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Entrevista a Yorgos Katrougalos

El Gobierno griego admite que fue “demasiado optimista” al creer que un solo país podía cambiar la UE

Giorgos Katrougalos, en una imagen de archivo.

Grecia, país sometido desde 2010 a continuas curas de austeridad, tuvo que acometer la liberalización a ultranza de su mercado laboral: suprimió profesiones consideradas protegidas, bajó el salario mínimo y recortó los sueldos, desaparecieron los convenios colectivos... En un momento en que el Gobierno francés se dispone a aprobar una reforma laboral, resulta de utilidad analizar las consecuencias de la desregulación laboral en Grecia. Un paralelismo que resulta muy instructivo porque pone de manifiesto la ambigüedad del Ejecutivo griego; ideológicamente en las antípodas de las políticas de Emmanuel Macron, espera –como sus predecesores tras la elección de François Hollande en 2012– mucho del presidente francés para reformar la UE. Entrevista con Yorgos Katrougalos, secretario de Estado para Asuntos Europeos y exministro de Trabajo del Gobierno de Tsipras.

PREGUNTA: El Gobierno francés se dispone a reformar la legislación laboral por decreto. ¿No recuerda a la historia de Grecia de los últimos siete años, cuando se ve que los convenios colectivos corren el riesgo de volatilizarse en detrimento de los convenios de empresa?RESPUESTA:

Las reformas laborales griegas carecen de equivalente en ningún país europeo porque condujeron de facto a la quasi abolición de los convenios colectivos. El derecho de los actores sociales a negociar convenios colectivos se derogó formalmente y los acuerdos sectoriales se abolieron de facto. Antes contábamos con más de 200 convenios colectivos, actualmente siguen vigentes menos de una decena. También se produjo un vuelco completo de la jerarquía normativa. Antes prevalecía el principio de la norma más favorable: se aplicaban los convenios colectivos que eran más favorables a los trabajadores sobre los convenios de empresa. Con los memorandos de 2010 y de 2012, Grecia se vio obligada a aceptar la inversión de esta jerarquía. Lo que sucedió en Grecia realmente escapa al modelo social europeo. Nuestra ambición es recuperar ese modelo cuando concluya el tercer memorando, es decir, una vez finalizado 2018.

P: ¿Estas reformas han permitido la creación de empleos y estimular las inversiones? Ése suele ser el relato que acompaña a los decretos del Gobierno en Francia...R:

No, la explosión del paro se produjo exactamente después de adoptar la desregulación del derecho laboral.

P: En Grecia, ¿los sindicatos todavía tienen voz en este ámbito? ¿Se producen negociaciones con los actores sociales?R

: Hay negociaciones con actores sociales, pero como el mecanismo principal de la negociación colectiva fue abolido, las organizaciones sindicales no tienen la posibilidad de alcanzar acuerdos satisfactorios para los trabajadores.

P: Y en el seno de las empresas, ¿los delegados sindicales todavía tienen un papel?R:

En Grecia, aunque no existiese enlace sindical, era posible negociar un convenio de empresa, pero actualmente también esto es historia. En la economía griega prima el contrato individual. Como se puede imaginar, no puede haber nada peor para el trabajador porque él solo no tiene capacidad ninguna de negociación frente a su empleador.

Esto que digo no es una opinión personal, se trata de la conclusión de un informe de analistas independientes, publicado en septiembre de 2016, por encargo de nuestros socios europeos y del FMI. Para ello, se creó un comité paritario formado por cuatro expertos nombrados por nuestro Gobierno y por otros cuatro designados por las “instituciones” [Comisión Europea, FMI, BCE], procedentes de diferentes países europeos. Como resultado, redactaron 12 recomendaciones, ocho de las cuales se votaron por unanimidad, cuatro por mayoría. La idea general que se desprende de estas recomendaciones es que hace falta volver a un modelo de negociación colectiva. Sin embargo, el FMI –que defiende unas políticas de desregulación completa del mercado laboral– no respetó este informe.

P: ¿Qué hace su Gobierno para luchar contra el deterioro de los derechos laborales? El aumento del salario mínimo –que cayó hasta los 586 euros brutos, como consecuencia de las curas de austeridad– se encontraba entre las promesas de campaña de Syriza, en septiembre de 2015. A día de hoy, es idéntico, ¿por qué?R:

Una de nuestras principales preocupaciones es la protección de los derechos laborales. Actualmente se debate en el Parlamento un proyecto legislativo que prevé precisamente proteger a los trabajadores en caso de violación de la legislación todavía en vigor, aunque tenga lagunas. Se trata por ejemplo de proteger mejor a los asalariados de empresas que se declaran en quiebra, ya que nunca reciben una indemnización: el empleador tendrá que pagar la indemnización recurriendo a su patrimonio personal.

