Los 'lobbies' de la carne y la agricultura intensiva torpedean en Bruselas el proyecto de transición verde

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Amélie Poinssot (Mediapart)

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Reducir a la mitad el uso de plaguicidas, disminuir el uso de fertilizantes químicos en un 20% y conseguir que una cuarta parte de la superficie agrícola europea sea agricultura ecológica (frente al 8,5% actual). Esos son los principales objetivos de la Comisión Europea para 2030.

Este martes 19 de octubre, el Parlamento Europeo sometía a votación esta estrategia, bautizada como De la granja a la mesa (Farm to fork), llamada a poner a la agricultura europea en la senda a la transición ecológica. Se trata de uno de los principales capítulos del Pacto Verde lanzado por la presidenta Ursula von der Leyen desde que tomó las riendas del Ejecutivo europeo a finales de 2019. La iniciativa finalmente salió adelante por 452 votos a favor, 170 en contra y 76 abstenciones.

Para la producción de alimentos del continente, que hasta ahora ha estado dominada por el uso de la química sintética, semejante perspectiva sería una pequeña revolución. Pero eso sin contar con el intenso trabajo de lobby que realizan los defensores del modelo existente: los lobbies de la carne, de los agroquímicos y los cereales... y Copa-Cogeca, que incluye a la poderosa federación sindical francesa FNSEA.

El Copa-Cogeca es la unión, en el ámbito europeo, del Comité de Organizaciones Profesionales Agrarias (es decir, las agrupaciones de agricultores) y del Comité General de Cooperación Agraria (es decir, las cooperativas). Y es la presidenta de la FNSEA, Christiane Lambert, quien dirige el Copa.

Mediapart, socio editorial de infoLibre, en colaboración con el consorcio de periodistas europeos Lighthouse Reports, aborda en estas líneas cómo, desde hace varias semanas, esta organización y otros lobbies europeos vienen haciendo lo posible por hundir las ambiciones de la Comisión Europea y mitigar sus objetivoslobbies. Su principal herramienta es la manipulación del conocimiento científico en torno a esta hoja de ruta, cuyo objetivo es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de la agricultura europea y frenar el hundimiento de la biodiversidad.

Incluso el ministro francés de Agricultura, Julien Denormandie, ha hecho suyos los argumentos esgrimidos por los lobbies, que defienden los intereses de la agroindustria en Bruselas.

Sin embargo, lo que se esconde detrás de este lobby es una determinada visión de la producción animal: un modelo basado en la ganadería industrial, ultradependiente de las importaciones de maíz y soja procedentes del continente americano, oponiéndose a cualquier cambio en la dieta europea, y que no busca en absoluto favorecer a los agricultores.

Comunicación sesgada

La ofensiva comenzó el 9 de septiembre. Ese día se publicó un estudio financiado por el Grain Club, una organización alemana del agrobusiness en el sector de los cereales y de los piensos, y realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de Kiel (Alemania).

En él se dice que la aplicación de los objetivos de la estrategia “De la granja a la mesa” provocaría un descenso de la producción agrícola europea, un aumento de los precios y una mayor dependencia de las importaciones en el suministro de alimentos del continente.

El problema es que la comunicación del Copa-Cogeca sobre el estudio no menciona otro resultado importante: los ingresos y el bienestar de los agricultores podrían mejorar mucho.

Preguntado por Lighthouse Reports, el científico Christian Henning, autor del estudio, está de acuerdo. “La aplicación del Pacto Verde en la agricultura coincide con un aumento significativo de los servicios ecosistémicos y puede aumentar simultáneamente los ingresos de las explotaciones”.

Los servicios medioambientales prestados por los agricultores no sólo se remuneran con determinadas subvenciones de la PAC (Política Agrícola Común), sino que además los productos ecológicos son mejor valorados en el mercado.

Según el trabajo del investigador, el beneficio obtenido por una explotación que pase de convencional a agroecológica podría multiplicarse por más de 2,5. “El Pacto Verde es potencialmente una situación en la que toda la sociedad sale ganando, ya que sus beneficios compensan con creces las pérdidas debidas a la reducción de la producción agrícola convencional”, continúa. Pero no es esto lo que cala.

Unas semanas más tarde, otra publicación, esta vez de la Universidad de Wageningen (Países Bajos), destacaba el descenso de la producción. Encargada por CropLife Europe (el lobby de los fabricantes de pesticidas), por el Copa-Cogeca y otras organizaciones agroalimentarias, se hacía pública una semana antes de la votación de este martes en el Parlamento Europeo.

