Un verano fuera de la ciudad: así son las prácticas pagadas para universitarios en zonas despobladas
Alexandru Zagorodniuc, de 22 años, buscaba prácticas para su tercer año de ingeniería de sistemas aeroespaciales, y encontró una oferta diferente. En vez de pasar el verano en una oficina de Barcelona, le proponían hacerlo al fresco en Casau, un pueblecito del Val d'Aran, en una empresa recién montada de drones. Pasó allí tres meses, cambió su rutina de ciudad por las rutas por la montaña, y le pagaron por ello. “Los estudiantes tienen que saber que hay oportunidades fuera de la ciudad. Está bien salir para conocer la España rural, y además aprendes a vivir solo y a ser autosuficiente”, cuenta un año después. Además, cuando terminó, la empresa le hizo un contrato a tiempo completo y todavía trabaja en remoto desde Barcelona, a donde regresó para terminar la carrera en la Universidad Politécnica de Cataluña.
El programa Campus Rural, con el que se topó Zagorodniuc, comenzó en el verano de 2022 y en los dos años que ha funcionado se han apuntado unos 1.000 estudiantes de 42 universidades españolas. Este año regresa en junio con más de 700 plazas, aunque el proceso de inscripción tuvo lugar en marzo. Las prácticas curriculares se alargan entre dos y cinco meses —como máximo hasta noviembre—, se realizan en municipios de menos de 5.000 habitantes, el alumno recibe 1.000 euros al mes —el alojamiento no está incluido— y las plazas se disputan en función de la nota media. El presupuesto total del proyecto es este año de 3,2 millones de euros y corre a cargo del Ministerio de Transición Ecológica.
Paco Boya, secretario general de Reto Demográfico, explica que el objetivo de este campus de verano es doble. “Por un lado, queremos acabar con esa imagen de que el medio rural es inhóspito para los jóvenes y. al mismo tiempo, llevar chicos y chicas bien formados a los pueblos para dinamizar la economía”, afirma. Según añade, están desarrollando una segunda etapa del programa que echará a rodar en verano de 2025 enfocada a quienes ya se han graduado y buscan emprender su negocio en zonas rurales. “Algunos de los que han ido estos dos años se han quedado trabajando, pero la mayoría toman nota y regresan a la ciudad para terminar de estudiar. Por eso queremos montar un proyecto postuniversitario donde futuros emprendedores puedan ir a pueblos y reciban allí mentorías y financiación”, explica Boya.
En el programa para universitarios que hay ahora activo hay plazas de todo tipo. En ayuntamientos, en empresas o en asociaciones locales, y están incluidas 1.141 titulaciones. El 61% de los que participaron el año pasado fueron de ciencias sociales y humanidades, y el resto de toda clase de carreras, desde enfermería a ingenierías. Y de media hay bastantes más chicas interesadas, puesto que representan casi el 60% de los que se apuntan, según los datos del Gobierno.
En el caso de Alexandru Zagorodniuc, se alistó por la rama de ingeniería junto con una compañera de universidad, y allí coincidieron con otras dos chicas del mismo programa, una que hacía prácticas en el Ayuntamiento de Casau y otra en el archivo municipal. “Fue un verano lejos del calor y la humedad de Barcelona, incluso nos llovió algunos días. Nos pasábamos las semanas haciendo rutas por la montaña y no eché de menos la ciudad. No soy mucho de salir por la noche y el cine se puede sustituir con Netflix”, recuerda este chico.
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Por el lado de los municipios, el año pasado participaron más de 400 repartidos por todas las comunidades, salvo Baleares, y no hay limitación geográfica, por lo que un alumno de Valencia puede irse a Huelva a hacer las prácticas. Uno de los pueblos disponibles es Aledo, un municipio del interior de Murcia de unos 1.000 habitantes. Su alcalde, Javier Andreo, explica que este es el tercer año que participan y que su experiencia ha sido fantástica. “Estábamos muy preocupados con la despoblación. No es solo una cosa de Soria o Teruel, también la sufrimos en Murcia. Con este proyecto atraemos a jóvenes y les enseñamos que fuera de la ciudad también hay oportunidades profesionales. De hecho, probablemente somos el pueblo que más estudiantes acoge de España, unos 14 o 15 al año”, afirma.
Andreo llegó a la alcaldía en 2019 e insiste en que recuperar población es su principal tarea en el ayuntamiento. Hasta tal punto que están ganando vecinos cada año, al contrario de lo que ocurre en municipios similares. “Era funcionario y prometí no entrar nunca en política, y lo habría cumplido si no fuese por el problema que teníamos de despoblación”, señala. En Aledo ofrecen prácticas para todos los gustos: trabajadores sociales, profesores, biólogos, ingenieros agrónomos, psicólogos o ingenieros de telecomunicaciones, entre otros. Pero no se quedan ahí. Además del programa de becarios, tienen guardería gratuita y una pequeteca abierta por las tardes para promover la natalidad, además de un programa de verano llamado RepoblArte con actividades culturales para atraer visitantes.
Entre los candidatos para hacer prácticas en pueblos este año está Rodrigo López, de 50 años, que estudia trabajo social en la Universidad a Distancia (UNED) desde Villacarrillo, en Jaén. No vive en una gran ciudad, pero aun así quiere un cambio de aires y pasar unos meses en una aldea de Lugo. “Quiero hacer un cambio radical y tengo mucha curiosidad por vivir allí, pero sobre todo me interesa ver cómo es el trabajo social en un ayuntamiento muy pequeño. La gente tendrá unas necesidades y unos problemas diferentes”, señala. No descarta incluso quedarse a vivir porque la UNED facilita la movilidad y puede examinarse en cualquier centro de España.