Los BRICS se revuelven contra la dictadura del dólar
Un momento "histórico", "un nuevo comienzo en la cooperación entre países en desarrollo". Al término de la 15ª cumbre de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), el 24 de agosto, el presidente chino Xi Jinping, que había realizado un viaje especial a Johannesburgo, no ocultó su satisfacción: se habían alcanzado todos los objetivos que Pekín se había fijado, y más.
El primero, y más importante a ojos del Gobierno chino, es la ampliación del club. Por primera vez desde 2010, cuando Sudáfrica se unió al grupo, los BRICS –que pronto ya no podrán llamarse así– se expanden. Se incorporarán nuevos países.
Cerca de 40 países solicitaron su adhesión, y seis han sido seleccionados para ser incluidos a partir del 1 de enero de 2024: Argentina, Egipto, Etiopía, pero sobre todo Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos e Irán, que China logró reintegrar gracias a una diplomacia activa que condujo a la reanudación de las relaciones diplomáticas con Arabia Saudí en primavera.
La entrada de los tres mayores productores de petróleo –además de Estados Unidos– junto a Rusia marca un punto de inflexión decisivo para los líderes de esta cumbre. El crudo es la materia prima cardinal de los mercados. Pero también ha sido una de las piedras angulares del sistema monetario internacional desde el final de los Acuerdos de Bretton Woods, dando a la divisa estadounidense un estatus indiscutible como única moneda de reserva internacional y convirtiendo a Estados Unidos en el centro de reciclaje de todos los excedentes del mundo.
Este estatus se está erosionando ahora. El vínculo que parecía inquebrantable entre el petróleo y el dólar está a punto de romperse. Al unirse al club, los países productores de petróleo aceptan que sus entregas de petróleo se paguen en monedas distintas del dólar. En moneda local. Los primeros contratos se han firmado en las últimas semanas con China e India. Está previsto que se generalicen.
Las secuelas de las sanciones
Los participantes en la cumbre ni siquiera ocultan el hecho: el objetivo es acabar con la "dictadura del dólar". Durante décadas, Estados Unidos ha impuesto sus leyes y reglamentos para proteger sus intereses en los países en desarrollo. Pero las sanciones y las leyes de extraterritorialidad que los sucesivos gobiernos estadounidenses han utilizado y de las que han abusado, sobre todo desde 2001, para resolver sus problemas diplomáticos e imponer su propio orden, son ahora contraproducentes y aceleran el proceso de desdolarización.
"Cuando una cuarta parte de la economía mundial está sometida a sanciones y se amenaza con utilizarlas contra cualquier país en cualquier momento, el juego cambia", explica Christopher Sabatini en Financial Times. Todos los países en desarrollo, incluso los aliados de Occidente, se sienten amenazados y quieren salir de este sistema de disuasión masiva para recuperar su autonomía".
Sistemas de pago alternativos para escapar al control occidental
La idea de una moneda única, que se había planteado en un momento dado, se abandonó por completo en la 15ª cumbre. Demasiado complicada y lenta de poner en práctica. Incluso una moneda común parece difícil de conseguir a corto plazo, mientras que cada vez más países en desarrollo, empezando por los que están sometidos a sanciones (Rusia, Irán) o amenazados por ellas (China), están ansiosos por escapar de ellas.
Con carácter de urgencia, los miembros fundadores quieren desarrollar lo más rápidamente posible los recursos existentes: el banco de desarrollo BRICS, creado hace unos años, va a crecer rápidamente para ayudar a los países en desarrollo, con la ambición última de competir con el Banco Mundial. Del mismo modo, se ha adoptado el proyecto de fondo común de monedas de reserva, una especie de banco central compartido que permitiría las transferencias y conversiones entre las distintas monedas locales.
Pero, sobre todo, la ambición es implantar lo antes posible un sistema de pagos alternativo fuera de la vista de las autoridades estadounidenses. Con la digitalización, las transferencias electrónicas y las monedas digitales que ya se utilizan en China, India y Brasil, lo que antes parecía imposible ahora es posible.
Hace varios años, China creó una plataforma de intercambio y compensación para competir con el sistema Swift, que hasta hace poco centralizaba todas las transacciones internacionales. Desde las sanciones contra Rusia, su uso se ha disparado.
