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Literatura

El drama de los inmigrantes a través de sus personajes

Juan Diego Botto

El actor Juan Diego Botto cita a su admirado Federico García Lorca para ejemplificar las tragedias humanas que se esconden detrás de las asépticas estadísticas sobre los algo más de cinco millones de inmigrantes que viven en España. “Debajo de las multiplicaciones hay una gota de sangre”, decía el poeta granadino en una frase que ha inspirado tanto la obra teatral Un trozo invisible de este mundo, escrita e interpretada por Botto, como el libro Invisibles (Espasa) que acaba de publicar el actor. El impulso para escribir la pieza teatral nació de una llamada hace unos meses desde Buenos Aires que le anunciaba, al fin, un juicio por la desaparición de su padre durante la dictadura argentina (1976-1983) y también surgió de la terrorífica historia de Samba Martine, una inmigrante congoleña que murió a los 34 años, en un centro de acogida de Madrid, víctima de efectos colaterales del sida que podían haber sido evitados con un simple análisis médico.

“Me impresionó mucho la muerte de Samba porque resulta inconcebible que suceda algo así en dependencias del Estado ante la indiferencia de los funcionarios responsables. Era estremecedor ver cómo la madre de esa joven congoleña se abrazaba al ataúd mientras gritaba que ella la había parido y ahora ya no podía abrazarla”. Juan Diego Botto cuenta cómo aquella muerte, unida a sus propios recuerdos como hijo de una exiliada, despertaron en él la voluntad de escribir una obra de teatro sobre la emigración y el desarraigo. “Al principio”, comenta el actor, “pensé en que Samba fuera la protagonista de la pieza, pero después descarté esta opción porque no quería caer en el victimismo sentimental ni en un relato de buenos y malos. Todos tenemos muchos colores y matices; lados buenos y otros oscuros. Así que la historia de Samba acabó integrada en un panorama más amplio”. La obra permaneció cinco semanas en cartel en el Matadero madrileño, a teatro lleno, y ahora se encuentra de gira por otras ciudades.

Hijo del actor argentino Diego Botto, que desapareció y fue asesinado por la dictadura, y de la directora teatral Cristina Rota, el niño Juan Diego abandonó Buenos Aires en 1978, con apenas tres años, camino del exilio en Madrid. Su trayectoria artística en el teatro y en el cine ha estado siempre vinculada al compromiso cívico tanto en su faceta de intérprete como en su vertiente de autor y director. Tras el éxito de la obra, Juan Diego Botto recibió una oferta editorial para transformar la pieza teatral en un ensayo sobre los inmigrantes. “Fue curiosa la propuesta porque debía convertir una obra que es pura ficción, aunque basada en personajes reales, en un libro del género de no ficción. Mi elección fue describir el proceso creativo, tanto emocional como intelectual, que me llevó a escribir la obra”, señala el actor en la sede de la editorial.

Inmigrantes en Madrid como la africana Samba y el latinoamericano Enrique; desempleadas españolas como Manuela, que arremete contra los extranjeros hasta que su propia hija tiene que emigrar a Londres; hijos de desaparecidos en busca de justicia en Argentina; o miembros de ONG desfilan por las páginas del libro y estuvieron en la raíz del proceso teatral. Juan Diego Botto defiende, una y otra vez, la necesidad de ponerse en el lugar del otro para poder comprenderlo, un ejercicio al que están muy acostumbrados los actores. “El actor”, comenta, “busca entender a otra persona para crear un personaje”.

Está preocupado Juan Diego Botto por esa impresión que cala en muchos españoles de que los extranjeros les roban el trabajo

. “Para muchos vecinos de Lavapiés, un barrio que conozco bien”, afirma, “su percepción del problema pasa por su experiencia. Puedes explicar que sus enemigos son los bancos y el sistema capitalista con las inmensas desigualdades que genera. Pero lo que observa gente como Manuela, que está en el paro sin esperanza de empleo, apunta a que el bar que antes era propiedad de Manolo, ahora está en manos de un paquistaní. En un país con cerca de seis millones de parados resulta difícil contrarrestar ese sentimiento xenófobo hasta que la hija de Manuela tiene que emigrar a Londres. Estuve tentado de preguntarle si temía que alguien acusara a su hija de robarle el trabajo a un inglés, pero me pareció inadecuado el comentario”.

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A pesar de que la inmigración en España se convirtiera, ya hace un par de décadas, en uno de los fenómenos sociales más importantes, la cultura no ha prestado excesiva atención al tema. Salvo algunas excepciones, más en el cine que en la literatura o el teatro, los creadores españoles se han ocupado y preocupado poco por los inmigrantes. Juan Diego Botto opina que a diferencia de otros países europeos (Inglaterra, Francia o Alemania), España permaneció más aislada ante las influencias de fuera. “Se trata de un fenómeno relativamente reciente y quizá ahí radique la explicación a la escasa atención por parte de los creadores culturales. Ahora bien, siempre cometemos un error cuando no nos damos cuenta del enriquecimiento que siempre aportan los inmigrantes, el cruce de culturas y de formas de ver el mundo”.

Está convencido Juan Diego Botto de que el acercamiento a lo que supone la inmigración o el exilio debe partir de la razón, pero sobre todo de los sentimientos

. “Construir un mundo mejor no puede disociarse de las emociones. Aunque suene a cursi, el amor hacia los otros nos hace mejores, nos anima a transformar el sistema. Lo individual siempre va unido a lo colectivo”.

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