Plaza Pública
Nicaragua y la responsabilidad de la izquierda
La izquierda del Estado español no ha expresado, en general, una posición clara ante la situación nicaragüense. Esta es una carta abierta a la izquierda desde la izquierda suscrita por 394 firmas.
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La revolución sandinista acabó en 1979 con décadas de tiranía e intervencionismo yanqui en Nicaragua, iniciando un fecundo periodo de justicia y progreso social, que concitó la admiración y solidaridad de la izquierda a escala mundial, movilizando a miles de internacionalistas en su defensa y apoyo. El FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional) fue la organización que lideró ese proceso, y Daniel Ortega su máximo representante.
Hay por ello quien desde la izquierda sostiene que criticar al FSLN y a Ortega en este momento solo serviría para abrir fisuras frente al imperialismo, siendo lo revolucionario enquistarse en un relato propio de los años 80 evitando condenar al gobierno de Ortega. Mientras tanto allí se suceden los asesinatos, secuestros,... el terrorismo de Estado.
Está bien no coincidir con el enemigo, pero no a costa de negar la realidad porque no encaja con nuestro relato. No se trata ahora de criticar al FSLN o lo que quede de él, sino denunciar a un gobierno autoritario y criminal; no se trata de defender la revolución sandinista de los años 80, cuyos logros no pueden ignorarse –no es ese el tema-, sino comprender que el Gobierno Ortega-Murillo ya no pertenece al campo de la izquierda; no se trata de enzarzarse en análisis geoestratégicos, sino de solidarizarse con el pueblo nicaragüense que sufre la brutal represión.
El debate en el seno de la izquierda debe sustentarse en datos contrastados a partir de los muchos testimonios directos que llegan desde Nicaragua, empezando por las y los protagonistas de las luchas, y siguiendo por los informes de los organismos de derechos humanos. Solo así evitaremos que se cumpla la profecía de que lo que venga después de Ortega será peor, pues ¿quién va a confiar en una izquierda que se negó a denunciar la barbarie, que durante 10 años no se interesó por Nicaragua, y a última hora calla y titubea ante la barbarie?
Para este debate, las personas firmantes adelantamos nuestra posición de forma sintética:
EL CONTEXTO SOCIOPOLÍTICO
1. El FSLN entra en un proceso de descomposición desde la pérdida del poder en el año 90, con la famosa piñata, lo que supuso años después la escisión del MRS –Movimiento de Renovación Sandinista– perseguido y finalmente ilegalizado por el Gobierno Ortega-Murillo.
2. La recuperación del poder por el FSLN en el año 2006 refleja la profundidad del sentimiento sandinista entre la población, pero su programa “socialista, cristiano y solidario” supuso el abandono de toda intención de transformación social. La recuperación del poder se basó en la alianza con la iglesia más reaccionaria del Cardenal Obando, en el pacto anticonstitucional y antidemocrático con la derecha corrupta de Arnoldo Alemán, y en el coqueteo de la nueva burguesía del FSLN amamantada por Ortega, con el COSEP (empresariado).
2.1 Esta alianza del orteguismo con la iglesia y el poder económico nunca mereció mayor interés para muchos analistas de la izquierda europea. Ahora, en cambio, cuando la cúpula eclesiástica se opone al gobierno lo ven algunos como señal del carácter revolucionario de Ortega. De la misma manera que la alta burguesía nicaragüense esté buscando acomodo al margen del orteguismo, indicaría el carácter anticapitalista del programa del gobierno. Lo que no supone contradicción alguna con el hecho de que la familia Ortega-Murillo sea una de las más ricas de la economía nica.
2.2 El discurso oficial en estos doce años de poder despótico siguió la retórica antiimperialista, al tiempo que, en la práctica, por una parte, las empresas norteamericanas han podido extraer los recursos que han querido del país, y el FMI ha impuesto cómodamente sus políticas ultraliberales.
2.3 En cuanto a la situación de las mujeres en el orteguismo, resulta especialmente grave la decisión del FSLN, en su oportunista aproximación a la jerarquía eclesial, de promover la abolición, en 2006, del derecho al aborto terapéutico vigente en el país desde 1837, que pasó a prohibirse incluso en los casos de peligro de la vida de la madre, en los que el embarazo es producto de violación, ante malformaciones graves en el feto, etc. Informes posteriores de organizaciones de derechos humanos, y de defensa de la mujer y la infancia, han alertado de las dramáticas consecuencias que esta legislación está teniendo en un país con un alto índice de violencia contra la mujer, de violaciones y de matrimonios forzados de mujeres adolescentes.
3. La realidad es que, tanto la deriva ideológica del régimen orteguista hacia el esoterismo evangélico, como, sobre todo, su política económica y social, han sido consistentemente conservadoras y antidemocráticas, por mucho que se aderezaran eventualmente con programas clientelares y asistenciales financiadas con los recursos venezolanos, mientras estos fluyeron al país. La caracterización de un régimen como de izquierdas, o progresista, no puede sostenerse en su retórica, sino en sus hechos; una camarilla que conculca los derechos y libertades, que se aferra al poder, que negocia con los recursos y la soberanía del país, que se enriquece y ocupa con familiares y amigos todos los resquicios del poder político, mediático y económico, que financia, arma y moviliza a grupos paramilitares para que siembren el terror entre la población,... no es un régimen ni de izquierdas ni progresista.