"Toda nuestra atención se centra ahora en encontrar la manera de asegurar nuestro comercio mutuo, nuestros proyectos económicos mutuos y nuestras inversiones. Para que no dependamos del sistema controlado por Estados Unidos y sus aliados occidentales. Independientes del dólar, del euro, incluso del yen. Porque estos países han demostrado su capacidad y su voluntad de abusar activamente de su estatus de emisores de divisas de reserva para lograr objetivos políticos", explicó Sergei Lavrov, el ministro de Asuntos Exteriores ruso que ha sido enviado a Johannesburgo en sustitución de Vladimir Putin, a quien se le ha prohibido viajar debido a una orden de detención internacional.
Para mayor beneficio de China
Una vasta zona comercial está tomando forma silenciosamente ante nuestros ojos, al margen del dólar y fuera del alcance de las sanciones estadounidenses. China ya se perfila como el principal beneficiario. En un momento en que Pekín teme ser también objeto de medidas de represalia por parte de Estados Unidos y sus aliados, esta ampliación le ofrece la perspectiva de poder seguir comerciando en gran parte del mundo, estableciendo gradualmente el yuan como moneda de reserva internacional junto al dólar, el euro, el yen, la libra esterlina y el franco suizo.
El mes pasado, Argentina reembolsó en yuanes un préstamo de 2.700 millones de dólares que debía al Fondo Monetario Internacional como parte de su plan de rescate masivo.
Y, sobre todo, con el desarrollo de este nuevo sistema de pagos interbancarios, el arma de las sanciones se está debilitando. Todas las medidas tomadas contra países o individuos pertenecientes directa o indirectamente a los círculos de poder condenados por los gobiernos estadounidenses se han determinado gracias a la recopilación de datos financieros que pasaban por las plataformas del sistema interbancario sobre las que las autoridades estadounidenses tenían la sartén por el mango. En el futuro, las autoridades estadounidenses ya no podrán acceder a todos estos datos. Entonces, ¿cómo imponer sanciones y golpear donde duele si Occidente actúa en parte a ciegas?
Reescribiendo las reglas internacionales
Xi Jinping se aseguró hábilmente a lo largo de la cumbre de Johannesburgo de no aparecer como el nuevo país dominante, sino como un líder que busca construir un sistema de cooperación y ayuda mutua en beneficio de todos.
Tras recordar que, tras la ampliación, los miembros de los BRICS representarán más del PIB mundial (36,6%) que los países del G7 (32%), hizo un llamamiento para que este nuevo equilibrio de poder se tenga en cuenta en la construcción de un mundo multipolar: "Las reglas internacionales deben escribirse conjuntamente, en lugar de ser dictadas por quienes tienen los músculos más fuertes o la voz más alta. Hay que acelerar el proceso de expansión de los BRICS", insistió.
Para no quedarse atrás, Vladimir Putin, que pronunció un largo discurso –pronunciado casi en el mismo momento en que explotaba el avión de Yevgeny Prigozhin, como señala Le Grand Continent, que ha traducido sus intervenciones– por videoconferencia, se erigió en defensor de los países más pobres, especialmente de África. En particular, prometió establecer préstamos sin intereses para los países en dificultades, en contraste con la práctica del Banco Mundial.
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Las promesas sólo vinculan a quienes las reciben. Los 64 países invitados a la cumbre se inclinaron a creerlas, y a menudo acogieron calurosamente las propuestas presentadas. Algún día surgirán discrepancias. Pero Occidente haría mal en apostar sólo por eso.
Si bien el deseo de emancipación de los países en desarrollo no puede sino acogerse con satisfacción, varios comentaristas se han apresurado a señalar, con pesar, que se desarrolla bajo auspicios sombríos. Salvo Brasil y Argentina, y en menor medida Sudáfrica, todos los dirigentes de los países miembros del club son autoritarios, incluso dictatoriales, poco respetuosos de las libertades públicas y con prácticas muy cuestionables. El contrasistema que pretenden implantar corre el riesgo de dejar su impronta en todas partes, fomentando la opacidad y el fraude.
Si Occidente ha llegado a este punto, es sobre todo por su culpa. Durante décadas, ha impuesto su orden, su visión del mundo, del bien contra el mal, silenciando todos los desafíos legítimos y las demandas de cooperación y reequilibrio. Frente a este poder en ascenso, también ha perdido su fuerza de atracción, al ampliarse la brecha entre sus prácticas y los ideales y valores que propugna. Ahora se le pasa factura.