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El reparto de carteras genera dudas sobre la capacidad de los Verdes para marcar la estrategia climática de Scholz

La ministra de Cultura, Claudia Roth, el canciller, Olaf Scholz, el ministro de Alimentación, Cem Ozdemir, y el ministro de Economía y Clima, Robert Habeck, conversan este miércoles durante la primera reunión del nuevo gobierno alemán.

Thomas Schnee (Mediapart)

Berlín —

Y ahora, ¡a trabajar! Desde el pasado miércoles 8 de diciembre, Alemania tiene un nuevo canciller, el socialdemócrata Olaf Scholz, y un nuevo Gobierno. El Ejecutivo se basa en un acuerdo negociado durante un mes entre los socialdemócratas, los Verdes y los liberales. Un programa y unas medidas que están “a la altura de los retos actuales”, repiten por doquier.

Dado que los retos actuales son climáticos, industriales y sociales al mismo tiempo, la verdadera marca de esta coalición es la prioridad que se da al imperativo ecológico. Con la perspectiva de una tarea titánica: “Pondremos en marcha y concluiremos un programa de emergencia para la protección del clima que incluya todas las leyes y proyectos necesarios para finales de 2022”, anuncia el acuerdo de la coalición.

Sin embargo, aunque las negociaciones se mantuvieran en secreto, se ha dejado sentir alguna que otra voz discordante, sobre todo en relación con las dificultades de los Verdes a la hora de imponer sus exigencias. “El FDP lo bloquea todo y Olaf Scholz no se compromete a nada”, señalaba visiblemente molesto a mediados de noviembre el exministro y negociador de los Verdes, Jürgen Trittin, tras una sesión bastante brutal sobre el desarrollo de la energía eólica.

La estrategia de los liberales para garantizar la financiación fue sencilla y eficaz, según un equipo de periodistas de Der Spiegel que siguió las negociaciones. Cada vez que los Verdes exigían ese cargo, los liberales contraatacaban pidiendo a cambio las carteras de Economía y Energía. Un trueque evidentemente impensable para los Verdes, que se rindieron rápidamente.

“Lo que me horroriza a mí y a muchos miembros y activistas de los Verdes, desde el norte hasta el sur del país, es que los ecologistas llevan años luchando por un cambio de rumbo en materia de movilidad, mientras que el FDP ha luchado masivamente en contra. Y ahora este partido va a hacerse con la cartera de Transportes”, dice Monika Herrmann, alcaldesa ecologista del distrito berlinés de Friedrichshain-Kreuzberg, un histórico bastión verde.

En cuanto al transporte, el negociador jefe Robert Habeck no se mostró muy comunicativo. Habló de los ministerios obtenidos a cambio, Agricultura o Medio Ambiente. También se aseguró de que el próximo comisario europeo alemán que se nombre será un ecologista. Y no es baladí.

Parece que el FDP, como buen lobbista, y el SPD, que también representa los intereses de los poderosos sindicatos del sector del automóvil (IG Metall e IG BCE), prefirieron no renunciar al Ministerio de Transporte. Esa cartera también asumirá algunas de las actividades relativas al desarrollo de infraestructuras digitales que antes estaban integradas en el Ministerio de Economía.

¿Un desastre? El eurodiputado verde Sven Giegold no lo cree así. Cofundador de Attac Deutschland, el experto en finanzas públicas vuelve a Berlín. Acaba de ser nombrado secretario de Estado en el superministerio de Economía y Protección del Clima, que dirigirá el vicecanciller verde, Robert Habeck.

“Sí, no conseguimos Hacienda y realmente lamento que no hayamos logrado Transportes. Pero no se puede tener todo. Sólo obtuvimos el 14,5% de los votos”, explicó el martes durante un webinar. “En una coalición, cada partido debe ser capaz de imponer elementos clave de su programa. Los liberales han reclamado Hacienda desde el principio. A cambio, tenemos un ministerio más y dirigiremos un conjunto absolutamente coherente”.

