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La crisis de los fondos de pensiones de los Países Bajos refleja las debilidades del sistema
En las últimas reuniones del Banco Central Europeo, el gobernador del Banco de los Países Bajos, Klaas Knot, fue uno de los críticos con las políticas de Mario Draghi, en particular con su decisión de relanzar su expansión cuantitativa. Y no es casualidad. El sistema de pensiones de los Países Bajos está al borde del colapso.
Años de tipos bajos o incluso negativos, acompañados de un aumento del número de pensionistas, debido al envejecimiento de la población, están sacudiendo el sistema de pensiones neerlandés, que hasta ahora los defensores de la jubilación por capitalización presentaban como un modelo. El sistema preferido de los neoliberales, un pilar esencial del reciclaje de la deuda.
Desde hace meses, en los Países Bajos se producen manifestaciones de jubilados y empleados para oponerse a la bajada de las pensiones. En primavera se iniciaron negociaciones con los interlocutores sociales para plantear una revisión general del sistema. En el plazo de una semana, el Gobierno neerlandés debe presentar una serie de medidas, que se supone deben responder a la emergencia y evitar una reducción del importe de las pensiones a partir de enero.
Posponer la edad de jubilación a los 67 años a partir de 2021 (ahora 65 años), ayudas financieras estatales, la reducción de la reglamentación... se están explorando todas las vías para resolver un asunto políticamente delicado y para salvar un sector financiero por valor de 1,6 billones de euros.
Pero es probable que el tema también se plantee en la próxima reunión del BCE. Debido a la política monetaria altamente acomodaticia del Banco Central, su decisión de apoyar los tipos negativos, de volver a poner en marcha la recompra de bonos, con la esperanza de apoyar el crecimiento europeo, se identifican como los principales factores de los disturbios actuales.
Sin ningún cambio significativo en las normas, los fondos de pensiones neerlandeses dicen ser incapaces de cumplir sus compromisos en un entorno de tipos negativos. Según ellos, la solución consiste en una reducción drástica de los importes de las pensiones o en un aumento significativo de las cotizaciones para hacer frente tanto al incremento del número de pensionistas, vinculado al envejecimiento de la población, como a la disminución de los rendimientos financieros.
Según algunas estimaciones, ahora faltan más de 13.000 millones de euros para apoyar la financiación general del sistema, que ahora permite pagar las pensiones de más de tres millones de personas.
Los Países Bajos es el país europeo que más ha desarrollado el sistema de capitalización. Junto a un sistema público que garantiza una pensión básica, se ha desarrollado una multitud de fondos de pensiones, a menudo organizados por sectores profesionales, para proporcionar pensiones complementarias. Gracias a la rápida financiarización de los últimos treinta años, han prosperado sin problemas.
Los holandeses disfrutan de uno de los niveles de pensiones más generosos del mundo: por término medio, su pensión se sitúa entre el 70% y el 80% del último salario. Una cantidad garantizada contractualmente. Esto ha ofrecido durante años el apoyo incondicional de la opinión pública al sistema existente, a pesar de las presiones salariales.
Pero desde la crisis financiera de 2008, la situación se ha deteriorado imperceptiblemente. Al igual que todos los demás actores financieros, los fondos de pensiones holandeses han estado sometidos a una presión inmensa. Gracias a sus enormes reservas, pudieron, a diferencia de muchos fondos estadounidenses, mantener su nivel de beneficios y pagar las pensiones prometidas. Luego llegó el momento de la relajación cuantitativa, los tipos de interés negativos y el dinero gratuito que el Banco Central Europeo ha inyectado en miles de millones. Esto ha permitido salvar –al menos durante un tiempo– la zona del euro, pero ha sometido a presión a la esfera financiera.
Con el dinero gratuito, todos los modelos financieros existentes se han visto sacudidos; los bancos ya no generan ingresos suficientes de su negocio tradicional de intermediación, las aseguradoras y los fondos de pensiones ya no generan suficientes rendimientos para cumplir sus compromisos y aumentar sus reservas –la longevidad de sus carteras es menor que sus compromisos–, deben asegurar retornos suficientes para cubrir el conjunto.
Los fondos de pensiones holandeses, masivamente invertidos en productos de deuda, en particular en deuda pública, son los primeros a la hora de constatar esta desreglamentación. La deuda de todos los países de la zona del euro, incluida Grecia, cuenta ahora con tasas negativas. Tanto en Alemania como en Suiza, considerados los países más seguros del continente, es la deuda total hasta los 50 años la que ofrece tasas negativas. En otras palabras, se acepta pagar por invertir dinero en activos que se consideran protegidos.