Concluye que si se aplica la estrategia “Del campo a la mesa” en el continente europeo, los precios subirán, la producción ganadera caerá un 10-15% y la producción agrícola un 10-20%.

Con 48 horas de diferencia, el informe se presentaba en una conferencia patrocinada por CropLife en el medio de comunicación europeo Euractiv –que ha acogido siete debates sobre “Del campo a la mesa”desde febrero de 2020, seis de los cuales patrocinados por organizaciones de la industria alimentaria– y, a continuación, en un acto especial organizado por Livestock Voice, una asociación que representa los intereses del sector ganadero.

A esta segunda presentación asistieron uno de los coautores del estudio de Wageningen, el investigador de Kiel, y también la eurodiputada conservadora Anne Sander, miembro de los republicanos y hermana del responsable de la organización de productores de remolacha franceses, otro de los actores clave que el año pasado consiguió la reintroducción de los neonicotinoides [insecticidas] en el cultivo de la remolacha.

El problema también es que, según Johan Bremmer, uno de los investigadores de la Universidad de Wageningen que participó en la conferencia con Euractiv, su trabajo no aborda “el impacto positivo sobre el cambio climático de la estrategia ‘De la granja a la mesa’”. Pese a que es el principal objetivo de la hoja de ruta...

Uno de los objetivos de la estrategia “De la granja a la mesa” es que el 25% de la producción agrícola europea sea ecológica. © Infografía Simon Toupet / Mediapart

El Copa-Cogeca y otros defensores de la agricultura productivista también destacan otros estudios realizados con anterioridad durante esta semana en la que la burbuja de Bruselas se encuentra alterada ante la votación de la hoja de ruta. Uno de ellos, elaborado por los propios servicios científicos de la Comisión, el CCI (Centro Común de Investigación), y publicado a finales de julio, indica que la aplicación de la estrategia supondría una reducción de la producción europea de entre el 10 y el 15%, según el sector, y un descenso de alrededor del 20% de los GEI emitidos por la agricultura del continente de aquí a 2030, pero también, por otro lado, un aumento de las emisiones en el resto del mundo debido al incremento de las importaciones.

El otro informe que ha salido del cajón es el primer análisis del Departamento de Agricultura de EE. UU. (USDA) sobre la estrategia “De la granja a la mesa”, elaborado hace casi un año. Sesgado a todas luces por una lectura geopolítica con intereses divergentes de los europeos, este estudio del otro lado del Atlántico concluye, entre otras cosas, que la producción agrícola europea caerá un 12% y los precios subirán un 17%.

Un cambio sistémico

En realidad, todos estos informes son similares porque se basan en el mismo tipo de modelo, el del equilibrio del mercado basado en un parámetro: la reducción de los insumos químicos. Además, la mayoría de los cálculos de rendimiento se basan en la agricultura convencional, y no en la agricultura ecológica, que se espera que se desarrolle rápidamente. Célia Nyssens, responsable de agricultura de la Oficina Europea de Medio Ambiente, una federación de ONG de Bruselas, denunció “una campaña de desinformación masiva”, en la que “el lobby agroalimentario industrial” ha escogido los resultados de los estudios que se adaptan mejor a su agenda.

Por su parte, el Copa-Cogeca, contactado por Mediapart, se defiende. “El Copa-Cogeca no seleccionó ninguna información”, explica su secretario general, Pekka Pesonen, por correo electrónico. “Y, en contra de la caricatura realizada por algunas ONG, no hemos hablado de ‘estudio de impacto’ al comentar los comunicados de los distintos estudios y siempre hemos recordado que todos estos estudios no sustituirían el trabajo que la Comisión podría/debería realizar sobre este tema”.

La estrategia “De la granja a la mesa” va mucho más allá de cambiar un solo parámetro. Lo que propone es un cambio sistémico, que abarca no sólo una reducción masiva del desperdicio de alimentos, sino también la promoción de prácticas agronómicas más virtuosas en las granjas y un cambio en nuestra dieta que incluya un menor consumo de carne.

Por lo tanto, la disminución de la producción de carne resultante puede no tener un efecto negativo en el mercado europeo. Sin embargo, la evaluación de estas consecuencias es especialmente compleja. El estudio del CCI recoge claramente estas limitaciones metodológicas, señalando que su modelización no tiene en cuenta “las sinergias positivas” que podría aportar “un mejor entorno”.

