Muy fan de...
Muy fan de... el papelón de Panamá
Si no estábamos suficientemente entretenidos con el contorsionismo imposible para formar gobierno, llegan los papeles de Panamá y nos enganchamos a un nuevo culebrón internacional. Intuyo que algunos seriéfilos se estarán planteando el abandono de la ficción para entregarse a estas tramas de realidad con las que David Chase podría hacerse varias temporadas a base de corta y pega. Muy fan.
Desde el pasado domingo, asistimos a un goteo de nombres que, según los datos obtenidos por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, serían titulares de sociedades offshore en el país más nombrado en los últimos días. Si nos hubiéramos pimplado un chupito de orujo por cada vez que hemos oído o pronunciado la palabra “Panamá” en la última semana, llevaríamos una cogorza del quince.
En los Panamá papers –en España nos llegan a través de La Sexta y El Confidencial– hay de todo, como en un bazar chino: líderes mundiales y otras personalidades de la esfera política, de la monarquía, de la cultura, del deporte, del mundo empresarial... Parece el listado de un bodorrio en el que nos colamos a mirar, solo falta que entre la tuna a tocarnos los clavelitos.
Para ser rigurosos y no mezclar a todo el mundo en la pista de baile, a lo loco, habría que distribuir en distintas mesas los diferentes grupos de invitados al enlace panameño Mossack Fonseca:
1.- Los "sí, pero"
Reconocen sus sociedades en el paraíso aunque aseguran haber respetado sus obligaciones tributarias con la Hacienda Pública española.
2.- Los "échale la culpa al boogie"
Fue mi asesor, fue mi cuñado, fue por ETA, no sé de qué me habla...
3.- Los "paga tú que a mí me da la risa"
Escondieron su pasta en el paraíso para escaquearse de cumplir con la Hacienda Pública española.
4.- Los "caca opaca"
Escondieron su pasta en el paraíso para no tener que cumplir con Hacienda pero, sobre todo, para que nadie supiera de la existencia de un dinero obtenido a través de comisiones ilegales y otros delitos variados y diversos.
5.- Los "Wallapopis: oye, qué vas a hacer con esa cuenta si no la usas"
Aseguran no haber usado sus cuentas paradisíacas jamás de los jamases. Las tenían como el que tiene un tío en América... Central.
No, no sufran demasiado por los premiados, quienes no hayan cumplido con sus obligaciones tributarias pueden apoquinar lo debido... y aquí Panamá y después gloria.
Pero no me digan que no es sádicamente oportuno que la información sobre quienes se llevan sus dineros a Panamá emerja en plena campaña de la Renta 2015. Para abrirse en Canal...
Justo cuando nos preparamos para cumplir con la obligación del buen ciudadano, poniendo en práctica la oración que aprendimos con tanto celo como el primer “Jesusito de mi vida”, aquello de “Hacienda somos todos”, aparece el papelón que pone en duda, una vez más, si todos los que estamos, somos.
Es un modo de darle la razón a Dolores Ripoll, la abogada del Estado del caso Nóos, cuando dijo que el mantra tributario no era más que un eslogan publicitario no aplicable al derecho. Tal vez habría que cambiarlo por uno más parecido al de BMV “¿Te gusta declarar?” cambiando el gesto de la ola con la mano por una peineta a la suiza en modo Bárcenas.
¿Y ahora qué? Los posos de mi café dicen que pasará el tiempo y... no pasará nada. Nos olvidaremos de muchos de los nombres, tal y como hicimos con los que aparecían en la lista Falciani. Por veinticinco pesetas cada uno, ¿de cuántos de los falcianistas (130.000, potenciales evasores fiscales) nos acordamos sin consultar Google? ¡Campana y se acabó!
Reconozcámoslo, a casi todos nos durará la indignación hasta que el gotero informativo deje de administrarnos nombres en vena. Pero en el “durante”, cada uno de nosotros focalizará su rabia en aquellos a los que ya tenía gato antes del papelón y su decepción en esos otros de los que jamás habría esperado un comportamiento insolidario (insolidario incluso en los casos en los que la ingeniería fiscal es perfectamente legal).
Es ese camino de la decepción de los admirados el que me lleva a dudar de todo. Entonces recuerdo a Conchi, una mujer maltratada por la vida a la que conocí hace muchos años, que repetía sin cesar: “Niña, yo no me fío ni de la camisa que llevo puesta”. Y me da por plantearme preguntas incómodas:
-¿Somos honestos por elección vital o porque no nos queda otra?
-¿Somos solidarios por principio o porque la vida no nos ha dado la oportunidad de transitar el canal que lleva al paraíso?
Casi me alegro de no tener que poner a prueba mi integridad –por si acaso– y poder seguir mirándome al espejo sabiendo que esa, la del orzuelo incipiente, soy yo.
Son tantos y tantos los nombres de los Panamá papers que quizás sería más práctico que nos dieran las identidades de los que no están, conocer a los “pudientes no querientes”. No solo por acortar esta tortura, sino por abrir una puerta a la esperanza y tratar de comprobar si aquello de que los honestos son mayoría, sigue vigente. Vale, estoy empezando a parecerme a Rajoy en Salvados, ya lo dejo.
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Por cierto, ¿qué parte de corresponsabilidad tendrían que asumir los gobernantes que en público defienden con grandilocuencia el fin de los paraísos fiscales y del secreto bancario y después, mediante supuestos acuerdos de doble imposición e intercambio de información fiscal, contribuyen a que siga el baile?
Para compensar esas preguntas incómodas que no ayudan a sonreír en lunes, comparto con los sufridos lectores esta bellísima canción de Javier Ruibal que describe un paraíso NO fiscal.
♪ “En la costa del edén hay un nido de tunantes, y, por chulos, que les den por donde salta el levante” ♪