Al principio, los fondos de pensiones hacían lo que todos los demás: recurrían a sus reservas para seguir pagando las pensiones. Pero hoy en día, los rendimientos ofrecidos están disminuyendo constantemente y el sistema se está agotando. Los aproximadamente 240 fondos de pensiones ya no tienen las tasas de cobertura requeridas para proporcionar beneficios. Es posible que uno de cada seis fondos de pensiones tenga que reducir el importe de las pensiones que pagan, advirtió el Banco Central de los Países Bajos en enero.
La alerta que rodea a los fondos de pensiones holandeses debería preocupar a mucha gente. Porque si estos interventores, considerados de los más sólidos del mundo financiero, encuentran dificultades, ¿qué pasa con los demás? Las aseguradoras, los vendedores de seguros de vida, los fondos de inversión, todos tienen los mismos problemas. Todo el mundo tiene que enfrentarse a las impredecibles consecuencias del dinero gratis.
Muchos compraron acciones a gran escala, y luego participaron activamente en la alimentación de la burbuja inmobiliaria. Los más grandes se apresuraron a comprar infraestructura (aeropuertos, carreteras, sistemas de peaje) considerados como rentas aseguradas. Con la esperanza de encontrar activos seguros y rentables, se olvidan entonces de ser cautelosos. Muchos invierten ahora en bonos basura y productos estructurados, que ofrecen altas tasas de interés para atraer a los compradores.
Los fondos de pensiones se encuentran entre los más apreciados de estos productos. Incapaces de generar suficientes beneficios anuales en condiciones normales, se apresuraron a crear productos estructurados para aumentar sus ingresos. En su último informe sobre la estabilidad financiera mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) expresó su preocupación por estos abusos. Según la institución internacional, los fondos de pensiones han duplicado con creces sus inversiones en activos ilíquidos y de riesgo durante la última década.
"En caso de que en algún momento vendan algunos de estos activos ilíquidos, la similitud de sus carteras y la rápida caída de los precios podrían provocar una conmoción en todo el sistema financiero", advierte el FMI, que teme que estos actores ya no puedan cumplir su papel tradicional de estabilizadores de los mercados financieros en el futuro.
Para algunos, los problemas ya existen. El fondo de pensiones gestionado directamente por General Electric ha anunciado el fin de la garantía que concede a sus empleados una pensión igual a su último salario. Hay más de 20.000 empleados afectados. El fondo de pensiones de los funcionarios públicos de Chicago está en bancarrota. El fondo Calpers, originalmente destinado a profesores de California, y que era uno de los más poderosos del mundo, se enfrenta a las mayores dificultades. Los empleados y profesores de las universidades británicas se preparan para la huelga para evitar un aumento de sus cotizaciones.
Estos ejemplos recuerdan que, contrariamente a lo que defienden algunos, la jubilación por capitalización no es la alternativa ideal al sistema de reparto. Si este último se enfrenta a dificultades, la razón principal radica en las constantes presiones sobre los salarios y el poder adquisitivo durante los últimos 30 años, el aumento sin precedentes de las desigualdades en beneficio del capital. Esta presión se está traduciendo ahora en una caída de los niveles históricos de inflación, lo que ha llevado a un descenso igualmente histórico de los tipos de interés y de los rendimientos financieros.
Durante años, la excesiva financiarización ha permitido ocultar este deterioro y hacer parecer que la jubilación por capitalización, como todo el sistema financiero, podría escapar a este entorno deflacionista. De la misma manera que los subprimes han servido para ocultar el empobrecimiento de las poblaciones más vulnerables, haciéndoles creer que pueden mantener su nivel de vida a través del crédito, la capitalización tiene por objeto enmascarar la disminución del poder adquisitivo de los empleados y obtener el apoyo de una gran parte de la opinión pública. Hoy en día, el propio sistema financiero está recuperando el tiempo perdido.
11 años después de una crisis financiera, cuando los responsables sólo querían ofrecer remedios de placebo para mantener las cosas iguales, todo vuelve. Cual bumerán. Los grandes recortes salariales impuestos en los últimos 30 años continúan. Y sigue corroyendo todo el sistema financiero, los sistemas sociales y las democracias. ___________
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Traducción: Mariola Moreno
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