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'¿Cómo somos?'
infoLibre publica un extracto de ¿Cómo somos? Un retrato robot de la gente corriente, del sociólogo Ignacio Urquizu. En este estudio publicado por la editorial Deusto, el también diputado del PSOE en el Congreso trata de definir algunas características del comportamiento político de lo que da en llamar el "hombre medio". Urquizu asimila a este "hombre medio", para poder analizar su ideología o su voto, con la categoría de "obrero cualificado", ya que así se definían un tercio de los españoles en 2008, resultando ser un estatus social más aglutinador, defiende el autor, que el de "clase media". En el fragmento seleccionado, Urquizu estudia la adscripción ideológica de la "gente corriente".
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La identificación progresista del hombre medio
En España, los anclajes ideológicos son los mejores mecanismos para explicar el comportamiento político de la ciudadanía. De hecho, la evidencia empírica más robusta ha concluido que:
Las raíces sociales e ideológicas de los apoyos partidarios han sido probablemente más sólidas en España que en otras democracias nuevas: el PSOE tiene más de cien años de historia y pudo recurrir a lealtades ideológicas y de clase incrustadas en la memoria de «luchas políticas del pasado que moldearon los modos de pensamiento de los votantes sobre la política y el gobierno» (Popkin, 1995: 50). Esta memoria histórica quizás explica por qué la influencia de las divisiones de clase e ideología en las intenciones de voto se mantuvo en gran medida estable ante bruscos cambios en las condiciones económicas, la introducción de reformas de mercado o el enorme aumento del desempleo. Así, el voto económico puede ser limitado cuando las raíces de los partidos son profundas; por el contrario, su incidencia puede ser mayor en las democracias donde tales raíces son superficiales. (Maravall y Przeworski, 1999: 49).
En la evidencia empírica que mostré respecto al voto del hombre medio así quedaba confirmado también. Veíamos en el capítulo anterior cómo la ideología es la mejor variable para explicar el comportamiento electoral de la gente corriente. Por lo tanto, la ideología desempeña un rol muy importante. ¿Y cuál es la ideología del hombre medio? Podemos medirlo de varias maneras. Las encuestas del CIS han utilizado principalmente dos estrategias. Por un lado, tenemos la escala ideológica de 1 a 10, donde 1 es equiparable a una posición de extrema izquierda y 10, a otra de extrema derecha. Si asumimos que los que se sitúan entre el 1 y el 4 son de izquierdas, la evolución del hombre medio en esta escala aparece en el gráfico 22. Podemos observar que en los últimos años ha pasado por varias fases. En los primeros momentos de la crisis, el porcentaje de izquierdas entre el hombre medio disminuyó, alcanzando el mínimo de la serie en 2011 [33,8 por ciento], antesala de la mayoría absoluta del Partido Popular. Una vez el PP logró el poder, nuestro hombre medio se reafirmó como progresista, pasando a definirse de izquierdas el 40 por ciento de este grupo durante gran parte del mandato de Mariano Rajoy. Pero a partir de 2016, el porcentaje de progresistas siguió una tendencia descendente, situándose a principios de 2018 en poco más del 36 por ciento, uno de los datos más bajos de la serie. Por lo tanto, en los últimos años la identificación con la izquierda en el hombre medio ha ido disminuyendo.
Otra forma de abordar esta cuestión es ver las etiquetas con las que más se identifican los individuos según las diferentes categorías ideológicas que existen en el pensamiento político. Es lo que presenta la tabla 7, que recoge una pregunta del Centro de Investigaciones Sociológicas donde se cuestiona sobre qué definición política se asigna a sí mismo el entrevistado. He establecido una comparación entre el conjunto de la población y el hombre medio. Los datos que presento son sólo para las seis principales categorías ideológicas que obtienen un mayor porcentaje en todos los barómetros:30 socialista, conservador, liberal, progresista, socialdemócrata y demócrata cristiano. Además, las he agrupado en izquierda y derecha. Dos son las conclusiones que destacaría. Efectivamente, el hombre medio se ubica más en las categorías de la izquierda que el conjunto de la población. De hecho, en los últimos diez años siempre la primera opción fue la etiqueta socialista, mientras que en el conjunto de la población, desde 2016, la etiqueta más elegida es la de conservador. Además, la suma de las distintas categorías de izquierdas siempre es mayoritaria, mientras que en el conjunto de la población la mayoría social es más bien conservadora. Por lo tanto, los datos indican que el hombre medio se siente más de izquierdas que el resto de la población.
En segundo lugar, tanto en el conjunto de la población como en lo que venimos denominando la «gente corriente» se observa una tendencia conservadora. En los últimos diez años, la etiqueta socialista ha perdido 10 puntos porcentuales en el hombre medio y más de 9 puntos en el conjunto de la población. Es cierto que apareció una nueva categoría en 2011, progresista, que hizo disminuir el porcentaje que optaba por la de socialista. De hecho, esta etiqueta, especialmente en 2016 y 2017, era mayoritaria entre los votantes de Podemos. En cambio, autodenominación como conservador ha aumentado en ambos grupos sociales.
Por lo tanto, la ola conservadora que algunos venimos vaticinando en los últimos tiempos se confirma con los datos de la tabla 7. Parece evidente que empieza a fraguarse una mayoría de derechas en la sociedad que, al mismo tiempo, se ha visto acompañada con la disminución de algunas categorías relevantes dentro de la izquierda como la de socialista. Es una mayoría conservadora con rasgos claramente identitarios en lo nacional y que se nutre de algunos de los miedos del hombre medio que hemos visto en este libro: cambio tecnológico, inmigración, globalización… Seguramente, lo que buscan las fuerzas conservadoras es alimentar un estado de ánimo de temor para que la gente corriente comience a mirarlos con mejores ojos. No lo tienen fácil, puesto que es el grupo ideológicamente más progresista de todos los estratos socioeconómicos. Pero si no pueden atraerlos con las ideas, es posible que puedan lograrlo con emociones.
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'De las calles a las urnas'
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La pregunta que emerge a continuación es: ¿ha apoyado el hombre medio más a la izquierda que a la derecha a lo largo de la democracia? La tabla 9 resume la intención directa de voto expresada en sondeos previos a las elecciones generales a los principales partidos de izquierda en España entre 1982 y 2016. Usando los criterios con los que he definido aquí al hombre medio, en la década de 1980 éste era también obrero cualificado. Observamos que siempre ha mostrado una de las mayores intenciones directas de voto al PSOE en los treinta y cuatro años analizados. De las doce elecciones generales celebradas en este periodo, en seis ocasiones los máximos apoyos se dieron en el hombre medio y las otras seis en los obreros no cualificados. Además, salvo en 1982, en el resto de las ocasiones las diferencias entre un grupo y otro fueron mínimas, muchas veces por tan sólo décimas. Pero si la comparación es con las clases altas o clases medias, observamos que el apoyo al Partido Socialista es notablemente superior entre los obreros.
La segunda cuestión relevante es la evolución que ha tenido el PSOE entre las diferentes clases sociales. Entre las clases altas, la intención directa de voto a favor del mismo nunca ha superado el tercio y algo similar observamos en las nuevas clases medias. En cambio, entre el hombre medio ha llegado a alcanzar más del 50 por ciento de apoyos en 1982, situándose la mitad de las ocasiones por encima del 40 por ciento. Este gran apoyo no lo observamos ni siquiera entre los obreros no cualificados. Los peores resultados del Partido Socialista siempre se han producido con unas clases altas y clases medias por debajo del 20 por ciento de intención directa, mientras que en el hombre medio el apoyo electoral se encontraba en torno al 30 por ciento. De hecho, en las mayorías absolutas del PP en los años 2000 y 2011, el PSOE sólo resistió por el apoyo del hombre medio. Dicho en otras palabras, la gente corriente ha sido el bastión de resistencia de la izquierda en España hasta ahora, y esto encaja con los anclajes ideológicos que hemos visto más arriba y su mayor tendencia al progresismo.