“Las herramientas tradicionales, bien adaptadas al estudio de los cambios marginales, son inadecuadas para evaluar esta estrategia sistémica”, escriben los agrónomos Xavier Poux y Pierre-Marie Aubert en una nota publicada la semana pasada por el Iddri (Instituto para el Desarrollo Sostenible y las Relaciones Internacionales), en respuesta a los estudios esgrimidos en Bruselas por los lobbies productivistas.

Para los dos investigadores franceses, que han modelizado la transición agroecológica del continente europeo desde 2018 –el escenario “Tyfa”– y que han publicado recientemente este trabajo en un libro titulado Demain, une Europe agroécologique [Mañana, una Europa agroecológica], “una vegetalización de las dietas, en línea con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, podría compensar totalmente el efecto sobre los volúmenes de una reducción del uso de insumos químicos en Europa”.

En lugar de adoptar esta perspectiva sistémica, el ministro francés de Agricultura, Julien Denormandie, sólo acepta el análisis monoparamétrico del CCI. Preguntado por Mediapart sobre la estrategia “De la granja a la mesa”, una semana antes de la votación en el Parlamento Europeo, el ministro francés no se mostraba partidario de esta política europea. Al contrario.

“El estudio del CCI, que indica que la agricultura europea se reducirá en casi un 15%, debería preocuparnos a todos”, respondió durante una rueda de prensa. “Además, dos tercios de la disminución prevista de las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la agricultura se verán compensados por un aumento equivalente en el resto del mundo con importaciones no comunitarias”.

El ministro es especialmente crítico con la agricultura más respetuosa con los ecosistemas. “La agroecología no es un proyecto político [...]. No es una visión nueva en el mundo agrícola. Va demasiado en detrimento de los agricultores, de los objetivos de producción, de nuestra soberanía agrícola”, afirma.

La posición del Gobierno francés coincide con la de la agroindustria europea. Sin embargo, Julien Denormandie es uno de los negociadores de la estrategia “De la granja a la mesa”; tras el voto de los eurodiputados, el debate continuará en el Consejo de los Estados miembros, y en particular entre los ministros de Agricultura. Este largo proceso se conoce en Europa como “diálogo a tres bandas”, ya que los textos los elaboran conjuntamente la Comisión, el Parlamento y el Consejo para convertirse en reglamentos y, eventualmente, en normas vinculantes.

Mientras, el primer borrador del Parlamento, del martes, será decisivo para determinar los objetivos de las reformas que se llevarán a cabo en el sector agrícola. Cuanto más ambiciosos sean, más posibilidades tiene de serlo el resultado final. Cuanto más pequeños sean los objetivos, menor será el proyecto final. También en este caso, el lobby agrícola ha hecho todo lo posible, desde el principio, a la hora de influir en el texto a favor de sus intereses y del mantenimiento de una agricultura predominantemente productivista, con las menores obligaciones posibles para el sector ganadero.

El 27 de septiembre, el Copa-Cegeca organizó una gran reunión con sus representantes nacionales. Mediapart pudo tener acceso a los materiales de comunicación distribuidos en esta ocasión. Muestra la maniobra de la confederación sindical para echar abajo la estrategia “De la granja a la mesa”. Afirma, entre otras cosas, que algunas enmiendas sobrepasan la “línea roja” del Copa-Cogeca y que es “necesario hacer presión para modificar las enmiendas [...]”.

Las líneas de acción esbozadas para conseguirlo se hacen eco de lo que decíamos más arriba: “Necesidad de presionar a nivel nacional” (cf. la posición de Julien Denormandie), “organizar conferencias sobre los estudios” (cf. los actos de Euractiv y Livestock Voice)... pero también “necesidad de contactar con el mayor número posible de eurodiputados”.

La organización insta a sus miembros –entre ellos, en Francia, la FNSEA– a ponerse en contacto con sus eurodiputados nacionales para pedir un aplazamiento de la votación y nuevas enmiendas, con un “foco” en los diputados electos de Renovar Europa y en los de las filas socialdemócratas.

Unos diez días antes de la votación en el hemiciclo, muchos miembros electos de la mayoría (derecha, socialdemócratas, liberales), pero también miembros de la extrema derecha o del grupo conservador, recibieron recomendaciones de voto del Copa-Cogeca.

