La concentración de tierras, la caída del empleo y el envejecimiento castigan al campo español

Dos agricultores recogen los frutos, a 20 de julio de 2023, en Alcázar de San Juan, Ciudad Real, Castilla-La Mancha (España).

Los problemas que reivindican los agricultores estos días no son nuevos para el sector. Las famosas "guerras" de los años 70 que libraron agricultores y ganaderos en muchas provincias buscaban un precio justo para los pimientos o la leche, como piden hoy en las tractoradas. Lo que sí ha cambiado mucho en los últimos 40 años es la estructura del campo, con menos empleo, parcelas más caras que fomentan la concentración y unos trabajadores envejecidos.

El último censo agrario publicado en 2020 muestra que el número de explotaciones dedicadas a la agricultura en España se ha desplomado en las últimas cuatro décadas. En 1982 se contaron 2,4 millones, en 1999 hubo 1,76 millones, y en 2020 quedaban 915.000. Paralelamente ha aumentado el tamaño medio de las fincas, de las 20,73 hectáreas en 1999 hasta las 26,4 en 2020, una subida de casi el 30% en dos décadas. En todo caso, el tamaño medio de las granjas españolas está muy por debajo de otros países como Francia (70 hectáreas de media) o Alemania (63), aunque son mucho más grandes que las italianas (11).

Mayor incluso ha sido la concentración en la ganadería. Entre 2009 y 2020 el número de granjas animales en España cayó un 41% hasta las 237.000. Sin embargo, el número de unidades ganaderas creció un 13,6%. Es decir, más animales en muchas menos explotaciones.

La concentración agrícola es una de las quejas que tienen estos días los agricultores que han tomado las calles. La hectárea de tierra se encarece por la inflación, igual que sube el coste de la maquinaria, las semillas o los fertilizantes, y esto provoca que cada vez sea más difícil comprar parcelas para la población rural. Los agricultores señalan que las nuevas generaciones no pueden permitirse invertir en el negocio, sino que es la industria alimentaria y los fondos de inversión los que compran las parcelas más fértiles.

Regino Coca, fundador de Cocampo, una empresa de compra venta de fincas rústicas, explica que en este momento una hectárea media con permiso de riego —las que tienen valor a futuro debido a la sequía— cuesta entre 25.000 y 35.000 euros. "Si un agricultor tiene que tener al menos 50 hectáreas para ser competitivo, necesita 1,5 millones de euros para empezar a trabajar, y eso no es accesible para un chaval que quiera dedicarse a la agricultura", explica el profesional.

Esa inversión es solo para comprar la llamada tierra blanca, un terreno vacío, y a eso hay que sumar la maquinaria, las semillas, los fertilizantes, etc. Según Tinsa, la principal tasadora de tierras agrícolas del país, el valor de una hectárea media de cítricos (con el árbol ya desarrollado) cuesta entre 50.000 y 70.000 euros, y la de hortalizas 75.000 euros (al aire libre) y más de 160.000 euros (en invernaderos).

En todo caso, Regino Coca cree que el proceso de concentración en el campo español es lento y que el sector primario está lejos de ser engullido por los grandes. El 94% de los titulares de tierras agrícolas son particulares, mientras que solo hay unas 60.000 granjas en manos de empresas en España, un número que apenas ha variado en la última década. El equilibrio, según Coca, está en que los dueños agrícolas son muy mayores, y cada vez que una finca se da en herencia, el terreno se reparte. "Hay dos fuerzas que chocan entre sí: el envejecimiento fragmenta la tierra mientras los fondos tratan de concentrarla", afirma.

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El aterrizaje de las firmas inversoras y la concentración parcelaria también están relacionados con la rentabilidad del campo, un sector que no suele dar grandes beneficios, pero sí regulares, un valor refugio. Según Tinsa, el rendimiento medio del campo en 2022 fue de entre el 4% y el 11% en España, siendo las hortalizas el cultivo que ofrece la mayor rentabilidad, seguidas de los cultivos de invernadero, los cítricos y los frutales. En comparación, la rentabilidad por dividendos del IBEX35 en 2023 fue del 4,1% y la del bono español a 10 años está entre el 3% y el 4%.

Agricultores y ganaderos recalcan también que el aterrizaje de fondos o grandes empresas industriales en las tierras suele ir acompañado de una inversión millonaria en tecnología para aumentar la eficiencia de la granja y sustituir empleos por máquinas. El número de trabajadores agrícolas cae en picado desde hace dos décadas en España: si en 2001 el sector primario suponía el 6% de los empleos en España, en 2023 representó el 3%. Según el censo agrario del INE, si en 1999 se contaron 1,16 millones de unidades de trabajo —el equivalente en la agricultura a un trabajador a jornada completa—, en 2020 fueron 0,89 millones, un 23% menos.

Las dificultades económicas también suponen un problema para el relevo generacional, donde el problema es de sobra conocido. El 41,3% de los agricultores y ganaderos en España tiene más de 65 años, y solo el 4% tiene menos de 35 años. El problema también es de género. 7 de cada 10 propietarios de tierras son hombres.

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