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El Gobierno responderá a la maniobra de Feijóo y Weber contra Ribera "con datos" y "sin caer en el barro"

Demografía

Libros que claman por el desierto

La aldea de El Collado, en la Rioja.

Cuando el Gobierno despertó, sus gobernados habían desaparecido…

Sí, seis comunidades (Aragón, Asturias, Castilla y León, Castilla La Mancha, Extremadura y Galicia) venían pidiendo la implicación del ejecutivo central, el poder legislativo, los municipios y la Unión Europea para trabajar en un problema que consideran estructural.

Sí, los líderes de las autonomías afectadas no dejaban de reclamar que se implantara una estrategia nacional contra el vaciamiento de la España interior.

Pero las suyas parecían (y no pretendo hacer un chiste) voces en el desierto en un país que tiene varias "Siberias" (una comarca sin entidad administrativa en la provincia de Badajoz, otra así motejada en torno a Molina de Aragón) y una Laponia que se extiende por diez provincias, para la que el Instituto Serranía Celtibérica ha elaborado un Proyecto de desarrollo rural, de momento sin éxito.

Por eso, cuando el 17 de enero, el presidente del Gobierno compareció tras la Conferencia de Presidentes y dijo que de todos los acuerdos adoptados quería destacar dos "porque son muy importantes", siendo uno "nuestro modelo de bienestar y de gasto público" y otro el "problema demográfico", algunos pudieron pensar que sus oraciones habían sido atendidas.  "Hoy ya podemos decir —proclamó el presidente de una de las regiones más afectadas— que la cuestión demográfica, que ya era un problema de Estado, ahora se ha asumido como un problema de Estado".

Se hace raro que ningún inquilino de Moncloa se hubiera interesado antes por este problema, a pesar de que los tres últimos proceden de autonomías duramente castigadas: Castilla y León y Galicia. Ellos, como Sergio del Molino, vecino de Zaragoza, podían ver "que la España vacía empieza a 500 metros de tu casa, y percibes el contraste muy bien". Pero a diferencia de Sergio, o de Paco Cerdà cuando fue consciente de que "a dos horas de mi casa, podía haber una vida distinta a la mía y yo no conocerla", no consideraron oportuno moverse para dar testimonio de esos otros mundos que están en éste.

A un paso de casa

De la curiosidad de Sergio surgió La España vacía. Viaje por un país que nunca fue (Turner), libro convertido ya en referencia; resultado del interés de Paco es Los últimos. Voces de la Laponia española (Pepitas de calabaza), nuevo en las librerías.

Del Molino quería no tanto hablar de la España vacía, ni del desequilibrio ni del problema del olvido de la España rural, lo que le preocupaba era "coger esos elementos como punto de partida para echar un vistazo literario al país, un vistazo desde el punto de vista ensayístico y recuperar un poco la tradición ensayística literaria que creo que los escritores españoles han abandonado en algún momento, compartir un puñado de reflexiones sobre cómo convivimos y qué problemas tenemos partiendo de esa rareza en la que me da la impresión que se fijaba poca gente. Nada más".

Cerdà se propuso escuchar y trasladar el testimonio de quienes resisten en un territorio "en el que hay 1.355 municipios con una densidad de menos de 8 habitantes por kilómetro cuadrado", es decir, un área que casi dobla a la de Bélgica y acoge a poco más de 480.000 personas. Saberlo, dice, es impactante "pero más impactante todavía es pisar el terreno, sentir el silencio, la soledad, la desigualdad, la montaña, es decir, esa España que nunca sale".

No han sido los primeros. Sergio del Molino se inserta en una fecunda tradición interrumpida por la Guerra Civil. Alguien le ha preguntado si consideraba su obra noventayochista. "Ni de coña, porque el noventayochismo es un fenómeno nacionalista y mi propósito es radicalmente el contrario", aclara, pero sí la engarza con la tradición humanista, "desde un punto de vista quizá liberal y sin estar ideológicamente muy marcado, porque estamos hablando de toda la tradición anterior, no Ortega y Gasset, pero los que merodean en torno a Ortega que yo creo que son los que marcaron el tono de la reflexión y la mirada hacia el país que quedó interrumpida en el año 36, luego quedó fagocitado por el franquismo y nadie se atrevió a volver a ello".

Paco Cerdà alude a Palabras mayores. Un viaje por la memoria rural, de Emilio Gancedo, pero también a Luis Mateo Díez o Julio Llamazares, además de a periodistas internacionales como Joseph Mitchell, David Remnick o Martín Caparrós, todos ellos grandes cronistas. "Es un buen momento para el periodismo largo, en formato libro, y estas realidades en crudo son incluso más impactantes que en novela".

