La carne de pitón, un aliado inesperado en la lucha contra el cambio climático
La búsqueda del alimento del futuro continúa. Tras la fiebre que levantaron las granjas de insectos, un grupo de investigadores ha puesto ahora el foco sobre la carne de pitón, más atractiva que un gusano o un grillo y que servida en un plato se puede confundir con la carne de pollo, aunque es bastante más dura y requiere mucho tiempo de cocción. El interés que levanta esta serpiente radica en que su cría es extremadamente eficiente porque crece muy rápido con poca alimentación, por lo que el impacto climático de este animal es incluso inferior a la cría de grillos. Comparado con la producción de carne de vaca, es 10 veces más eficiente.
"El ratio de conversión entre alimentación y proteína obtenida, las pitones superan a todas las especies agrícolas mayoritarias estudiadas hasta la fecha, lo que sugiere que su cría puede ofrecer una respuesta flexible y eficaz a la inseguridad alimentaria mundial", describen los autores de La cría de pitones como método flexible y eficiente de seguridad alimentaria agrícola, publicado este jueves en la revista Nature. El estudio está dirigido por Daniel Natusch, de la Universidad de Macquarie, en Sídney.
Natusch explica a infoLibre que, en su opinión, la carne de pitón tiene más futuro que el consumo de insectos o la carne sintética, dos alimentos sobre los que se ha escrito ríos de tinta que en los últimos años. "Los insectos tendrán su lugar, pero su textura y naturaleza los hacen menos versátiles para cocinar y menos atractivos para las personas. La carne sintética requiere grandes cantidades de recursos para su producción y un alto nivel tecnológico, y está monopolizada por grandes empresas que tienen la capacidad de producirla. Sin embargo, producir pitones es fácil y muy sostenible, por lo que está más al alcance del ciudadano de a pie", afirma el herpetólogo. Añade que él mismo ha probado en muchas ocasiones la carne de pitón: "Sabe como el pollo. La he comido a la barbacoa, como satay [en forma de brochetas], con curry, y como carne cruda secada. Como cualquier carne, hay que prepararla bien, pero está buenísima".
Su equipo científico estudió durante un año la cría de 58 pitones de dos especies de gran tamaño, la malayopython reticulatus y la python bivittatus, en granjas de Tailandia y Vietnam. Allí observaron que su tasa de engorde era muy rápida, con hasta 42 gramos al día para un animal que llega a pesar 100 kilos, y en apenas un año ya miden entre 1,5 y dos metros de largo, y pueden llegar hasta los tres. Por cada 4,1 gramos de alimento consumido por el animal, produce 1 gramo de carne aprovechable en el matadero, y el 82% de su peso es aprovechable, incluyendo carne, piel, grasa y vesícula. La pitón también es muy resistente a la hambruna, y bajo un ayuno de más de cuatro meses solo perdieron el 0,0004% de su masa corporal al día.
Para poner en contexto estas cifras, el estudio los ratios de crecimiento de las pitones con los principales animales de granja, y gana a todas las especies. La división entre la cantidad de alimento consumido entre la masa corporal desarrollada por el animal arroja que la pitón es 10 veces más eficiente que la vaca, 6 veces más que el cerdo y 2,3 veces más que el pollo. Supera incluso a otros animales de sangre fría: es el doble de eficiente que la cría de grillos y ligeramente más que el salmón. "Esto se debe a la sinergia entre su sangre fría, su comportamiento sésil, su eficiencia digestiva y la economía de su cuerpo serpentino, donde la ausencia de patas o alas permite que haya más carne comestible", dice el informe.
Los autores hacen un breve repaso histórico de la ganadería y recuerdan que hasta el siglo pasado siempre ha predominado la cría de animales de sangre caliente debido a la abundancia de recursos y la estabilidad social. "Pero esos parámetros ya no son la norma y los recursos limitados y el cambio climático están cambiando rápidamente nuestros sistemas alimentarios. Muchos sistemas ganaderos convencionales no satisfacen los criterios de sostenibilidad y/o resiliencia, y urge explorar alternativas", se lee en el estudio. En este contexto, defienden que los animales de sangre fría tienen una eficiencia energética un 90% superior a los de sangre caliente, y esta ventaja se traduce en una mayor eficiencia productiva.
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La ganadería intensiva de vacuno o cerdo tiene un impacto climático enorme. En la Unión Europea el sector primario es responsable del 11% de la contaminación del continente, y globalmente, solo las vacas emiten cada año más de 100 millones de toneladas de metano, un gas que a corto plazo tiene 100 veces más impacto que el CO₂ en el calentamiento global. Estas cifras animan a buscar alternativas a la ganadería tradicional y una opción son las serpientes, de las que se comen más de 50 especies, principalmente en China y en Vietnam. Las más consumidas en el mundo son la cobra de monóculo, la cobra china y la serpiente rata oriental, aunque la pitón es la que más se cría en el mundo por el interés sobre su piel.
Otro punto que destacan los expertos es que su resistencia a la hambruna no tiene impacto en el crecimiento del animal, y tan pronto como se vuelve a alimentar a la pitón, aumenta su tamaño. Esto permite a las granjas regular la alimentación y solo suministrarla cuando la proteína utilizada —normalmente restos de otros animales como el pollo o roedores— es más barata, haciendo la explotación más rentable. También permite que en un panorama de cambio climático y problemas en las cosechas, los animales puedan sobrevivir durante meses a la falta de pienso. "Nuestro estudio confirma trabajos anteriores que afirman que es posible criar pitones biológica y económicamente para su uso comercial", confirman los investigadores.
Por último, los autores destacan el bajo impacto ambiental de la cría de serpientes. Su elevada conversión de alimento en volumen corporal hace que produzcan muy pocas heces. "Por lo tanto, las granjas de pitones producen menos gases de efecto invernadero (CO₂, metano y óxido nitroso) que en la cría de animales de sangre caliente", dice el estudio. El punto débil que destacan los autores es que las pitones tienen que alimentarse de forma individual para evitar luchas entre animales, y contratar esa mano de obra encarece la producción, aunque solo reciben comida una vez a la semana.