En lo que respecto al salario mínimo, era uno de nuestros objetivos en nuestro primer mandato, entre enero y julio de 2015. En ese periodo preveíamos abandonar el programa de austeridad pero, como sabe, luchamos hasta el final y nos vimos obligados a alcanzar un compromiso con nuestros socios para evitar la quiebra de nuestra economía.

A día de hoy, seguimos tratando de neutralizar los efectos más agudos de la austeridad mediante lo que denominamos programa paralelo, es decir, el programa que podemos aplicar porque no entra en contradicción con las exigencias del memorándum. En ese marco, hemos votado leyes para proteger a los más vulnerables, permitiendo el acceso libre a la sanidad a los que se habían quedado sin cobertura social; hemos restablecido la electricidad en los hogares más pobres que habían dejado de pagar el recibo; hemos puesto en marcha un sistema para que las personas con rentas por debajo del umbral de la pobreza pudiesen comprarse productos de primera necesidad. Además, las medidas exigidas por el memorándum, tratamos de aplicarlas de forma equitativa, es decir, haciendo que paguen los que tienen medios y quitando esa carga a los más pobres y a las clases medias.

P: En estos momentos, ¿que les impide subir el salario mínimo?R:

Los memorandos del FMI.

P: Evidentemente, pero la bajada del salario mínimo se votó en 2012 en el Parlamento griego. Se trata de una ley griega. Nada impide votar una nueva ley. Sobre todo por que el salario mínimo, que concierne sobre todo al sector privado, no tiene peso ninguno en el gasto público...R:

Sí, pero para eso habría que conseguir el consenso de nuestros socios. En ese aspecto nuestra soberanía está limitada y por ello queremos acabar con esta limitación excesiva. En cuanto al impacto sobre el gasto público, pensamos lo mismo, pero el FMI adopta posturas que no siempre son racionales... Es eso lo que significa estar bajo un memorando, no tener la posibilidad de contar con políticas económicas autónomas.

P: Sin embargo, desde que Syriza está en el poder, las pensiones de jubilación han bajado en dos ocasiones. Usted mismo, como ministro de Empleo, lideró la reforma. También han subido los impuestos... ¿Qué medidas no han recaído sobre las clases medias?R:

Una de las obligaciones que recogidas en el memorando era bajar las pensiones de jubilación por importe del 1% del PIB y eliminar una ayuda especial para los jubilados más pobres (EKAS). Además, había que adaptar el gasto social porque el déficit de nuestra hucha de las pensiones equivalía al 9% del PIB.

Entonces propuse la reforma completa del sistema, basada en los principios de igualdad y de justicia social, que son principios de izquierdas. Unificamos y armonizamos las reglas de cotización y de pago. Hoy, en Grecia, todo el mundo, tanto del sector público como del privado, goza de las mismas reglas. Los jubilados reciben una pensión que consta de dos partes: una pensión básica –la misma para todos, financiada exclusivamente a través de los impuestos y que está en el umbral de la pobreza, es decir, 384 euros mensuales– y una parte en función de las cotizaciones realizadas. Este sistema ofrece una mejor cobertura para los que tenían ingresos medios iguales o inferiores a 1.000 euros mensuales.

P: Sin embargo, esta reforma ha supuesto nuevas bajadas, de entre el 12% y el 16% de media, en las pensiones de jubilación, ¡que sufrían recortes desde 2010!R:

Garantizamos que ninguna pensión básica disminuiría. También garantizamos que la pensión complementaria no bajaría si la suma de las dos partes –básica y complementaria– era inferior a 1.300 euros. Una vez más, bajamos el gasto protegiendo a los que tenían pensiones más bajas.

P: El presidente francés acaba de viajar a Grecia. ¿Qué espera de esta visita?R:

Esta visita tiene una dimensión económica y una dimensión política. La dimensión económica coincide con el regreso de la economía griega a la senda del crecimiento y a la mejora de todos los índices económicos. Por primera vez, los bancos obtienen beneficios, se ha registrado un alza importante de las exportaciones, de las inversiones... y una bajada del paro, que no obstante todavía se mantiene en niveles monstruosos, pero que ha caído seis puntos desde que alcanzó la tasa récord del 27,5%, en 2014. Ahora estamos en niveles de 2012.

