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La huida de los médicos cubanos agudiza la crisis sanitaria en el norte de Brasil
El barrio de Nova Esperança de Oiapoque todavía no ha sucumbido al calor del mediodía. A esta hora temprana, en esta ciudad fronteriza entre la Guyana y Amapá, el Estado más septentrional de Brasil, padres e hijos van y vienen por la calle, cesta en mano.
Sentados en el sofá que marca la entrada de la farmacia donde trabaja, Juan Antonio Lora comienza su jornada tranquilamente bajo el ritmo del gota a gota del climatizador sobrecargado que descarga en un cubo de margarina reutilizado. Este diplomado en urología, de unos cincuenta años de edad, se ha reconvertido desde hace algunos meses forzado por la situación.
Como muchos de sus compatriotas, este nativo de Santiago de Cuba llegó a Brasil en 2015, en el marco del plan Mais médicos (más médicos) aprobado bajo la Presidencia de Dilma Rousseff. Este programa, que se hace cargo de la atención sanitaria gratuita básica y familiar, tenía como objetivo dotar a los centros de salud desatendidos del país de profesionales de la salud, especialmente extranjeros procedentes del Caribe.
Pero durante la campaña electoral presidencial, el candidato Jair Bolsonaro encendió la mecha y criticó en muchas ocasiones la gestión de este dispositivo por parte del régimen cubano [los médicos desplazados a Brasil debían entregar a su Gobierno las tres cuartas partes de su sueldo]. Las ocurrencias de quien se iría a convertir, el 1 de enero de 2019, en jefe del Estado federal, han provocado a finales del año pasado el regreso a Cuba de más de 8.000 médicos, según la prensa internacional.
En el municipio fluvial de Oiapoque, de 26.000 habitantes, unos diez médicos cubanos ejercían antes de la crisis diplomática. Hoy sólo quedan dos. Ya no auscultan ni prescriben pero se han negado a partir por razones familiares. Jair Bolsonaro había prometido a los médicos cubanos que decidieron quedarse que les iba a permitir presentarse de nuevo a sus puestos, pero la promesa no se ha cumplido.
“Esperábamos para finales de diciembre un destino, pero el Gobierno federal ha dado las plazas a los brasileños recién formados en el país y en el extranjero. Las listas de validación de nuestras solicitudes se tenían que haber publicado en diciembre pero fueron postergadas a febrero. Teníamos que haber comenzado a trabajar el 26 de febrero, pero ahí estamos”, cuenta Juan Antonio.
A pesar de que el régimen cubano retenía el 75% de su salario mensual, Juan Antonio lamenta que su contrato no sea prorrogado. Se ha decidido a abandonar, después de tres años de ejercicio, el pueblo amerindio de Kumarumã, de unos 2.000 habitantes, situado en la selva fluvial a un día de viaje de la ciudad mercantil y pesquera de Oiapoque. Desde entonces ningún médico dirige el equipo del centro de salud de Kumarumã, que sólo tiene ya enfermeros.
La misma situación es soportada en las otros dos localidades autóctonas del lugar. “Es problemático porque las condiciones sanitarias están degradadas en esas zonas. Hay muchos niños, numerosos casos de gripe, diarrea, mordeduras de serpiente y picaduras de escorpión. Hay también mujeres embarazadas a cargo. Incluso si la medicina local concede un lugar primordial a las comadronas, yo estaba allí para los casos de urgencia”, cuenta el antiguo médico generalista.
Cuando están enfermos, los habitantes de Kumarumã ya no tienen más opción que desplazarse al centro de Oiapoque, “pero no siempre tienen gasolina para su piragua”, comenta este profesional, que habla incluso de una sanidad “discriminatoria” para los nativos, cuando una enfermedad les obliga a acudir a un especialista en Macapá, capital de Amapá, a una distancia de medio día de viaje en estación seca y a más de 24 horas cuando las lluvias torrenciales destruyen la carretera comarcal, de roca laterita.
