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La senadora Elizabeth Warren, figura clave en las primarias demócratas de EEUU
En el supermartes, Clara Varner, californiana con la que hablamos en Fresno, votó a Elizabeth Warren. A esta responsable local de las juventudes demócratas de EEUU le gusta Sanders. Incluso se encuentra próxima, ideológicamente hablando, del senador socialista. Sin embargo, considera que Estados Unidos no está preparado para un cambio tan grande. “Todavía no...”. Sin embargo, sí cree que “es hora de tener una mujer presidenta”.
Los partidarios de Elizabeth Warren han pronunciado a menudo esa frase. En la Norteamérica de Trump, la derrota de Hillary Clinton, la primera mujer que llegó a aspirar a la Presidencia, sigue siendo un trauma. Las mujeres, tanto radicales como liberales, han allanado el camino en los últimos tres años, constituyendo las fuerzas motrices del despertar militante y de las bases demócratas.
Sin embargo, Elizabeth Warren, de 70 años, no va a ser la primera mujer que presida Estados Unidos. El pasado jueves 5 de marzo, tras los malos resultados obtenidos, en especial en la jornada del supermartes, la senadora de Massachussets anunciaba su retirada de la carrera demócrata a la Casa Blanca. Su candidatura, anunciada el 31 de diciembre de 2018, había logrado una buena cobertura mediática. Pero falló en la prueba más importante, la de las urnas.
Atrapada entre los centristas, que ahora apoyan al exvicepresidente Joe Biden, y Bernie Sanders, Warren no lograba vencer en ninguno de los 18 estados que han votado desde principios de febrero. En cada uno de ellos se quedaba muy lejos de salir victoriosa.
Con esta retirada, la última de una serie de abandonos (cinco candidatos han anunciado su retirada en los últimos seis días), las primarias demócratas se parecen a uno de esos episodios de los TeleñecosTeleñecos, donde dos ancianos, Slatler y Waldorf, discuten en un palco del teatro.
Bernie Sanders, de 78 años, viene siendo reelegido desde 1981 (fue alcalde, ocupó un escaño en la Cámara de Representantes y ahora es senador). Joe Biden, de 77 años, fue senador desde 1973 hasta 2008, cuando se convirtió en vicepresidente de Barack Obama.
Los dos hombres, nacidos durante la Segunda Guerra Mundial, terminaron por imponerse a un buen puñado de hombres blancos, así como a cinco mujeres (una mujer jamaicana-india, dos negras, una hispana y una lesbiana). Uno de ellos se medirá en las urnas con Donald Trump, de 73 años, el 3 de noviembre. Junto con el dúo Biden-Sanders, la hawaiana Tulsi Gabbard todavía sigue en la carrera, pero no tiene ninguna posibilidad.
El anuncio de la retirada de Warren no ha supuesto ninguna sorpresa. Tras los decepcionantes resultados iniciales de Iowa y New Hampshire, los primeros estados en votar, Elizabeth Warren replanteó su candidatura definiéndose como la candidata para la futura “unidad” del partido: un nombre en el que unos y otros podrían haber estado de acuerdo.
Los pobres resultados de Warren en el supermartes terminaron echando por tierra este argumento, ya que no obtuvo suficientes delegados como para lograr ser clave en caso de que ninguno de los candidatos se hubiese impuesto claramente.
En un momento dramático, en el que Joe Biden ha resucitado su campaña después de pasar de ser un outsider a un favorito en cuestión de días, y Bernie Sanders tiene que idear una nueva estrategia para ampliar su base electoral, Elizabeth Warren ha decidido no posicionarse. De momento. A día de hoy, se niega a decir a quién apoyará. O incluso si tiene la intención de apoyar a uno de los dos candidatos. “Quiero darme un tiempo para pensarlo”, ha asegurado.
Warren sabe que su decisión puede cambiar definitivamente la cara de las primarias. Apoyar a Joe Biden significaría apuntillar la candidatura de Bernie Sanders.
Por el contrario, dados los resultados hasta la fecha (entre el 5 y el 21% de los votos y, con frecuencia en torno al 10-15%), una alianza con Sanders podría reavivar el suspenso: 38 estados, distritos y territorios todavía tienen que votar hasta el 6 de junio. Aunque Biden ganó en 10 de los 14 estados en el supermartes, todavía tiene una modesta ventaja en el número de delegados que deben votar en la Convención Demócrata en Milwaukee, Wisconsin, donde se nombrará al rival de Trump en julio.
El apoyo a Joe Biden, partidario de la guerra en Irak, la encarnación del demócrata medio, coautor de la Ley sobre el crimen de 1994 que fue responsable del encarcelamiento masivo de negros, sería probablemente difícil de explicar a algunos de sus partidarios, así como a su militancia.