Para nosotros, lo esencial es esa vuelta a la normalidad para llegar a finales de 2018 con la posibilidad de acabar con los memorandos y decidir por nosotros mismos nuestras políticas económicas. No se trata sólo de una cuestión económica, antes de nada, es un asunto democrático y de recuperación de la soberanía popular, que no esté limitada como en los últimos años.

El presidente Macron llega con un número importante de empresas que consideran que es un momento oportuno para alcanzar sinergias con las empresas griegas o para invertir en Grecia. Pero también existe una dimensión política y la necesaria reforma de la eurozona: pensamos que es necesario democratizar la gobernanza económica. Hemos sido víctimas de decisiones muy opacas. Creemos en la existencia de un ministro de la zona euro sometido al control del Parlamento Europeo. También queremos reformas que establezcan un mejor equilibrio entre las dimensiones económica y social de la integración europea, por ejemplo un eurogrupo de ministros de Empleo y de Protección Social.

P: ¿Piensa que Macron va a ayudarles en ese sentido, habida cuenta de las reformas que prepara en Francia y que no van en absoluto en la línea de mejorar la protección social de los trabajadores?R:

Hay que disociar lo que el presidente hace a nivel europeo de lo que pone en práctica a nivel interno, en su país, y que no voy a comentar. Sus propuestas a nivel europeo están muy próximas a nuestra evaluación de la situación en lo que respecta la profundización y la democratización de la zona euro.

P: En sus orígenes, Syriza era un partido de izquierda radical. ¿Qué distingue actualmente a Syriza de los partidos socialdemócratas europeos?R:

Es una pregunta interesante. Durante las dos últimas décadas, la socialdemocracia ha decidido aliarse con las fuerzas neoliberales, de manera que era difícil distinguir un gobierno de gran coalición de un gobierno compuesto por políticos de derechas. Esto ha derivado en un desarrollo de desigualdades, pero también en un deterioro de los resultados económicos: la austeridad y las políticas neoliberales no han funcionado en Europa.

Las fuerzas de la socialdemocracia se encuentran hoy frente a un dilema: si siguen esta alianza con las fuerzas neoliberales conservadoras, corren el riesgo de acabar como el Pasok [el partido socialista griego], es decir, desaparecer precisamente por que todo el mundo quiere el original. ¿Por qué votar por la socialdemocracia si es idéntica a las fuerzas neoliberales?

¿Cuál es la alternativa? Una alianza progresista con las fuerzas de izquierdas y ecologistas. Y nosotros, Syriza, somos un catalizador a nivel europeo para esta alternativa. Se ve en el Parlamento Europeo, que se ha convertido en una especie de laboratorio para esta alianza; se ha visto en Portugal, en España, con la elección de Sánchez al frente del Partido Socialista, y, de forma diferente, en Gran Bretaña con el resultado de Corbyn en el partido Laborista.

Por simplificar, el dilema de la socialdemocracia es que se encuentra entre pasokización y corbynización. Syriza trae esta posibilidad de corbynización porque sigue siendo una fuerza de izquierdas, sin alejarse de sus ideales y de sus objetivos políticos, siendo realista en cuanto a los medios de su acción.

P: Resulta difícil creer lo que dice cuando se percibe la decepción del electorado en Grecia... Si bien es cierto que han tratado de acometer reformas de izquierdas, muy pocas promesas electorales se han aplicado. Resulta difícil ver dónde están las políticas de izquierdas de Syriza.R:

En una democracia, la decepción de los electores se constata en las urnas. Cuando nos comprometimos en el verano de 2015, recurrimos a las elecciones. Preguntamos a los electores si seguían confiando en nosotros. Y ganamos las elecciones con prácticamente el mismo porcentaje que en enero de 2015. Los que creían que habíamos traicionado nuestros ideales no resultaron elegidos en el Parlamento. Veremos lo que pasa en las próximas elecciones.

¿Qué habría hecho usted si se hubiese visto frente al dilema vivido en el verano de 2015? ¿Había que seguir resistiendo con los bancos cerrados durante unas semanas antes de la implosión social? Esa era la estrategia de la oposición. Se trata de una crítica muy fácil, que no considera las circunstancias de entonces. Hoy, seguimos con los mismos objetivos políticos, pero hemos aprendido una lección muy amarga: solos no podemos cambiar un país en la UE. Si queremos políticas sociales en un país, primero hay que tratar de cambiar Europa. ¡Así es como tratamos de hacerlo! Por eso digo que somos un catalizador que puede favorecer una dinámica muy a largo plazo en Europa. Quizás fuimos demasiado optimistas a principios de 2015, pero no hemos cambiado de orientación política.

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  Traducción: Mariola Moreno

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