedieron en la práctica un montón de cosas a los migrantes sin papeles, Macron, con su cara de yerno ideal y sus discursos humanistas, no se da por vencido. Lo he comprobado".

Y no oculta su fuerte enfado cuando se le pregunta por la posible victoria de Le Pen dentro de unos días. "No asumo ninguno de estos riesgos. No asumo el riesgo de ninguno de los dos. Le corresponde a Macron hacerse la pregunta. Le toca a Macron ir a convencer a la gente".

Una parte del electorado de la izquierda empieza a imaginar una forma de "purga" de las ideas de Marine Le Pen si llega al poder, "la prueba de la inanidad de sus propuestas", dice Martin, sin desearlo. Christophe Papon, en Auvergne, no está lejos de pensar así. "¿Qué hará Marine le Pen, además de demostrar su incapacidad para gobernar? Casi desearía que la extrema derecha hubiera ganado hace mucho tiempo para que nos hubiéramos librado de ella. En cambio, crece y se difunde por todas partes, lo que a veces me parece casi más peligroso".

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"Sean cuales sean las razones, no ir a votar o utilizar el voto en blanco como herramienta de protesta, incluso contra la extrema derecha, ya no es tabú. A la gente le costaba oír esto hace cinco años", dice Manuel, de 42 años, residente en Ille-et-Vilaine. Hoy hay un poco más de comprensión, aunque nos parece que el tenderete republicano no aguanta mucho y eso nos preocupa. Yo mismo tengo momentos de duda".

Si para Manuel está "descartado" votar a Marine Le Pen, negarse a votar a Macron es el resultado de una "reflexión meditada", explica este trabajador técnico, que tomó su decisión antes de la primera vuelta. Rechaza el "nosotros o el caos", un esquema político que considera "muy poco saludable". "Si estamos donde estamos, no es consecuencia de mi voto, sino por la elección de millones de votantes que van a votar por ella, y de cinco años de ruptura social".  

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