Ideológicamente, la senadora, una exprofesora de Harvard que apuntó después de la crisis financiera de 2008 a la responsabilidad de los bancos en la quiebra de cientos de miles de hogares, está más cerca de Sanders. Defiende un capitalismo regulado (cuando Sanders se define como “socialista”), desafía la agenda neoliberal propugnada durante 30 años por los demócratas, fue la primera en proponer un impuesto a los multimillonarios y tiene una agenda social ambiciosa.
La mujer que creó una oficina de protección al consumidor bajo el mandato de Obama, en contra de la voluntad de algunas de las principales figuras de la administración, entró en la política atacando a la industria financiera, cuyos intereses fueron transmitidos por Joe Biden, senador (desde hace mucho tiempo) por Delaware, uno de los principales paraísos fiscales de Estados Unidos.
“Nombrar a alguien que busque restaurar el mundo anterior a Trump, cuando el statu quo ha dejado por el camino cada vez a más gente durante décadas, es un riesgo para nuestro país y nuestro partido”, decía el lunes 2 de marzo.
Su apoyo a Sanders, sin embargo, no está claro por otras razones. La primera es la unidad del Partido Demócrata, que Warren valora mucho. Pero Biden ha recabado el apoyo de figuras destacadas del partido en los últimos días.
La segunda es personal. Warren, la gente que trabaja para ella y sus partidarios han sido objeto de los repetidos ataques de los partidarios del senador de Vermont, a menudo de naturaleza sexista. Algunos no le han perdonado que no apoyase a Bernie Sanders contra Hillary Clinton en las primarias de 2016 y la han descrito como una “serpiente” (incluso llegando a emplear el correspondiente emoji en las redes sociales).
Otros le reprochan que permaneciese demasiado tiempo en la carrera a pesar de sus malos resultados y consideran que perjudicó en gran medida el potencial electoral de Sanders contra el “establishment democrático”.
Warren, cuya campaña buscaba rendir homenaje a las mujeres de la clase trabajadora en sus mítines (con reflexiones sobre las injusticias de clase, raza y género), acusó a Sanders de decirle en 2018 que una mujer nunca podría llegar a ser presidenta. Él lo negó; entonces ella le preguntó en directo, en televisión, si la estaba llamando “mentirosa”.
Recientemente, mientras intentaba salvar su candidatura, Warren acusó a Sanders de “chillar” y de tener una triste trayectoria después de cuatro décadas en política.
Si bien sus bases electorales tienen un papel complementario –el electorado de Warren es menos popular, más suburbano–, algunos votantes de Warren pueden verse desanimados por el radicalismo de Sanders. Resulta difícil saber qué porcentaje de voto de Warren puede ir para Sanders.
“Les abrimos las puertas”, llegó a decirles Bernie Sanders a los simpatizantes de Warren el jueves. Y añadió que quiere dejarle a Warren “tiempo y espacio para decidirse”. “Juntos podemos derrotar al presidente más peligroso”, añadió. “Su agenda, por la que dio la batalla en campaña, está más cerca de mis guerras”. Biden la calificó de “la luchadora más implacable para la clase media”.
“Es completamente obvio para mí que Warren es progresista y trabajará para asegurar que tengamos un candidato progresista”, explicaba en The Intercept un portavoz del Working Families Party, una organización que apoyó a Warren frente a Sanders.
En las redes sociales se han multiplicado los mensajes con las etiquetas #BernieWarren y #WarrenToSanders, a menudo acompañados de un logotipo que combina ambos nombres. Muchos activistas de ambas campañas han tuiteado mensajes pidiendo respeto y unidad.
Para Sanders, cuyo discurso es bastante repetitivo, tener a Warren a su lado para recordarle el legado de Joe Biden sería una ventaja.
En apenas unos minutos, durante un debate celebrado a mediados de febrero, la senadora literalmente machacó al exalcalde de la ciudad de Nueva York y multimillonario Michael Bloomberg, recordando sus comentarios sexistas y homófobos hacia sus colaboradoras, así como los procesos de acoso abiertos en su contra. Bloomberg no se ha recuperado.
Pero Warren cuenta con otra alternativa: no apoyar a nadie durante muchos meses. Sanders tiene enormes sectores del Partido Demócrata en contra, esta decisión sería interpretada por los partidarios del senador de Vermont como una traición. El emoji de “serpent” volvería a salir…
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Elizabeth Warren se retira de las primarias tras el fracaso del 'supermartes'
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Traducción: Mariola Moreno
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