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Historia

Marx el científico, Marx el revolucionario

August Diehl como Karl Marx en 'El joven Karl Marx', de Raoul Peck.

Karl Marx, el científico de la historia que desentrañó el funcionamiento del capitalismo, como el mecanismo de un reloj. Karl Marx, el revolucionario que redactó un manual de por qué y cómo rebelarse contra un sistema injusto. Karl Marx, el filósofo que fundó una doctrina política con miles de seguidores que quizás jamás le hayan leído. Karl Marx, el joven burgués que quiso alcanzar una idea un tanto problemática de la vida romántica acercándose a los pobres. Karl Marx, el economista cuya teoría puede ser refutada pero también utilizada por los ideólogos del sistema que critica. Karl Marx, el hombre oscuro acusado de antisemitismo y de someter a su mujer... El 5 de mayo se cumplen 200 años del nacimiento de uno de los intelectuales más contemporáneos del siglo XIX, y el bicentenario reaviva la lucha por su figura. ¿Qué retrato ganará? ¿Y quién lo esboza? Los catálogos editoriales y un reciente biopic estrenado en cines permiten sacar algunas conclusiones.

Las ediciones de las principales obras del prusiano son lo que en el mundo anglosajón se conoce como long seller: obras cuyas ventas son constantes y no obedecen a modas pasajeras. El Manifiesto comunista, firmado junto a Friedrich Engels, se puede encontrar en pequeños sellos como Mandala, Mestas, Apuka o Dharana, pero también en una editorial política de largo recorrido como Akal/Siglo XXI (que ha publicado casi todos sus escritos), además de en Xerais (en gallego) o en Tigre de paper (catalán), y ha sido objeto incluso de una adaptación al manga (La Otra H). De El capital se editan, además del texto completo, resúmenes, compendios y hasta una versión infantil (Els Llums). Pero la celebración de un aniversario, aunque sea más modesto que el que llenó el año pasado las librerías de volúmenes sobre la Revolución rusa, exige novedades. Y, con un autor fallecido cuya obra es de sobra conocida y está disponible, estas se obtienen bien con estudios biográficos sobre el personaje, bien con comentarios a sus textos.

“Estos festejos, por decirlo de alguna forma, provocan la novedad: la industria editorial ve en ellos una ocasión para vender a Marx como cualquier otro libro”. Lo dice Constantino Bértolo, que sabe bien de lo que habla: fue durante años responsable de sellos como Debate o Caballo de Troya, y él mismo se ha encargado de un volumen que compila textos del revolucionario. Su Llamando a las puertas de la revolución (Penguin Clásicos, 2017), que pretende ser una entrada accesible al filósofo a partir de las ideas que el editor considera más políticamente relevantes hoy, ha sido uno de los volúmenes que han centrado el debate en los últimos meses. Junto a él, Karl Marx: ilusión y grandeza (Taurus), una biografía del historiador Gareth Stedman Jones publicada originalmente en 2016 que se centra más en el pensador (al que se refiere como Karl) que en las ideas que puso en marcha. Completa la tríada una película, El joven Karl Marx, del director Raoul Peck, que sigue al pensador durante su encuentro con Engels y el mundo del trabajo al que era ajeno.

Se observa, por tanto, una tendencia: las novedades en torno a Marx parecen interesarse más por sus detalles biográficos que por su pensamiento. Pero lo hacen desde posturas diametralmente opuestas, al menos en las dos novedades citadas. Stedman Jones, que ha escrito largamente sobre lo que considera el fracaso de los marxistas modernos,  dedica su libro a separar la ideología desarrollada por Marx en sus escritos de la doctrina política a la que dio lugar. Peck, por su parte, llega a Marx después de haber sido premiado por su documental I am not your negro, sobre la lucha antirracista del escritor estadounidense James Baldwin, y de su película de ficción sobre Patrice Lumumba, figura del anticolonialismo, presidente de la República Democrática del Congo y asesinado por el régimen de Mobutu. Su filme no pretende cuestionar los planteamientos del filósofo, y tampoco sus consecuencias, sino reflejar el despertar de su conciencia política y las contradicciones de su propia lucha.

No es extraño que Bértolo, militante del Partido Comunista y marxista, encuentre más acertada la segunda obra que la primera. La película de Peck, opina, “ofrece una imagen bastante aproximada de cómo debía de ser Marx, un estudiante al que le gusta la lectura y discutir con sus colegas, lo que se correspondería con un perfil romántico”. El libro de Stedman Jones ofrece un debate más complejo: “Se habla, como en otros libros, del Marx más accesible, con buenos sentimientos y propósitos, y tengo la impresión que del Marx más duro, por decirlo de alguna manera, se habla poco”. El historiador, por ejemplo, insiste en que su Karl no habló en ningún momento de la caída del capitalismo, sino de una “sacudida”, y cuestiona la validez del concepto de lucha de clases. De la misma forma, muestra a un Marx dudoso sobre la forma en que debía de formularse la revolución.

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Pero Bértolo niega la posibilidad de un Marx reformista. Y señala dos ideas que, “por mucho que se intente, no se pueden borrar de la obra” del pensador. Primero, su defensa de que “no se puede cambiar el modo de vida mientras la propiedad privada de los medios de producción se mantenga”. Segundo, “la dictadura del proletariado, un momento que ve como necesario para pasar del capitalismo a una organización más justa de la sociedad”. El editor deja escapar una risita: “Sé que la palabra ‘dictadura’ no goza de muy buena prensa, pero eso no significa que podamos hacer como que Marx nunca la utilizó. Igualmente, por mucho que algunos se empeñen, Marx no critica los excesos del capitalismo, sino el capitalismo mismo”. La selección de textos de Llamando a las puertas de la revolución (Penguin Clásicos, 2017) y su larga introducción no pretenden explicar la totalidad de la obra de Marx, sino centrarse en los fragmentos que puedan resultar más útiles, en la práctica (revolucionaria, se entiende), a los lectores más jóvenes que quieran pasar de “un Marx de oídas a un Marx de leídas”.

Frente a esta enmienda a la totalidad, el bicentenario del filósofo y economista deja también una pequeña colección de volúmenes que buscan corregir las propuestas marxistas desde una perspectiva liberal o socialdemócrata. Es el caso de Página Indómita, un sello que ha publicado Karl Marx y la reforma social: el socialismo democrático como fruto maduro del liberalismo, de Eduard Bernstein, y las reflexiones sobre el filósofo de Joseph Schumpeter. Roberto Ramos, responsable de la editorial, cree, al contrario que Bértolo, que en la mente del lector “predomina una visión parcial, la de Marx como mesías revolucionario”. Esta es la que ha dado lugar, según él, “a regímenes atroces”, mientras que el marxismo “de carácter civilizado y democrático” nacido del análisis científico de su obra “ha desembocado junto con el liberalismo no dogmático en la socialdemocracia tal como la conocemos”.

El propio Marx, sin embargo, no forma parte del catálogo editorial: “Como diría Gabriel Zaid, una editorial es una conversación, la que se entabla entre los autores que conforman dicho catálogo, y no termino de ver a Marx sentado a la mesa con el conjunto de los invitados”. ¿Qué dice esto sobre el pensador? Contesta Bértolo, con su ironía habitual: “Una editorial es una empresa económica y con tal de vender edita lo que haga falta. Pero es verdad que hay editoriales que tienen miedo a que publicar a un cierto autor marque todo su catálogo. Están en su derecho”. Dos siglos después, el viejo barbudo que llena camisetas, portadas y memes de Internet parece aún un tipo peligroso.

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