La noticia tardó en confirmarse, porque la eliminación de Yahya Sinwar en Rafah, al sur de la ciudad de Gaza, no fue consecuencia de un ataque aéreo contra el artífice del 7 de octubre, sino del ataque de soldados israelíes a miembros de Hamás sin saber que el enemigo jurado de Israel se encontraba entre ellos.
Yahya Sinwar, que en agosto de este año fue nombrado jefe del buró político de Hamás, su órgano supremo de gobierno, en sustitución de Ismaël Haniyeh, asesinado en Teherán el 31 de julio por un misil lanzado supuestamente por Israel, se suma así a la tumba abierta que es Gaza con más de 42.000 palestinos muertos por el ejército israelí en el último año.
El 7 de octubre de 2023, Sinwar se convirtió en la pesadilla del gobierno israelí cuando instigó una operación militar que eludió el radar de unos sistemas de inteligencia y protección que se suponían los mejores del mundo. En el espacio de unas horas, infligió un apocalíptico saldo humano de más de 1.200 muertos, sin precedentes en la historia del Estado hebreo.
En la sociedad israelí, como en gran parte de la palestina, hasta el 7 de octubre prevalecía la idea de que ya no era posible una acción palestina a gran escala, por la desproporción de fuerzas tanto en términos militares como diplomáticos.
El cambio de estrategia de Hamás en octubre de 2023 fue inesperado sobre todo porque Sinwar fue presentado tanto por los responsables de seguridad israelíes como por los de Hamás como un “pragmático” cuando asumió la dirección del movimiento islamista en Gaza en 2017.
Desde que tomó las riendas de Hamás, Sinwar parecía estar desempeñando el papel que los israelíes esperaban extraoficialmente de él: negociar con el inevitable vecino egipcio; subcontratar a la Yihad Islámica –organización más pequeña y con menos recursos militares que Hamás– la mayor parte de los enfrentamientos directos con Israel lanzando regularmente cohetes que son fácilmente interceptados por las defensas israelíes; también controlar un territorio que es calificado ritual y apropiadamente de “prisión al aire libre” y de “olla a presión”, porque la super densa población que allí habita carece de todo: agua potable, alimentos, acceso a la sanidad, por no hablar de perspectivas de salir de allí o de encontrar un futuro.
Misión
Teóricamente, este hombre debería seguir en una prisión israelí, dado que había sido condenado por un tribunal israelí a cadena perpetua en 1988. Pero Sinwar fue liberado en 2011 en el marco de un intercambio de “rehenes por prisioneros” organizado por su hermano, Mohammed Sinwar, que sigue siendo el último alto dirigente de Hamás en Gaza cuya muerte no ha sido anunciada oficialmente tras las sucesivas eliminaciones de Marwan Issa, Mohammed Deif y ahora Yahya Sinwar. En aquel momento, Israel aceptó liberar al menos mil prisioneros palestinos para recuperar con vida al soldado franco-israelí Gilad Shalit, capturado por un comando en 2006.
Pero en un largo artículo publicado en el verano de 2021, el diario Haaretz citaba a varias fuentes militares anónimas que señalaban cambios en su carácter, algunos relacionados con el hecho de que le había costado mucho ser nombrado de nuevo jefe de Hamás en Gaza durante las elecciones internas del partido islamista en marzo de 2021.
Frente a la candidatura de Nizar Awadallah, considerado un defensor radical de la guerra total contra Israel, Sinwar habría radicalizado sus planteamientos y asumido las críticas que, a pesar de sus proclamas, le acusaban de haber abandonado la opción militar y contentarse con gestionar Gaza con el dinero de Qatar y de la ayuda internacional.
Según una de las fuentes de los servicios de seguridad citadas en el artículo de Haaretz, Sinwar ya no se consideraba un simple dirigente de un partido palestino, sino que “se comportaba como si tuviera la misión, encomendada por Dios, de proteger Jerusalén y Al-Aqsa”. Una misión que ha infligido a Israel una de las peores tragedias de su historia y ha sumido a Gaza en una inconmensurable carnicería.
En abril de 2022, durante una de sus escasas apariciones públicas y tras una oleada de atentados que dejó varios israelíes muertos, Sinwar declaró: “Tendréis que prepararos para una gran batalla si Israel no deja de atacar la mezquita de Al-Aqsa”. Para Hamás, la operación del 7 de octubre se denominó “Diluvio de Al-Aqsa”.
En mayo de 2021 apareció en todas las redes sociales palestinas una imagen en la que se veía a Yahya Sinwar sonriente, con la camisa planchada, los pantalones negros y la barba blanca pulcramente recortada, sentado en un sillón entre los escombros de su casa destruida por el ejército israelí durante la anterior guerra de Gaza.
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Ahora, la foto que circula por redes sociales muestra a un hombre con uniforme militar, el brazo cruzado sobre el pecho, un reloj en la muñeca, una kuffiya en la cabeza y un gran agujero en la frente.
La cuestión ahora es si la eliminación del arquitecto del 7 de octubre, unida a la de la gran mayoría de los dirigentes de Hamás en Gaza, habiendo cumplido uno de los objetivos de guerra anunciados por Netanyahu al comienzo de la guerra en Gaza, puede cambiar el curso de la guerra, en particular reavivando la posibilidad de un alto el fuego a cambio de los últimos rehenes israelíes en Gaza.
Traducción de Miguel López
La noticia tardó en confirmarse, porque la eliminación de Yahya Sinwar en Rafah, al sur de la ciudad de Gaza, no fue consecuencia de un ataque aéreo contra el artífice del 7 de octubre, sino del ataque de soldados israelíes a miembros de Hamás sin saber que el enemigo jurado de Israel se encontraba entre ellos.