Javier Andaluz: "Emiratos nos distrae con un acuerdo sobre las renovables para no poner fin al petróleo"
Javier Andaluz (38 años, Barco de Ávila) es el representante de la organización Ecologistas en Acción en la cumbre del clima de Dubái, donde estos días presiona junto a decenas de otros activistas para que la COP28 cierre con un acuerdo a la altura de la emergencia climática. Andaluz es licenciado en Ciencias Ambientales y experto en Derechos Humanos, y ha acudido a las últimas ocho cumbres climáticas de la ONU, aunque cree que la de Emiratos está siendo especialmente tensa por la apabullante presencia de lobistas del petróleo. Según explica, el impacto de estos empresarios es más evidente que nunca, mientras que las organizaciones civiles se sienten completamente apartadas de la cumbre.
¿Cómo ha acogido un país como Emiratos Árabes, uno de los grandes exportadores de petróleo, a los activistas climáticos?
Es evidente a quién se le está dando más voz y a quién menos, y es a las empresas por encima de las organizaciones civiles. De hecho, en esta cumbre las ONG no están teniendo el espacio que merecen ni están siendo respetadas. Este fin de semana hicimos una acción en solidaridad con Palestina y el espacio que ocupamos y en el que íbamos a hacer más reivindicaciones apareció levantado y en obras al día siguiente. No sabemos muy bien las razones, pero este es el juego al que tenemos que enfrentarnos aquí.
Otra cosa que nos parece especialmente grave es que cuando vino el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, no hizo un evento con las organizaciones de la sociedad civil, o con países del Sur Global. Lo que hizo es un gran evento con CEPSA y con Maersk, una de las mayores navieras, para promocionar un proyecto de hidrógeno verde que a todas luces está sobredimensionado y que es precisamente un ejemplo de por qué no podremos usar el hidrógeno verde para otros usos.
Siempre ha habido lobistas en la cumbre, pero antes no tenían acceso ni capacidad para un lavado verde
Este martes hemos conocido que ha habido un récord de lobistas de las energéticas en la COP. ¿Sentís a esos grupos de presión en el día a día?
De hecho, los organizadores han sido tan descarados que les han dado espacios y estands, por no hablar del dinero que ponen estas compañías para patrocinar desplazamientos, regalos, ponentes... todo para hacer un lavado de imagen. España, por ejemplo, va a dar voz en su pabellón a Iberdrola –a través del Grupo de Crecimiento Verde– para aportar soluciones al cambio climático, cuando estas empresas son precisamente las responsables de él. Siempre ha habido lobistas en la cumbre, pero antes no tenían tanto acceso ni capacidad para hacer estos grandes eventos que solo son un lavado verde.
¿A qué te refieres con que han dado espacios a las energéticas en la cumbre?
En la COP hay una parte de feria, como podría ser Fitur en España, donde se les da espacio a los nucleares, a los del gas, al petróleo... Por ejemplo, hemos visto a la Gas Alliance, los grandes productores de gas camuflados en una organización, tener un estand en la COP con la excusa de que se están descarbonizando, pero la realidad es que no son capaces de asumir lo que tienen que hacer porque va contra su modelo de negocio.
Las empresas petroleras o energéticas no vienen de cara con su nombre. En el caso de España, no veremos carteles de Repsol o de Iberdrola, sino un espacio patrocinado por empresas renovables, pero es que estas empresas también están en el negocio del gas o del petróleo. No dicen que son Exxon, TotalEnergies, Naturgy... sino que son un panel de expertos que envuelven con un nombre bonito.
El caso español es el Grupo de Crecimiento Verde, que son las empresas energéticas históricas del país. Ojalá se reconviertan, pero no es su voz la que tiene que ser escuchada porque lo que vienen a promover son las falsas soluciones, como la nuclear o la captura de carbono. Incluso el hidrógeno verde, que tiene un papel muy pequeño y limitado en la transición energética y que, en vez de usarse para reconvertir procesos industriales, se maximiza en megaproyectos.
Este domingo se publicó que el presidente de la COP ponía en entredicho que haya que acabar con el petróleo para reducir el calentamiento climático, ¿cómo sentaron estas palabras entre los asistentes?
Vemos que a la presidencia se le está cayendo la careta. Los emiratís ven la cumbre como una oportunidad para potenciar su imagen de país y demostrar que son una economía moderna, que están dispuestos a enfrentar la emergencia climática. Durante los meses anteriores a la cumbre hicieron mucho trabajo para que todo saliese bien, pero ya empezamos a ver la realidad de un país que está profundamente enganchado a los combustibles fósiles y que no quiere acabar con ellos.
La presidencia nos está intentando distraer para cambiar el acuerdo del fin a los combustibles fósiles por un compromiso de triplicar las energías renovables y duplicar la eficiencia energética, pero para nosotros es un engaño. Se quieren centrar en esto porque va a generar una enorme rentabilidad a un montón de empresas, pero por mucho que instalemos paneles solares y molinos, si no acabamos con el petróleo no acabaremos con la emergencia climática.
Ya han pasado seis días de cumbre, ¿crees que ha habido algún avance relevante?
Cada país está diciendo lo que quiere conseguir, pero nadie construye un consenso
Bueno, esta primera semana es un poco rara porque no han llegado todavía los equipos de alto nivel y hasta la semana que viene no veremos realmente qué se puede lograr de la cumbre. Los documentos que ha publicado por ahora la presidencia recogen todas las posiciones, pero no van hacia ninguna posición concreta. Cada país dice en los plenarios lo que quiere conseguir, pero nadie está haciendo el esfuerzo de ver cuáles son las ideas predominantes para construir un consenso. El momento de la verdad será la semana que viene, donde veremos si se avanza en las negociaciones, pero lo que nos llega por ahora es que hay más bloqueos de los que los organizadores nos dejan ver, y que se vuelven a distanciar los bloques.
Lo que sí tenemos estos días son muchos compromisos voluntarios. Anuncios de que se van a enfrentar al metano, a reducir las emisiones en la agricultura..., pero nadie obliga a quienes firman estos pactos a ponerlos en práctica. De hecho, es algo que ya hemos visto en las últimas cumbres: muchas alianzas que luego quedan en agua de borrajas porque ningún órgano los supervisa.
¿Cuál es la actitud de los delegados que te cruzas por los pasillos? ¿Hay optimismo por lo que se pueda pactar este año?
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Habitualmente los delegados son optimistas y siempre dicen que están logrando avances... pero todavía es demasiado pronto. Por ahora las organizaciones civiles estamos presionando y nos mostramos reticentes a los anuncios, mientras que el sector de los combustibles fósiles y la nuclear son superoptimistas y se sienten ganadores.
El otro día se pactó triplicar la capacidad global de la energía nuclear y tenemos un montón de lobistas contentísimos de haber colado esta falsa solución en las negociaciones. Mientras que países petroleros se sienten muy a gusto porque la cumbre los protege más que a las organizaciones civiles.
Para nosotros la sensación ahora es de sobrecarga y saturación, con una enorme cantidad de delegados, muchísimos lobistas... Tenemos problemas de acceso a espacios y las a negociaciones, a la vez que muchos políticos se están dedicando a hacer eventos de greenwashing o publicidad política más que en trabajar en los acuerdos.