Eliminar palabras

En estos documentos, a los que han tenido acceso Mediapart y Lighthouse Reports –así como algunos otros medios de comunicación europeos–, la confederación europea proponía a los eurodiputados modificar seis enmiendas, indicando precisamente las frases que le gustarían ver suprimidas.

Cada uno de los breves cambios solicitados es significativo. Por ejemplo, la palabra “vinculante” en una de las primeras enmiendas, que detalla los objetivos de la estrategia De la granja a la mesa, se suprime sistemáticamente del texto, al igual que la mención de que “estos objetivos son muy razonables”, que deben cuantificarse en cada Estado miembro, y que deben “plasmarse en la legislación”, “incluso mediante la revisión de la Directiva sobre el uso sostenible de los plaguicidas”.

La revisión de esta directiva europea, que data de 2009, es precisamente una cuestión clave para todos los que intentan combatir el uso de estas sustancias químicas, devastadoras para los ecosistemas y la salud humana...

La confederación sindical también expresa su hostilidad a las propuestas sobre etiquetado, trazabilidad y rotulación; entre otros cambios, suprime la petición de información, para todos los productos de origen animal, sobre “el método de producción, los indicadores de bienestar animal, el lugar de nacimiento, de cría y de sacrificio”.

Por último, el diablo está en los detalles; una de las enmiendas propone un IVA cero para los productos sanos y “sostenibles”, como la fruta y la verdura, y un IVA más alto para los productos insalubres o de “alta huella ambiental”, como la carne. Si se siguen las recomendaciones del Copa-Cogeca, estas pocas líneas deberían eliminarse.

A pesar de esta metódica incursión en el trabajo parlamentario, era poco probable que el Copa-Cogeca consiguiese salirse esta vez con la suya. Las enmiendas, votadas el pasado 19 de octubre, son el resultado de un compromiso alcanzado el 10 de septiembre en las dos comisiones de Agricultura y Medio Ambiente del Parlamento Europeo entre los distintos partidos políticos que las componen.

Sería cuanto menos sorprendente que los ponentes del texto, el italiano Herbert Dorfmann (PPE, derecha) y la holandesa Anja Hazekamp (GUE, izquierda), hubieran dado marcha atrás, sobre todo porque el primero forma parte de la mayoría del Parlamento: en el bando conservador ya se han hecho concesiones sobre el texto.

¿Por qué entonces enviaron estas solicitudes de cambio? “Porque desde que se aprobaron estas enmiendas de compromiso en las comisiones de agricultura y medio ambiente, la situación ha cambiado en varios aspectos, tanto a nivel europeo como internacional”, declaró a Mediapart Pekka Pesonen, secretario general del Copa-Cogeca. “Varios estudios, aunque con sus limitaciones, han evaluado el impacto potencial de los objetivos e ‘De la granja a la mesa’ y muestran claramente que estos objetivos tendrán un efecto significativo”. Por eso, cree que la posición de los eurodiputados sobre las enmiendas “puede cambiar a la luz de los resultados de los estudios”.

De hecho, Herbert Dorfmann no hizo oídos sordos a las sirenas del Copa-Cogeca; junto con otros 140 eurodiputados del PPE y de Renovar Europa, añadió una enmienda la semana pasada, en el último momento, pidiendo un “estudio de impacto preliminar sólido y científico” sobre la estrategia “De la granja a la mesa”, una de las demandas reiteradas de la confederación sindical desde el comienzo de su ofensiva.

Esta táctica, que se repite en cada votación importante sobre temas agrícolas –el Copa-Cogeca también envió sus instrucciones durante la primera votación de la nueva PAC el año pasado–, es una forma de ejercer una presión continua. “Como hacemos con cualquier tema relacionado con la agricultura, hemos enviado nuestras presentaciones y posiciones y estamos debatiendo con el mayor número posible de eurodiputados”, señala Pekka Pesonen. El principal lobby agrícola europeo ha estado trasteando en torno a la estrategia “De la granja a la mesa” para alterarla. Y no va a parar.

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Traducción: Mariola Moreno

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                                                                                           La caja negra

Este artículo es el resultado de una investigación conjunta con el sitio web europeo de investigación Lighthouse Reports, el medio holandés Follow the Money, la radio alemana Deutsche Welle y los medios italianos Investigative Reporting Project Italy (IRPI) y Domani.

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