Además de los sectores de la industria, la energía y el clima, los ecologistas han obtenido las carteras de Agricultura, Medio Ambiente y Protección del Consumidor, Familia y Asuntos Exteriores: “Robert Habeck tendrá en sus manos todos los hilos que nos permitan actuar en la transición energética y negociar tanto en Alemania como en Europa. También tenemos ministerios que nos permiten extender la transición ecológica en la sociedad e influir en el consumo”, analiza Sven Giegold.

“La financiación del programa verde no es un problema real”, asegura el profesor Niklas Höhne, director del NewClimate Institute (Colonia). El Ministerio de Economía y de Transición Energética podrá utilizar recursos y organismos como el KfW, el banco público de inversiones, o el fondo de transición energética, capaces de liberar decenas de miles de millones de euros y estimular la inversión privada.

“El problema del actual acuerdo de coalición desde el punto de vista ecológico es que Alemania nunca ha tenido un programa ecológico de este tipo, pero si nos alineamos con el objetivo de mantener el aumento de la temperatura media del planeta en 1,5ºC, no es seguro que sea suficiente”, explica Niklas Höhne.

En su opinión, muchos de los nuevos objetivos negociados son bastante satisfactorios. Por ejemplo, la producción de electricidad renovable pasará del 65% al 80% del total en 2030, se eliminará el carbón en 2030, se duplicará la superficie de terreno destinada a la energía eólica (2% del país), se producirán 15 millones de coches eléctricos en 2035, etc.

En el futuro, los ministerios también tendrán que someter todos los nuevos proyectos a una prueba de impacto climático. Esto determinará su viabilidad.

Grandes debilidades

También hay medidas más sociales que el experto considera positivas. Por ejemplo, la financiación de las energías renovables, que se repercutirá en el impuesto sobre la renta en 2023 y no sobre el precio de la energía. A eso hay que añadir la introducción de la ayuda climática (Klimageld) para ayudar a los hogares desfavorecidos a hacer frente al aumento de los precios de la energía.

Sin embargo, el acuerdo de coalición tiene importantes puntos débiles. El hecho de que no establezca claramente lo que significa el cumplimiento del objetivo de 1,5°C en términos de reducción de emisiones. O en el tema del transporte. Es cierto que la cuota del ferrocarril en el transporte de mercancías y de pasajeros debe aumentar un 25% y un 50% respectivamente de aquí a 2030, “el texto no dice nada sobre cómo hacerlo ni sobre los volúmenes de inversión necesarios”, lamenta Niklas Höhne.

De hecho, detrás de muchos puntos y frases hay pequeños desacuerdos e incertidumbres. Por ejemplo, las tres formaciones están de acuerdo en el desarrollo del sector de producción de hidrógeno. Sin embargo, el texto promete primero desarrollar esta tecnología en todas las direcciones, sólo para explicar en la siguiente frase que debe limitarse a los sectores en los que no se puede utilizar una fuente directa de electricidad.

“En este punto, podemos ver que probablemente se ha sumado un negociador de los Verdes al del FDP. Pero hay una contradicción que tendrá que resolverse más adelante”, afirma el profesor Höhne, para quien el éxito del proyecto ecológico alemán dependerá sobre todo del resultado de las numerosas negociaciones que se avecinan y de la rapidez de su aplicación.

A fin de cuentas, “ningún partido de la coalición podrá decir que no ha tenido nada que ver con el programa de protección del clima del Gobierno”, afirma Sven Giegold, que cree en un cierto grado de responsabilidad y cohesión gubernamental.

Menos confiados, los jóvenes activistas de Fridays for Future están en alerta, conscientes de que probablemente tengan que volver a salir a las calles pronto. “El Gobierno debe cumplir sus compromisos. Por nuestra parte, hemos visto que la presión de la sociedad funciona. Hemos luchado por cosas inimaginables, como una posible salida del carbón para 2030. Así que sí, los próximos años serán difíciles. Pero después de todo lo que hemos conseguido, ¿qué podría detenernos?”, declara Luisa Neubauer, la figura del movimiento de huelga climática en Alemania.

Traducción: Mariola Moreno

Leer el texto en francés:

 

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