ODS 1 - Pobreza | Objetivo: Sostenibilidad

La pobreza va más allá de la falta de recursos

Teresa Cavero

El primero de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) aprobados por las Naciones Unidas en septiembre de 2015 pretende erradicar la pobreza en todas sus formas para el año 2030. En pleno siglo XXI, la humanidad sigue con esta ingente tarea pendiente, y se pone como objetivo no sólo reducir la pobreza, sino erradicarla.

Lo cierto es que llevamos décadas trabajando para reducir el número de personas que viven en la pobreza, y para reducir también los niveles de pobreza (lo que se conoce como “profundidad de la pobreza”), y sí, en los últimos 30 años ha habido avances importantísimos a nivel mundial: la pobreza extrema (definida como un nivel de ingresos inferior a 1,9 dólares diarios) se ha reducido a la mitad, de 1.900 millones de personas en 1990, a menos de 800 en la actualidad.

Estos avances se deben, por un lado, al esfuerzo y la coordinación mundial impulsada sobre todo a partir del año 2000 con los Objetivos de Desarrollo del Milenio, y en buena parte también gracias al crecimiento económico de China e India, aunque los resultados podrían haber sido mucho mejores si el reparto del crecimiento económico en este periodo hubiera sido más justo y si se hubiera avanzado también en otros aspectos relacionados con la pobreza de manera menos directa. La disminución de la pobreza se ha producido en todas las regiones del mundo con excepción de África subsahariana, donde a pesar de haber disminuido el porcentaje de personas en situación de pobreza extrema, el número absoluto ha aumentado a consecuencia del crecimiento de la población.

La medición de la pobreza siempre es compleja, entre otros factores porque es un concepto relativo, que depende del nivel de vida medio de la sociedad donde se analiza. Y es más complejo todavía cuando se tiene en cuenta que la pobreza va más allá de la falta de recursos para garantizar una vida digna. El hambre y la malnutrición, la falta de acceso a la educación, la salud y otros servicios básicos, la discriminación y la exclusión social, la falta de participación en la toma de decisiones, el expolio de los recursos naturales que son vitales para millones de personas, o sufrir los impactos del cambio climático son todas ellas distintas formas de pobreza. Como dice Martín Caparrós en su libro El Hambre: “… la pobreza más cruel, la más extrema, es la que te roba también la posibilidad de pensarte distinto. La que te deja sin horizontes, sin siquiera deseos: condenado a los mismo inevitable.”

Por ello, el conjunto de los 17 ODS pretenden no solo poner fin a la pobreza, sino también luchar contra la desigualdad y la injusticia, garantizar los derechos humanos, hacer frente al cambio climático y preservar los recursos del planeta de aquí al año 2030. Una agenda más ambiciosa y completa que la de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que dice comprometerse a no dejar a nadie atrás y que debería dotarse de mecanismos de implementación, seguimiento y penalizaciones por incumplimiento si los gobiernos y la comunidad internacional no quieren acabar con la débil credibilidad que les resta.

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La Agenda 2030 incorpora dos elementos novedosos que modifican profundamente la lucha contra la pobreza: es una Agenda que incumbe a todos los países del mundo, y no sólo a los países pobres, y que establece los ejes de sostenibilidad y equidad como pilares básicos. Es una Agenda que, más allá de que se logren o no las 187 metas marcadas alrededor de los 17 ODS, marca una senda de desarrollo que debería reflejarse en las políticas domésticas y exteriores de todos los países.

La Agenda 2030 nos interpela a cada uno de nosotros a tomar conciencia y actuar desde un mismo barco camino del desarrollo sostenible o de un futuro mucho más oscuro. Cada mujer, cada hombre, ancianos, adultos, jóvenes y menores deben involucrarse en la lucha por la justicia social contando con los recursos limitados del planeta que compartimos. Los objetivos son alcanzables, pero requieren un profundo cambio de modelo económico, político y social; y que los gobiernos de todos los países, ricos y pobres, hagan frente a los intereses creados durante las últimas décadas en detrimento de las personas más desfavorecidas. No va a ser posible avanzar en los compromisos sin un esfuerzo coordinado entre la sociedad civil, el sector privado y los gobiernos para repensar un nuevo modelo de desarrollo que garantice el cumplimiento de los derechos humanos y que al mismo tiempo respete los límites de los recursos naturales en todo el mundo. __________________

Teresa Cavero es ingeniero agrónomo, especialista en Desarrollo Internacional.

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