¿Un país machista o una pregunta mal hecha? Por qué Irlanda dijo 'no' a hacer la Constitución menos sexista
Es un difícil post-8M para el gobierno irlandés. Mientras que en Francia ha quedado consagrada en la Constitución la libertad de interrumpir el embarazo, en Irlanda el gobierno quería hacer su propia Constitución un poco más feminista sometiendo la cuestión al electorado en referéndum. Pero el bando del no resultó más unificador que el de los partidarios del cambio, juntándose todos aquellos que consideraban que la reforma había sido mal elaborada y muy poco explicada. Una auténtica bofetada al Gobierno.
La Constitución irlandesa, redactada en 1937 y heredera de la larga y fuerte influencia de la Iglesia católica en la vida pública y privada, sólo considera familia a las parejas casadas –dejando fuera a las parejas de hecho– y asigna a las mujeres, y en particular a las madres, el papel primordial de realizar las "tareas domésticas" en el hogar.
La primera enmienda, que reconocía a las personas en "relaciones de larga duración" como familias de pleno derecho, fue rechazada por el 67,69% de los votos. La segunda enmienda, que asignaba a todos los miembros de la familia el deber de cuidarse mutuamente por igual, fue rechazada por el 73,9% de los votos. La abstención fue alta, pues más de la mitad del electorado no acudió a votar. Los sondeos llevaban varias semanas pronosticando el sí, con la mayoría de los partidos políticos a favor del cambio, así como el Gobierno de centro-derecha, que había impulsado con fuerza la medida.
"Es un día triste para quienes han hecho campaña durante décadas para deshacerse de esas palabras sexistas" en la Constitución, dijo la senadora laborista Marie Sherlock en la emisora RTE. "El pueblo ha hablado. Ha hecho oír su voz. Las propuestas del Gobierno han fracasado", señaló la líder del Sinn Fein, Mary Lou McDonald, partidaria del sí, al tiempo que acusó al Ejecutivo de no haber consultado lo suficiente antes de proponer la reforma. El primer ministro, Leo Varadkar, reconoció que "nos costó convencer a la gente de la necesidad de un referéndum, además de los detalles de la redacción", refiriéndose a un "rechazo general", con "una participación respetable".
Para entender mejor esta votación, que barrió las certezas de muchos irlandeses, Mediapart ha entrevistado a Agnès Maillot, profesora de estudios interculturales en la Universidad de Dublín y autora de varios libros, entre ellos Les Irlandais (edic. Ateliers Henry Dougier) e IRA: les républicains irlandais (edic. Presses universitaires de Caen).
Mediapart: Los encuestadores, los comentaristas y muchos políticos estaban seguros de que ganaría el sí y que la Constitución irlandesa se modificaría para ser más inclusiva y menos misógina. Sin embargo, la mayoría de los votantes ha rechazado esos cambios, un 67% para la primera enmienda y un 74% para la segunda. En su opinión, ¿qué explica este desfase entre las certezas de los políticos y la elección de los votantes?
Agnes Maillot: Hay que matizar estas cifras. Ha ido a votar muy poca gente porque muchos pensaban que ganaría el sí. Además, no ha habido una campaña fuerte para animar a la gente a ir a votar. Ha habido una participación récord, en el mal sentido de la palabra. Recuerdo que mucha gente, sobre todo jóvenes, se movilizó mucho para los referendos sobre el matrimonio para todos y el derecho al aborto. Hubo campañas con carteles, debates en televisión, visitas puerta a puerta y toda una serie de productos de merchandising, bolsas bandolera y camisetas. Toda Irlanda participó. Pero esta vez no ha habido nada. Era tan obvio que se iba a aprobar que no ha sido bien preparado.
En cambio, la campaña por el no ha hecho un trabajo más eficaz. El gobierno se confió demasiado, comunicó mal y no quedó muy claro qué iba a sustituir a las cláusulas existentes.
En cuanto a la votación en sí, algunos votantes entrevistados a la salida consideraron que las palabras estaban mal elegidas, que el propósito de la votación no estaba claro y que por eso votaron no. ¿Estuvo este referéndum suficientemente preparado y explicado por el gobierno que lo llevó a cabo?
No.
Como recordatorio, tenemos una Constitución que data de 1937, que es muy antigua y que fue concebida, en su momento, en una Irlanda ultracatólica, con una enorme influencia de la Iglesia en su redacción. A pesar de las modificaciones introducidas a lo largo de los años, sigue conteniendo cláusulas problemáticas que ya no se corresponden en absoluto con lo que es la Irlanda de hoy.
Pero las cláusulas propuestas por el Gobierno para sustituir a las ya presentes eran muy poco claras.
La cláusula relativa al papel de la mujer en el hogar debía modificarse para que los "cuidados" fueran responsabilidad de toda la familia y dejaran de recaer únicamente en la mujer, la madre. Entendemos la idea, pero hemos tenido un discurso en contra por parte de las asociaciones de personas con discapacidad, que temían que este cambio diera lugar a que el Estado eludir su responsabilidad para pasársela a la familia. Da a las familias una responsabilidad que no necesariamente quieren o tienen los medios para asumir. Sin embargo, ha vuelto a poner sobre la mesa la cuestión de la responsabilidad del Estado respecto a las personas con discapacidad, y eso era necesario.
La segunda enmienda que quería aprobar el Gobierno pretendía que la familia, como pilar de la sociedad, dejara de estar definida únicamente por la pareja casada y se abriera a otros tipos de familia. Proponían reconocer como familia las "relaciones de larga duración". Pero, una vez más, eso es demasiado vago. Han intentado ir más allá del marco heteronormativo de la familia mononuclear, pero han elegido mal las palabras. ¿Qué significa "relaciones de larga duración"? ¿Es una relación entre dos adultos? ¿Dónde encajan las familias monoparentales? El gobierno quería dejar esa apreciación en manos de los tribunales. La intención era buena, pero la aplicación fue mala.
¿Pueden los conservadores, opuestos a la reforma de la Constitución, ver en el "no" una victoria ideológica que aprovechar?
Sin duda lo intentarán. Hay un sector conservador de la población irlandesa que sigue apegado a los principios católicos en la ley, pero es minoritario. No están representados en la política dominante. Pero, como vimos en noviembre de 2023 durante sus manifestaciones, la extrema derecha, aunque marginal y poco representativa de la opinión pública, es muy activa, organizada y se hace oír.
¿Qué consecuencias tendrán los resultados de este referéndum para la credibilidad del actual gobierno, que apoyó el sí, y para las luchas feministas en el país?
Va a ser una píldora muy difícil de tragar para el gobierno. Hay elecciones municipales en junio de 2024. El gobierno actual tiene menos de un año para cambiar las cosas y recuperar algo de credibilidad.
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En cuanto a la lucha feminista, no creo que cambie mucho. Esta cláusula de la Constitución no dice nada sobre la realidad del país. No hemos oído que haya que revisar la Constitución para que las mujeres irlandesas puedan emanciparse, trabajar y luchar por la igualdad en la sociedad. Habría sido mucho más serio y concreto votar no al matrimonio para todos o al derecho al aborto. Dicho esto, tendremos que pensar más seriamente en cómo cambiar esta Constitución. Sigue siendo importante.
Traducción de Miguel López