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El entorno de Trump: zorros viejos, banqueros y hombres de negocios

Una muñeca rusa con el rostro de Donald Trump, en una tienda de souvenir en el centro de Kiev.

Iris Deroeux (Mediapart)

Del universo Trump, empecemos por hablar de Mike Pence, candidato republicano y ahora vicepresidente. En las dos últimas décadas, tanto en las administraciones republicanas como en las demócratas, la figura del vicepresidente, pensada para sustituir al presidente en caso de que éste no pueda acabar el mandato, ha pasado a tener cada vez más peso. En el caso de la Presidencia Trump, el papel de Mike Pence, de 57 años, puede resultar determinante.

En palabras de Donald Trump, la tarea inicial de Pence era garantizar la unidad del partido. Muy conocido entre los republicanos –durante 12 años ha sido representante elector por Indiana en la Cámara, gobernador de este Estado desde 2013, próximo al Tea Party y ferviente creyente–, representa al ala derecha evangélica en el Partido Republicano. Además, presenta un perfil ultraconservador en cuestiones sociales y se ha posicionado abiertamente en contra del aborto, un asunto sobre el que Trump no ha insistido mucho en este año y medio de campaña, salvo en los debates presidenciales.

De esta forma, Pence ha pasado a desempeñar el papel de “disculpador jefe”, tal y como lo ha calificado la cadena CNN, encargado de enmendar las meteduras de pata de banco de Donald Trump. Se opone al candidato Trump cuando éste insta a Rusia a dar con los “e-mails que faltan de Hillary Clinton”, condena su machismo, considera “insultante” su propuesta de prohibir que los musulmanes entren en EEUU. En política extranjera, responde a la línea tradicional de la derecha y se muestra menos aislacionista que Donald Trump. En campaña, Pence también ha sabido poner el acento en los principales temas que unen a los republicanos: de la bajada de impuestos al aumento del gasto militar, pasando por la derogación de la reforma sanitaria aprobada por Barack Obama tras acceder el Gobierno en 2009.

Así las cosas, surge la pregunta de cómo van a formar equipo en la Casa Blanca, en enero, sabiendo que Mike Pence también se va a convertir en presidente del Senado, ya que es una de las atribuciones automáticas del vicepresidente. También tiene voto de calidad en la Cámara alta que puede ejercer en caso de empate, para evitar el bloqueo, lo que le permitirá hacer de tampón entre el presidente y la mayoría republicana en el Congreso cuando se negocien asuntos espinosos incluso para los republicanos (¿la renegociación de los tratados de librecomercio comprometida por Trump, por ejemplo?).

¿Se va a limitar a ayudar a Donald Trump a gobernar considerando la opinión de sus aliados para evitar con ello que el presidente se enfrente a su propia mayoría? Su trabajo de las últimas semanas ha demostrado que se le da bien.

Mike Pence por ejemplo se ha reunido muchas veces con Paul Ryan, actual jefe de filas de la mayoría republicana en el Congreso, que ha podido mostrarse muy crítico con Donald Trump, distanciarse de él, antes de finalmente volver al redil. Este miércoles felicitaba a Donald Trump y declaraba que estaba listo para trabajar con la nueva Administración para impulsar las ideas del Partido Republicano. Queda por saber lo que los republicanos le tienen reservado: el próximo miércoles se someterá a votación su reelección, o no, al frente del partido en el Congreso.

De los miembros del establishment republicano que se aliaron con Donald Trump antes de su victoria, y que tienen grandes posibilidades de formar parte de su Administración, hay que mencionar a Newt Gingrich y a Rudolph Giuliani. Ambas figuras dicen mucho de la diferencia entre la voluntad mostrada por Donald Trump de liberar a Washingon del establishment y la realidad de su entorno.establishment

El primero resultó elegido po Georgia entre 1979 a 1999 y jefe de filas de la mayoría republicana con Bill Clinton en 1994, liderando la “revolución conservadora” de la derecha. Su estilo de época, nervioso, contrario a alcanzar compromiso alguno con los demócratas, anticipaba el posicionamiento del Tea Party de diez años después. Newt Gingrich fue uno de los portavoces del movimiento, criticó a la élite, los medios de comunicación y el multiculturalismo tan apreciado por los demócratas. Lógicamente se unió a Donald Trump en el verano de 2016. Según The New York Times y Politico, puede convertirse en secretario de Estado, el equivalente al ministro de Asuntos Exteriores.

A su lado, como ministro de Justicia, puede figurar Rudolph Giuliani. El exalcalde de Nueva York (1994 a 2001), defensor de la tolerancia cero, del stop-and-frisk y de la “ley y el orden” (eslogan adoptado primero por Richard Nixon y ahora recuperado por Trump), parecer haberse convertido en uno de los maestros del pensamiento de Donald Trump en materia de lucha contra la criminalidad y el terrorismo.

Este dúo neoyorquino no nuevo: en 1989, Trump codirigió la primera colecta de fondos de Giuliani, entonces fiscal general por el distrito de Nueva York. Esta campaña presidencial ha permitido a Rudy Giuliani regresar a la primera línea político y encadenar declaraciones públicas sensacionalistas.

En la sección de insiders del partido, también hay que aludir a Chris Christie, gobernador muy impopular de Nueva Jersey, candidato a las primarias del Partido Republicano –antes de aliarse con Trump y de hacer campaña activa por el hombre de negocios–. Fue nombrado en mayo jefe del equipo de transición de Trump (un grupo que, como indica su nombre, también se encarga de organizar el traspaso de poderes). La alianza entre Christie y Trump viene de largo y ejemplifica los vínculos con que Donald Trump cuenta en la costa Este. Queda por ver qué cargo ocupará Christie a partir de enero.

A esta primera lista de nombres, se le suma un largo número de empresarios y de hombres de negocios del mundo de las finanzas, que han tratado a Trump durante años y ahora susceptibles de pasar a formar parte del entorno del presidente.

Por ejemplo, Politico señala al exbanquero de Goldman Schas Steven Mnuchin, responsable de finanzas de la campaña Trump, para el cargo de secretario del Tesoro. También suena el nombre de Rich Bagger, del equipo de campaña de Trump, que ha hecho carrera en el mundo de los laboratorios farmacéuticos, por lo que puede ocupar la Secretaría de asuntos sanitarios. Para Energía, se rumorea el nombre de Harold Hamm. Este empresario de Oklahoma, asesor de Donald Trump en su campaña, ha sido fortuna gracias a la industria petroquímica y al gas de esquisto.

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Otros integrantes de su equipo de campaña parecen dispuestos a volver al sector privado. Es el caso de Stephen Bannon: su jefe de campaña dice que retomará su actividad a tiempo completo al frente del site web BreitBart, símbolo del alt-right.

En estos momentos, Donald Trump todavía no ha hecho mención alguna a la composición de su futura Administración. Habría preferido incluso, en las últimas semanas de campaña, mantenerse al margen del trabajo realizado por su equipo de transición por “superstición”, según reconoció, para concentrarse en la victoria. Desde el miércoles, no le queda otra que ponerse manos a la obra. ________________Traducción: Mariola MorenoLeer el texto en francés:

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