“La situación sanitaria ha sido siempre complicada aquí, pero desde hace algunos meses es aún peor. Para una cita ginecológica hay que esperar tres meses”, alega Simone, una vendedora de tapioca y harina de mandioca del mercado de Oiapoque. Esta localidad está marcada por una elevada precariedad y una dotación de servicios muy por debajo de las necesidades.
Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), la mortalidad infantil media es de 13 por 1.000 (tres veces más que en Francia).
Es esencial la presencia de profesionales de la salud en este rincón de la Amazonia, no sólo en atención primaria sino también de médicos especialistas, ofrecida por clínicas prohibitivas. “Ha habido puestos vacantes pero hoy ya no tenemos problemas. De los diez puestos a cubrir, sólo nos falta un médico”, relativiza la coordinadora de los centros de salud de Oiapoque, Fernanda Soares. La “perspectiva” de la Secretaría de Sanidad de Oiapoque es dotar, en plazo, al municipio de “once médicos”, el doble de la plantilla actual.
En Vila Vitória se desesperan por ver llegar los refuerzos desde la partida de la antigua doctora cubana. “La población espera con mucha impaciencia”, cuenta Patricia, la enfermera del dispensario. Vila Vitória es un barrio de asentamientos espontáneos de 1.500 habitantes que se formó hace algunos años. Está situado a diez minutos en piragua de motor río abajo del centro de la ciudad, enfrente del encantador pueblo guyanés de Saint-Georges-de-l’Oyapock.
En un marco natural de gran belleza, este barrio aislado no dispone de infraestructuras atractivas. Le cuesta atraer gente nueva desde hace meses. Esta situación no es por cierto mejor que la que deben afrontar miles de guyaneses de las aldeas fluviales del interior del territorio.
“Necesitamos un responsable en este centro de salud. La gente no puede ir constantemente al hospital para que la atiendan. Hay mujeres embarazadas, hipertensos y diabéticos que necesitan un seguimiento regular. En el último mes vino dos veces una doctora de Oiapoque, pero sólo atendió los casos más graves”, recuerda Patricia.
“Bolsonaro quería demostrar que no necesitábamos a Cuba, pero algunos médicos brasileños no han ocupado nunca sus destinos o si han venido se han marchado rápidamente porque estaban lejos de sus casas o echaban de menos la comodidad o Internet. En este momento hay 2.000 plazas vacantes, y más de 2.000 cubanos se han quedado en Brasil…”, maldice Juan Antonio, que asegura que ni él ni sus compatriotas protestan por esta labor. “Hemos sido formados para trabajar en cualquier condición, incluso en lugares de mucha pobreza”.
En la calle, el sentimiento de los transeúntes parece ser el mismo. Habitantes de Oiapoque elogian la calidad de los profesionales cubanos. Al contrario, sus compatriotas brasileños están muy mal vistos: “Están aquí para ganar, ganar y ganar”, se queja una septuagenaria en el mercado.
En Amapá, Estado poco desarrollado y más grande que la Guyana —donde uno de cada tres electores votó a Bolsonaro en la primera vuelta de las presidenciales de 2018— 73 médicos latinos, según el diario O Globo, estaban trabajando el año pasado en el programa Mais Médicos para una zona de población de 700.000. Preguntada por Mediapart, la Secretaría de Sanidad de Oiapoque no ha querido dar el número de plazas vacantes actualmente en el conjunto del municipio.
El 7 de febrero, el Ministro de Sanidad, Luiz Henrique Mandetta, prometía en O Globo una atención particular para el “Brasil profundo”, es decir, para ciertos Estados del norte como “Roraima, Acre y Amapá”. En Brasil Novo, uno de los barrios periféricos de Macapá, ciudad por la que pasa exactamente la línea imaginaria del Ecuador, alrededor de 13.000 habitantes están “sin médico de ciudad desde hace tres meses. No existen ya tampoco las visitas a domicilio”, informa una profesional de la sanidad que se ha reunido con Mediapart. ______________
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Traducción de Miguel López
Puedes leer el texto completo en francés aquí: