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Begoña Gómez cambia de estrategia en un caso con mil frentes abiertos que se van desinflando

@cibermonfi

Chapuzas 3.0

¿Y si, en vez de proponer recortes adicionales de derechos y libertades, los gobernantes de los países democráticos se dedicaran a mejorar la eficacia de los servicios policiales y de inteligencia? Me refiero a la eficacia que ya permiten el elevado número de efectivos, medios técnicos y disposiciones legales existentes; no a una mayor tolerancia ante la brutalidad policial, no a escuchar a todo el mundo hasta cuando va al retrete, no a torturar sádicamente a los sospechosos.

¿Se han fijado en que los fallos previos de los servicios policiales y de inteligencia se están convirtiendo en todo un patrón de conducta en los atentados yihadistas cometidos en ciudades occidentales?

Los hubo, y de bulto, en el 11-S americano. ¿Recuerdan que los terroristas recibieron sus clases de vuelo en aeródromos de Florida? ¿Que renunciaron a aprender a aterrizar sin que las alarmas se dispararan en la CIA y el FBI? ¿Que entraron en los aviones con sus documentos en regla y los secuestraron no con sofisticadas armas químicas, bacteriológicas o nucleares, sino con la cubertería de a bordo?

Los hubo asimismo en el 11-M español. ¿Nadie detectó la peligrosidad del grupo yihadista de Lavapiés? ¿Nadie siguió la pista de la dinamita robada en Asturias? ¿Nadie escuchó el mensaje de Bin Laden que situaba a España en el punto de mira de sus secuaces? ¿Ningún responsable de nuestra seguridad imaginó que una país que participaba en la cruzada de Bush era un blanco potencial para esos descerebrados?

Y, según las informaciones que está publicando Mediapart y traduciendo infoLibre, los ha habido en el atentado en París contra la redacción de Charlie Hebdo. ¿Por qué los servicios franceses abandonaron la vigilancia de los hermanos Kouachi pese a sus manifiestos lazos con células yihadistas? ¿Cómo se les escapó del radar un tipo tan conspicuo como Coulibaly?

No creo en las teorías conspirativas, lo saben mis lectores. El yihadismo existe, es peligrosísimo y a él caben atribuir las matanzas del 11-S, el 11-M y Charlie Hebdo. No estoy intentando sugerir nada distinto; lo que estoy diciendo, y todo lo alto que puedo, es que también existen la chapuza norteamericana, española y francesa.

También digo que la reacción de los gobernantes ha sido la misma en los tres casos: arrojar una cortina de humo sobre los errores de sus servicios haciendo tronar los tambores de guerra y proponiendo nuevos giros de tuerca en el autoritarismo rampante en Occidente. Por ejemplo, ¿qué tiene que ver la libertad de circulación en el Espacio Schengen con lo de Charlie Hebdo? Nada, rien de rien, nothing, niente. Que no nos vengan con milongas: los hermanos Kouachi eran ciudadanos franceses, no necesitaban de Schengen para vivir legalmente en París.

Limitar o eliminar la libertad de circulación de los europeos puede servir para satisfacer la agenda de la derecha y ultraderecha europeas, pero hubiera sido tan eficaz para impedir la matanza de Charlie Hebdo como suspender la liga de fútbol.

Nuestros gobernantes responden a la sinrazón del yihadismo con la sinrazón del belicismo y el autoritarismo, y así nos va. Bush replicó al 11-S invadiendo Irak, un país que nada tenía que ver con Al Qaeda, y autorizando unas torturas que el propio Senado estadounidense acaba de tildar de crueles e ineficaces. Aznar intentó endosarle a ETA los muertos del 11-M para ocultar que no se había coscado de la amenaza yihadista que pendía sobre España. Manuel Valls, esa especie de nuevo Pierre Laval, declara ahora que Francia está “en guerra”.

Lo facilón es excitar el miedo y reclamar mayores poderes para hacernos la vida aún más difícil a los ciudadanos de a pie, para amordazarnos, conocer nuestros secretos y dificultar nuestros movimientos. Ese truco les funciona a los gobernantes; ya lo usó Hitler tras el incendio del Reichstag.

A la gente le cuesta responder al horror de modo racional, le resulta más sencillo dejarse llevar por emociones primarias. Lo primero es encontrar alguien a quien echarle las culpas, un enemigo interior y/o exterior a quien odiar. Hitler usó como chivo expiatorio a los judíos, los socialistas y los comunistas; hoy son los musulmanes y, de nuevo, los progresistas. Es rentable matar dos pájaros de un tiro, ¿verdad, Breivik?

Instalado el miedo cerval, no cuesta demasiado conseguir que la tribu te aplauda cuando propones un Estado aún más policial.

Ahora bien, lo que no se les ocurre a los gobernantes es ganarse el sueldo que les pagamos los contribuyentes dándole a la mollera para ver cómo pueden ofrecernos más seguridad y más libertad a la vez.

No se les ocurre, por ejemplo, desecar los pantanos donde anida la peste del yihadismo. ¿Y si elaboraran una especie de Plan Marshall que impulsara la democracia, los derechos humanos, la igualdad de géneros, el progreso económico y la justicia social en el mundo árabe y musulmán? Igual salía más barato que lo que nos gastamos en guerras antiterroristas. ¿Y si, al menos, apoyaran a los interesados cuando derraman su sangre por esas causas en la Primavera Árabe?

Tampoco se les pasa por la cabeza la idea de romper con sus amigos de Arabia Saudí, nutriente ideológico y económico de los locos de Al Qaeda, el Estado Islámico y la mayoría de sus parientes. ¡Ah, no, eso ni pensarlo! Los príncipes saudíes son gente simpática y socios estupendos.

Y, por supuesto, tampoco se les ocurre mejorar las condiciones de vida en los suburbios donde se hacinan los inmigrantes y educarles en los derechos y deberes de la ciudadanía democrática. ¿Mejorar las condiciones de vida? ¿Educar? ¿Pero qué dices? Si no hay dinero en las arcas públicas ni para los nacionales… y, si lo hay, mejor gastarlo en drones. A propósito, tengo un amigo que es director de una empresa que los fabrica. Comemos el martes y te lo presento.

Ocultemos las pifias de nuestros agentes y reclamemos plenos poderes. Es lo mejor, ¿no te parece?

Mal vamos. Esto se asemeja cada vez más a los años 1930.

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