Pero, voluntariamente o no, han tocado una fibra, quizá llenado un hueco. Se les nota emocionados, y transmiten su emoción.

"Ver un pueblos como Moros, en Zaragoza, que tiene un colegio rural con cuatro alumnos, saber que es su último curso porque dos pasan a secundaria y cierran su colegio rural y se tendrán que marchar en pleno siglo XXI los pequeños en taxi a no sé cuantos kilómetros porque si no no tienen posibilidad de recibir escuela, eso es duro de ver —rememora Cerdà—. A cuatro aldeanos de La Rioja que viven en la aldea de El Collado, sin energía eléctrica, que desafían esa forma de extinción que es el no proporcionar servicios a esos lugares, verlos con ese afán quijotesco de resistencia también es una lección. Oír al prior de Silos reflexionar en torno al silencio, que es la característica fundamental de este territorio, y oír cómo dice que las grandes revoluciones se han fraguado en el silencio, que la falta de silencio nos está deshumanizando, y que el capitalismo está sacando la parte de lobo que las personas llevan dentro y aplacando al cordero que deberíamos alimentar…"

Se les nota asombrados, y transmiten su asombro. "Encontrarme carlismo por todas partes", dice del Molino, "al indagar y al meterme bien en la historia y empaparme ir encontrando un montón de relaciones y encontrarme un montón de cosas carlistas en la España de hoy, que yo pensaba que estaba diseccionando a un muerto y resulta que estaba vivo y me habló».

En cuanto al efecto que su relato pueda tener, Sergio, que lleva meses de ventaja editorial a Paco, admite que no esperaba el eco y las ventas. Menos le sorprendieron (es escritor, pero también se desempeña como periodista) las repercusiones políticas, las llamadas y los comentarios de altos cargos de todas las tendencias. Lamenta, si acaso, que en lugar de utilizarlo como material para a reflexión hayan intentado apropiarse del libro para su discurso. "No veo que más allá del eslogan vindicativo, que es lo de siempre dentro de la política de la España vacía y de los presidente autonómicos, hayan ido a la reflexión de fondo: se vuelve otra vez al resorte de pedir más inversiones, a la retórica del abandono secular y demás… En el libro se apuntan otras líneas que se obvian deliberadamente cuando los políticos hablan de ello. Por ejemplo el fracaso del plan Lider, la forma en la que se han gestionado los fondos Feader, la forma en la que en los últimos 40 años se ha consolidado una estructura neocaciquil, en fin, un montón de cosas de las cuales los políticos de la España vacía tienen parte de culpa, no sólo son pregoneros de su desgracia sino que también han contribuido a que la situación esté como está".

El futuro no es lo que era

Lo sabemos porque Cerdà ha estado allí, en lo que esa España vacía será, puesto que el suyo fue un viaje a la despoblación extrema, a zonas con menos de 1 habitante por km, zonas insertas en un proceso de extinción demográfica.

En ocasiones veo personajes

En ocasiones veo personajes

Anota que a diferencia de la Laponia fetén, la escandinava, la española no está estructurada y "un sitio puede estar despoblado pero si no está desarticulado, es decir, si son pocos pero viven con todos los servicios a mano y con comodidades no es tan grave". "El problema es para los cuatro personajes que quedan ahí dispersos y para las administraciones que han de prestarles servicios", coincide Del Molino, pero "para España en general no tiene por qué ser un problema".

En cuanto a los últimos. "Ellos no han elegido ese tipo de vida, se han dejado llevar por ella, han nacido allí y la tendencia natural de la humanidad en los últimos siglos hasta los años 50 y 60 la gran emigración ha sido vivir donde naces y donde han vivido tus padres y tus abuelos normalmente, o naturalmente", afirma Cerdà. Evidentemente, eso les ha supuesto afrontar "unas dificultades que ellos saben que las administraciones no han querido subsanar o revertir. No es que se sientan abandonados, es que se saben abandonados. Saben que son víctimas de las desigualdades, por favor que nadie se llame a engaño por los tópicos antiguos de boina y botijo, aquí la gente no es tonta, es muy sabia en muchas cosas". Y cita a un interlocutor que le confesó su hartazgo de quienes van a darles lecciones de despoblación y luego se largan, a darles lecciones de cómo deberían hacer las cosas para tener futuro y luego se piran.

Señores presidentes: no son muchos, pero les están observando.

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