EL MOMENTO ACTUAL
4. El levantamiento popular de los tres últimos meses ha sido liderado por jóvenes estudiantes, a los que se sumaron los pobladores de los barrios populares, un levantamiento espontáneo, autoconvocado y pacífico, fruto del descontento largamente incubado, y sin una dirección política ni un programa de cambio.
4.1 Este levantamiento vino precedido de dos años de luchas campesinas contra el canal transoceánico y contra otros proyectos extractivos, luchas campesinas apoyadas por sectores urbanos y ecologistas. El proyecto del canal, principal catalizador de la oposición, es fiel imagen de una política que apuesta por los megaproyectos de un capitalismo decadente, al margen de cualquier consideración ecológica, social, económica, o ni siquiera mercantil.
4.2 De hecho, el primer detonante de esta revuelta popular fueron las protestas, sobre todo estudiantiles, por la inacción del gobierno frente a un prolongado incendio en la reserva natural Indio-Maíz. Tras el estallido posterior (insistamos en su carácter pacífico) por las pensiones, el gobierno ha entrado en una espiral de terrorismo de Estado utilizando tanto sus fuerzas policiales como los grupos militantes afines y las bandas de marginales armadas y financiadas.
5. Sofocada aparentemente la rebelión a tiros, tras cerca de 400 asesinatos, cientos de detenciones y desapariciones y miles de personas heridas, en estos momentos el gobierno Ortega-Murillo se emplea en una represión selectiva y más discreta, pero igualmente arbitraria, de la disidencia: redadas, depuraciones (a mediados de agosto ha habido 135 médicos despedidos, según Human Rights Watch), procesamientos... La continuidad de la represión bloquea la vía del diálogo nacional al que el gobierno se había comprometido.
EL PAPEL DE LA IZQUIERDA
6. La izquierda del Estado español no ha expresado, en general, una posición clara ante la situación nicaragüense. Las cúpulas políticas callan mientras en la segunda fila se fabrican algunos textos y comunicados que llaman a las bases a no dejarse abducir por la manipulación internacional para debilitar un bastión de la izquierda latinoamericana. Parece que basta con su discurso antiimperialista para seguir considerando a Ortega “uno de los nuestros”, criterio que recuerda a Roosevelt con relación a Somoza (‘es nuestro hijo de puta’), y que supone renunciar a los principios políticos en beneficio de una complicidad de mafia, casta o secta.
6.1 Se han difundido algunos posicionamientos pro Ortega-Murillo sustentados en razonamientos tan simples como alejados de la realidad y de los valores de la izquierda. Valgan como ejemplos extremos: ‘El imperio contra Nicaragua’ (10-06-2018), firmado por el responsable de relaciones internacionales del PCE; ‘Sobre Nicaragua y el feminismo’ (10-07-2018), comunicado del área de feminismo del PCE.
6.2 Al tiempo, se silencian o ignoran las denuncias de antiguos referentes sandinistas como Ernesto Cardenal, Gioconda Belli, Sergio Ramírez, Dora María Téllez, Mónica Baltodano, Henry Ruiz o Edmundo Jarquín, solo por citar algunos, todos ellos participantes en las luchas e insurrección antisomocista, y del primer gobierno revolucionario presidido por Daniel Ortega, así como de la gran mayoría de representantes de la cultura, como Carlos Tunnermann, Alejandro Serrano Caldera, los hermanos Mejía Godoy... ¿han sido todas estas personas compradas por la CIA, o han sucumbido a la lógica imperialista?
6.3 Se ignoran o desprecian también en muchos casos los testimonios de los protagonistas directos de las luchas. Es el caso de las estudiantes nicaragüenses que han recorrido Europa para explicar la situación en aquel país (Caravana Informativa de la Solidaridad Internacional para Nicaragua), contando por cierto con el respaldo de representantes de la emigración nicaragüense, que, obviamente viven aquellos hechos con particular intensidad y proximidad. Es justo reconocer a este respecto el apoyo a las compañeras nicaragüenses de algunas formaciones del campo de la izquierda en nuestro país, como los sindicatos UGT y CCOO en Madrid.
7. La cuestión nicaragüense no es una anécdota política, es una piedra angular sobre la que demostrar nuestro compromiso con esos valores que precisamente definen al bando progresista y de izquierdas, tan elementales como la democracia, los derechos humanos, la justicia social y la defensa del planeta. Una izquierda que no sepa leer la realidad en esos términos, y que frente a la verdad elija la lealtad retórica a unas siglas corrompidas y la complicidad de casta no tendrá ninguna autoridad para proponer.
8. Como es lógico, la derecha nica y sus aliados internacionales aprovechan la desafección popular hacia el régimen para preparar su vuelta al poder sin intermediarios orteguistas. Si buena parte de la izquierda internacional, y la española en particular, se inhibe en relación a las justas luchas democráticas actuales en Nicaragua y en la defensa de la población que se moviliza desarmada frente a la represión estatal, no deberá extrañarse de que este proceso espontáneo sea pasto fácil de oportunistas y derechistas.
9. Debemos reconocer y celebrar, por lo demás, que no toda la izquierda se haya mostrado dogmática e insensible ante estos hechos. Un ejemplo entre otros muchos es la ‘Declaración urgente por Nicaragua’, del 17 de julio pasado, firmada por intelectuales y activistas latinoamericanos, de la que extraemos esta sentencia: "No hay peor imperialismo que el colonialismo interno que se torna violencia opresiva revestido con retórica anti-imperial".
Madrid, 7 de septiembre 2018
La OEA pide "terminar ya" con la represión y la violencia en Nicaragua
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