¡INSOSTENIBLE!
Restauración de la antigua abundancia en España
Es posible imaginar bosques frondosos, ríos limpios, paisajes feraces, biodiversidad, láminas de agua, gente sana y saludable... Incluso este verano de 2017 marcado a fuego por los incendios forestales que ya han asolado a 70 mil hectáreas (cuatro veces más que el año pasado), las elevadas temperaturas y una sequía que es la peor de hace 20 años es posible cerrar los ojos e imaginar cómo nos gustaría que fueran nuestro paisajes, nuestros bosques, nuestros ríos. Para ello viajemos 400 años atrás. Miguel Caxa de Leruela, escribió en 1631, esta obra Restauración de la abundancia en España. Este señor, casi coetáneo de Cervantes, fue consciente de un cierto final de época. Se habían perdido muchas batallas, empezaban otras en Europa y la aventura americana no iba tan bien. La economía especulativa no daba más de sí y la productiva estaba abandonada. En aquel momento parecía imprescindible una fuerte regeneración, idea que preside de forma explícita la obra de Caxa de Leruela y, más sutilmente, la de Cervantes. En esa época la ganadería tenía una gran importancia y la Mesta era la organización que manejaba este recurso estratégico. Caxa de Leruela fue Alcalde Mayor de la Mesta y un entusiasta de la ganadería y de su capacidad para fijar población ante la ya proverbial “despoblación del reino”. Escribe que “el oro traído desde el continente americano no ha dado lugar a una gran prosperidad”. Y también: "Pues, cuanto oro y plata le entra de las Indias parece tesoro de duendes, y que el mismo viento que lo trae lo lleva, después que los españoles pusieron su felicidad temporal en adquirir estos metales, menospreciando sus labores y pastorías”. El autor contrapone la economía productiva de la ganadería frente a la economía especulativa. O bien el manejo de bienes comunes como los bosques frente al privado de los particulares que los deforestan. Caxa proponía “la nacionalización de los pastos y que a cada campesino se le provea de un número suficiente de cabezas de ganado para que pueda ganarse su sustento”. Además, incluye una de las primeras propuestas de economía de los recursos naturales.
Hoy, casi cuatrocientos años después, la situación guarda sin duda cierto parecido. Sobre la economía financiera mejor no hablar. Hoy siguen sin incluirse en la contabilidad nacional los bienes y servicios que producen los ecosistemas naturales y los agroecosistemas tradicionales. Y sí, en la actualidad continúa existiendo una despoblación brutal en gran parte del territorio, con densidades comparables a Laponia o el Sahara. Este abandono de la gestión tradicional determina la reducción de los pastizales y que parte de los bosques sigan siendo pasto de las llamas todos los veranos. La ganadería extensiva es absolutamente imprescindible para solucionar el problema del fuego en este país.
No solo sigue vigente esa necesidad de regeneración sino que es urgente e ineludible. Hoy, aquí y ahora, urge realizar el rescate ecológico de España, restaurar los bosques, las aguas limpias, la buena calidad del aire y la biodiversidad. Y por supuesto, buscar una economía productiva basada también en ecosistemas sanos y diversos, además de solucionar la despoblación de gran parte del interior de España. Es decir, restaurar la antigua abundancia del país.
Hoy también es necesario un plan de colonización de gran parte del medio rural. Pero ahora, el escenario, sin duda, es más favorable. En pleno siglo XXI, con acceso a la energía de forma inimaginable hace unos años, a nuevas tecnologías, satélites, sensores, mapas e información en tiempo real, con cuadros de ingenieros, ecólogos, sociólogos y científicos, se pueden encarar estos retos. Si bien hay que considerar un nuevo peligro, que no tenía la misma importancia cuando vivía el amigo Caxa: el cambio climático.
Una apuesta para que todos ganen.
España presenta una elevada vulnerabilidad. Debemos reducir las emisiones pero, sobre todo, adaptarnos. La agricultura, el turismo, las ciudades, el agua, el transporte, la energía, es decir, todas las políticas, la empresa y la ciudadanía debemos tenerlo muy presente. Para restaurar la antigua abundancia se deberán iniciar grandes infraestructuras verdes, planes ambiciosos de plantación y cuidado de los bosques, mejorando su gestión, introduciendo robles, rebollos, quejigos, encinas y alcornoques en sus antiguos dominios, especies más avanzadas en la sucesión vegetal y de mayor resistencia ante el fuego. Deberán empezar a quitarse cultivos forestales de eucaliptos, pino radiata, pino pinaster sino queremos que pase como lo sucedido en los dos inmensos incendios de Portugal con 64 muertos y 60 mil hectáreas con tan solo dos focos.
Es el momento de crear mosaicos, setos y dehesas. De proteger la biodiversidad y de fomentar la resiliencia de los ecosistemas. De multiplicar la ganadería extensiva, volviendo a pastorear los bosques para controlar el matorral, recogiendo la leña, promoviendo una selvicultura adaptada al cambio climático. De diseñar y gestionar los ecosistemas buscando los equilibrios naturales, con depredadores como el lobo.
Debemos restaurar la funcionalidad de los humedales y de los ríos y riberas. No pueden oler mal los ríos, como sucede en multitud de lugares. No podemos permitirnos la deficiente calidad delas aguas y sus correspondientes multas de la Union Europea por no depurar nuestras aguas. Tenemos que implantar sistemas modernos de depuración de aguas residuales en todos los pueblos, hasta los más pequeños, con filtros verdes y otros métodos basados en soluciones de raíz natural que funcionen. Objetivo: ríos limpios, en los que podamos bañarnos, como pasaba hace cincuenta años. No es posible que cincuenta años después hayamos empeorado. Debemos revisar todos los trasvases intentando que cada cuenca se adapte a sus recursos, proporcionando caudales ecológicos e impidiendo la sobreexplotación de los acuíferos. Tampoco podremos permitirnos, por supuesto, el fracking, que contamina las aguas.
Con todas estas actuaciones generaremos trabajo, empleo verde. Cambiemos el modelo productivo por uno más sostenible, con más investigación y desarrollo. Apostemos por una economía más verde y sostenible, más productiva y menos especulativa, ya que querrá decir que apostamos por un futuro más sostenible. Sólo así ganaremos todos. Es probable que tanto si Caxa de Leurela como Cervantes levantaran la cabeza vieran con muy buenos ojos que hoy, por fin, utilizando la inteligencia colectiva, la tecnología y la ciencia realmente hemos empezado “la restauración de la antigua abundancia”.
Sequía
Ver más
Caxa de Leruela ya se dio cuenta de que una naturaleza en su esplendor es garantía de suministro de recursos básicos y servicios esenciales; es la verdadera base de la riqueza de un país. Pues eso.
_____________
Fernando Prieto es director del Observatorio de la Sostenibilidad y doctor en Ecología