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Literatura

Los imposibles sustitutos de Constantino Bértolo

El editor Constantino Bértolo.

Ahora mismo, en la editorial Caballo de Troya trabajan dos editores que realmente no lo son: los escritores Elvira Navarro y Alberto OlmosAlberto Olmos. Y lo hacen a la sombra de un tercero, Constantino Bértolo, uno de los profesionales que han marcado la literatura en España en las últimas décadas, y director literario de la casa hasta que decidió jubilarse en 2014. Su partida ha dejado un rastro de huérfanos. No hay un claro sucesor: por el sello de Penguin Random House irán pasando autores convertidos a editores, a uno por año, para abordar la difícil tarea de continuar con una rareza dentro de un gran grupo. Mientras el lector atiende a estas palabras, Navarro le pasa a Olmos el testigo de 12 meses de selección, corrección y dudas, a falta de algunos títulos por presentar. Olmos revisa ya manuscritos para publicar el primero de su serie el próximo enero. Ambos se plantean qué están haciendo ahí.

No son los únicos. La sorpresa fue considerable cuando hace un año Bértolo anunció su jubilación y su salida de este proyecto que ha querido funcionar como una cantera literaria. Entonces, Penguin Random House, propietaria del sello, hizo público que Caballo de Troya pasaría a ser una marca eminentemente digital y sin editor fijo. Cada año, un autor "de la casa" se haría cargo de leer los manuscritos, seleccionar los autores y publicar los títulos. "Me pareció una decisión rara. No sé si esto se ha hecho en alguna parte del mundo. Ahora que está en marcha, es curioso, pero esperaba a un heredero de su perfil, o que Caballo de Troya acabara ahí", dice Olmos en la sede de Penguin en Madrid, a donde se ha acercado para empezar a hojear manuscritos.

"El problema era que no había manera de sustituir a Constantino", dice Navarro.El editor fue el descubridor de autores como Ray Loriga o Marta Sanz, y en la década al frente de Caballo de Troya (cuyo lema reza: "Para  entrar o salir de la ciudad sitiada"), de escritores como Mercedes Cebrián o la propia Elvira Navarro. "Y luego hay un hecho—continúa—, tener un editor como él no sale barato, nosotros sí. Como querían invertir menos en el sello…".

Elvira Navarro no se muerde la lengua. Quizás porque en unos meses dejará de ser la cabeza visible de Caballo de Troya, quizás porque el propio Bértolo ha dejado dicho en un sinfín de entrevistas que las limitaciones del sello que fundó en 2004 y los propios cambios tras su jubilación vienen del mismo sitio: ser el garbanzo negro de la rentabilidad económica en medio de un gran sello. Una de las consecuencias ha sido pasar de una tirada de 1.200 ejemplares (de la que se vendían 800) a una de 500. Habla de nuevo Navarro: "No funciona. Entiendo que se hayan querido ahorrar lo que sea, pero se ha hecho que los libros en papel sean carísimos [18,90 euros el último]. Y el digital [a 3,99 euros] no vende".

Ruptura o continuismo

Navarro (autora de libros como La trabajadora o La ciudad en invierno) dice haber practicado cierto "continuismo" en su labor, que acabará en diciembre con ocho títulos públicados, cinco de ellos de escritores inéditos que comparten "una mirada crítica sobre la realidad" y un carácter "confesional" o "autobiográfico". Entre ellos, Fuera de tiempo (Antonio de Paco), La vida periférica (Roxana Villarreal), o los que verán la luz en otoño, como El comensal (Gabriela Ybarra) o Filtraciones (Marta Caparrós). 

La escritora Elvira Navarro, ‘editora por un año’ del nuevo proyecto de Caballo de Troya

La escritora Elvira Navarro, 'editora por un año' del nuevo proyecto de Caballo de Troya

Aunque aún quedan unos meses y tres presentaciones de su antecesora para que Olmos pase a ser la cabeza visible de la editorial, el escritor (autor de Ejército enemigo y Alabanza, entre otros) barrunta ya su modelo. "Me gustaría hacer un cambio bastante radical. Quiero dejar mi huella", dice mientras comienza a conquistar las oficinas de la calle Luchana empezando por la biblioteca donde se realiza este encuentro con los dos escritores. Tiene claros incluso los temas o estilos que le gustaría tratar, intereses propios que irá cubriendo con distintos autores: "Me gustan los libros intelectuales (algo como Foster Wallace), los libros agresivos, los libros de chicas que hablan descaradamente, los libros muy españoles muy bien escritos… Estoy contactando con gente que hace cada uno de esos tipos".

Uno de los interrogantes a resolver es a qué tipo de autor seleccionar. Olmos ha descartado hasta nuevo aviso a los autores que nunca han sido publicados, el target original del sello: "Es probable que mucha de estas voces nuevas no publiquen nunca más en su vida. A mí me apetece reforzar a los que sí". Navarro ha vivido con cierta amargura rechazar algunos títulos de autores descubiertos por Bértolo que "estaban muy bien": "Me daba pena que lo publicaran en Caballo de Troya... No hay suficientes medios de difusión". También ha descartado "libros menores" que le hacían llegar autores consagrados: "Esto no está para que tú publiques tu nouvelle". "Entre los manuscritos no suele haber obras de arte. Y, si las hubiera, me planteo si no las mandaría mejor a otro sello del grupo", remata.

Otro escollo: la falta de atención de la prensa. "Cuando no se habla de un libro, es como si estuviera muerto", dice la autora. Ambos coinciden en la queja, que extienden más allá del propio sello. No hay, opinan, interés por publicar a nuevos autores españoles, ni por hablar de ellos ni, en última instancia, por leerlos. "Las editoriales que publican a autores españoles están orilladas, y les dan premios a los que se dedican a publicar a Dickens", asegura Olmos. El sello al que representan durante un rato, por ahora, seguirá bregando con la ciudad sitiada. Los dos escritores/editores se despiden y van juntos a la sala de los manuscritos, esa fábrica de caballos de madera en el centro de la misma Troya. 

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